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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En La Haya para defender el futuro de nuestros ciudadanos

Nos encontramos en una encrucijada histórica, una urgencia que nos obliga a elegir de qué lado estar. Los fondos del Plan de Rearme se desviarían de otras prioridades: sanidad, educación, transporte público y ayudas a empresas

Giuseppe Conte, presidente del M5S, en una manifestación de apoyo a Gaza, convocada por la oposición italiana, el pasado 7 de junio en Roma.

La próxima cumbre de la OTAN, programada para los días 24 y 25 de junio en La Haya, corre el riesgo de hipotecar el futuro de millones de ciudadanos europeos. Si se aceptara la propuesta de aumentar el gasto en defensa al 5% del PIB, solo los países europeos miembros de la OTAN gastarían más de 500.000 millones de euros adicionales al año, casi triplicando el gasto actual. Si este aumento se limitara al 3,5% del PIB, el gasto aumentaría en 270.000 millones.

Nos encontramos en una encrucijada histórica, una urgencia que nos obliga a elegir de qué lado estar. Desde el conflicto ruso-ucraniano hasta los crímenes en Gaza y la escalada en Irán, la Unión Europea ha demostrado una inconsistencia política quizás sin precedentes en la historia. Europa ha respondido a la inmensa tragedia de la pandemia con inversiones económicas y sociales para asegurar verdaderamente a las familias y las empresas y permitir una pronta recuperación en nombre de la solidaridad. Hoy, Europa responde a las tensiones internacionales con un peligroso Plan de Rearme, confiado a la capacidad y la voluntad de cada Estado miembro.

Trece países europeos ya han solicitado a la Comisión Europea que autorice el uso de la cláusula de salvaguardia para aumentar la financiación de defensa. Otros países seguirán su ejemplo una vez finalizada la cumbre de la OTAN.

Estos fondos se desviarían de otras prioridades: sanidad, educación, transporte público e inversiones en pequeñas y medianas empresas, lo que pondría en riesgo la estabilidad económica y social de nuestros países y haría a la población menos segura y más vulnerable.

Nos oponemos firmemente a la idea de que el rearme sea sinónimo de mayor seguridad. Es justo lo contrario. Cuando los Estados llenan sus arsenales con la esperanza de aumentar su seguridad armándose, otros países se sienten amenazados y aumentan sus inversiones en armas. Todo esto genera una inseguridad cada vez mayor. Por otro lado, la historia nos enseña que cuando se genera una espiral de amenazas y contra-amenazas de guerra, la guerra llega de verdad.

Millones de ciudadanos han expresado su oposición a todo esto, a la voluntad de militarizar la economía europea con el plan de 800.000 millones de euros lanzado por Ursula von der Leyen, al uso de los fondos de cohesión para defensa, a la transformación del BEI en un banco que también invierte en proyectos relacionados con la defensa y, por último, a la propuesta de utilizar los recursos residuales de Next Generation EU, destinados a fortalecer el modelo social europeo, para nuevos gastos militares.

En un mundo donde los Estados compiten por adquirir la condición de potencias nucleares, solo las políticas de paz y diálogo representan la mejor inversión posible en seguridad y el mejor antídoto contra este áspero antagonismo entre bloques opuestos que nos conduce lenta pero inexorablemente hacia un conflicto de proporciones globales. A falta de un verdadero debate público a nivel europeo y nacional, estamos asistiendo en pocas semanas a la transformación del sistema de bienestar europeo (welfare), en el que hemos trabajado durante décadas, en un estado de guerra (warfare).

Durante años, la vida de nuestros niños y niñas, así como todas las decisiones políticas, podrían estar ligadas a una economía de guerra que, para sustentar las inversiones y los ingresos de las industrias militares, requerirá cada vez más conflictos y una Europa cada vez más dramáticamente alejada de su vocación: la búsqueda obstinada de la seguridad mediante el diálogo y la paz, el crecimiento social y la tutela de los derechos. Todo esto es inaceptable y nosotros, como representantes políticos, pero sobre todo como ciudadanos europeos, tenemos el deber de no rendirnos, también en nombre de las muchas personas que han salido y saldrán a la calle para proclamar que otro futuro es posible.

Ahora la urgencia es máxima, el punto de no retorno. Las decisiones que se tomen en La Haya durante la cumbre de la OTAN nos exigen transformar el impulso de muchos ciudadanos europeos en acciones políticas concretas. Por lo tanto, me dirijo a todos los representantes políticos europeos que se oponen a esta loca carrera armamentística, que están convencidos de que es hora de actuar, que creen que debemos defender los valores de la paz y el diálogo entre los pueblos: reunámonos también en La Haya en estos días cruciales para dar voz a otra idea de Europa. Confrontemos y hagamos dialogar nuestras ideas en La Haya para reconstruir nuestro futuro, amenazado por esta perversa carrera armamentística.

Veámonos el 24 de junio a las 14.00 h en la sede del Parlamento holandés, en La Haya. Los amigos del partido holandés PS —el líder Jimmy Dijk, la presidenta del partido Lieke van Rossum y el responsable internacional Gerrie Elfrink—, a quienes agradezco sinceramente, nos han ofrecido un espacio para este diálogo: estaremos en una de las casas de la democracia europea, mientras que a pocos pasos de distancia nuestros líderes tendrán que tomar decisiones que podrían hipotecar el futuro de todos nosotros en nombre del rearme y los escenarios de guerra.

Un día nuestros hijos nos pedirán cuentas de las decisiones equivocadas tomadas sobre sus vidas. Nosotros tenemos que hacer todo, ahora, para oponernos a ellas.

Giuseppe Conte fue primer ministro de Italia (2018-2021) y es presidente del Movimiento Cinco Estrellas (M5S).

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