Trump amenaza a España con aranceles por no subir el gasto de defensa al 5% del PIB: “Tiene que ser castigada”
“Estoy muy descontento con España”, subraya el presidente de Estados Unidos en una reunión en la Casa Blanca con el argentino Javier Milei

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se declara “muy descontento con España” y no se molesta en medir sus palabras. Tras apuntar que “es el único país de la OTAN que no va a subir su gasto militar al 5%”, ha indicado que se plantea imponer aranceles a los productos españoles, una amenaza con la que ya había coqueteado en junio, en la cumbre de la Alianza Atlántica en La Haya.
“Es posible que lo haga... España es el único (que no paga), tiene que ser castigada por eso”, ha subrayado Trump en el transcurso de una reunión en el ala Oeste de la Casa Blanca con el presidente argentino, Javier Milei, en la que también estaban presentes los asesores económicos de ambos mandatarios.
En respuesta a una pregunta de los periodistas, Trump ha vuelto a arremeter contra la posición española acerca del gasto militar. La actitud de España “es muy poco respetuosa” hacia el resto de miembros de la Alianza, ha considerado el republicano. “A España le va muy bien... recibe protección aunque tú no quieras dársela, porque ¿qué van a hacer los otros países? No pueden negársela en caso de ataque", ha señalado. El republicano ha insistido en que “lo que hicieron no es muy justo hacia otros países”, al rechazar elevar su inversión en Defensa al 5%.
Viejas tensiones
La irritación del presidente estadounidense con el Gobierno de Pedro Sánchez y su posición respecto al gasto militar viene de lejos. Ya durante la campaña presidencial había declarado en varias ocasiones que se planteaba no respetar el Artículo 5 del tratado fundacional de la Alianza —que obliga a los países miembros a acudir en defensa de cualquiera de los socios que resulte atacado por un enemigo externo— si fuera atacado un Estado que no cumpliera las metas de inversión en Defensa, entonces del 2%.
Tras su regreso a la Casa Blanca en enero, el presidente estadounidense exigió que ese objetivo de gasto se elevara al 5% del PIB. La Alianza se ha acabado comprometiendo a llegar a ese nivel de gasto en defensa y seguridad a lo largo de la próxima década. Es un porcentaje que ni uno solo de los 32 Estados miembros alcanza todavía. Tampoco Estados Unidos. Para España, supondría aumentar el gasto en defensa en unos 80.000 millones de euros al año, casi la mitad de lo que supone la factura de las pensiones.
El pasado junio, en vísperas de la cumbre de la OTAN en La Haya en la que los socios de la Alianza iban a firmar el visto bueno a ese aumento del porcentaje de inversión militar, Sánchez envió una carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en la que expresaba la imposibilidad de España de aceptar ese umbral de inversión. “Para España, comprometerse a un objetivo del 5% no solo sería irrazonable, sino también contraproducente” para el reforzamiento de la defensa europea. El presidente del Gobierno aseguró que resultaría, además, “incompatible con nuestro Estado del bienestar y nuestra visión del mundo”.
España, que ha llegado al 2,1% de gasto en seguridad y defensa, consiguió una excepción de última hora: podrá dedicar a defensa el porcentaje del PIB que considere necesario, siempre que cumpla con los Objetivos de Capacidades Militares (OCM) aprobados por los ministros de Defensa de la OTAN el 5 de junio.
Está previsto que el cumplimiento de esos compromisos vuelva a evaluarse en 2029. Para entonces, habrá otro presidente estadounidense en la Casa Blanca, salvo una reforma constitucional de gran calado. Y solo entonces se determinará si España puede cumplirlos destinando únicamente el 2,1% del PIB, como sostiene Sánchez que puede hacer.
Por tanto, Madrid no se considera obligada por el compromiso de La Haya, que es político y no vinculante. También aduce que compensa un gasto aparentemente menor con su participación en misiones de la OTAN en lugares como Letonia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria y Turquía.
Golpe al comercio
Pero desde entonces, Trump ha tomado ese rechazo casi como algo personal. En la cumbre en la Haya, el republicano arremetía contra España en términos virulentos durante su rueda de prensa de cierre, y amenazaba con imponer aranceles contra los productos españoles, una de sus medidas de represalia favoritas y que ha utilizado con más abandono en sus nueve meses de mandato.
Aquella idea quedó aparcada, mientras España alegaba que, como miembro de la Unión Europea, Washington no podía aplicarle una política arancelaria distinta al resto de los Veintisiete. Pero ahora Trump vuelve a recuperar la vieja amenaza.
“Estaba pensando en imponerles un castigo comercial a través de aranceles por lo que hicieron, y creo que puedo acabar haciéndolo”, declaró en el comienzo de su reunión con Milei. La semana pasada, durante una reunión con el presidente de Finlandia, Alexander Stubb, llegó a recomendar que España fuera expulsada de la OTAN. Una recomendación efectista pero de cumplimiento más que difícil: el tratado de la Alianza Atlántica prevé la posibilidad de que un país abandone voluntariamente la organización, pero no de que sea excluido contra su voluntad.
Las declaraciones del presidente estadounidense se han hecho eco en su equipo. En Bruselas, en vísperas de una reunión de ministros de Defensa, su embajador ante la Alianza, Matt Whitakker, ha insistido en que, a ojos de Washington y pese a lo que alegue Madrid, “no hay excepciones ni salvedades” al acuerdo de La Haya en junio.
Las autoridades españolas mencionan, cuando Trump arremete contra sus posiciones en materia de Defensa, que Estados Unidos cuenta con dos bases militares en territorio español, Rota y Morón. Aunque las dos instalaciones están en territorio bajo soberanía española y bajo mando español, por ser territorio militar, varios miles de soldados estadounidenses trabajan en ellas. Además, una parte importante del aumento del gasto aprobado por la OTAN se destina a comprar material militar estadounidense.
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