Así pueden Elon Musk y Donald Trump hacerse daño el uno al otro tras su ruptura
El presidente tiene en sus manos más herramientas para perjudicar al empresario, pero este también tiene sus armas

Tras el explosivo divorcio del jueves retransmitido en directo entre Donald Trump y Elon Musk, este viernes ambas partes trataron de bajar el tono del enfrentamiento. Musk financió la campaña del republicano y le ayudó a ganar las elecciones, mientras que Trump empezó a tomar decisiones que beneficiaban al empresario, en una simbiosis en que ambos ignoraban los conflictos de intereses. Pero igual que ambos se han ayudado, también pueden hacerse daño —mucho daño— mutuamente.
El presidente, el hombre más poderoso de Estados Unidos, tiene más herramientas para perjudicar a Musk, pero el empresario, el hombre más rico del mundo, también tiene sus armas. Los contratos públicos y la regulación forman parte del arsenal nuclear de Trump; el dinero para las campañas y la red social X integran el de Musk.
Quizá conscientes del poder de destrucción mutua, ambos han tratado de enfriar la contienda, que parecía una versión dialéctica de los combates de lucha libre a los que acudían como amigos no hace mucho. “Sinceramente, he estado muy ocupado trabajando con China, Rusia e Irán. No pienso en Elon Musk, solo le deseo lo mejor”, dijo este viernes Trump en la Casa Blanca.
El presidente, sin embargo, insistió en la amenaza que había vertido el día anterior contra el empresario. “La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles y miles de millones de dólares, es poner fin a las subvenciones y contratos gubernamentales de Elon. ¡Siempre me ha sorprendido que Biden no lo hiciera!“, escribió el presidente el jueves en Truth, su red social.
Este viernes, a bordo del Air Force One, el avión presidencial, le preguntaron por ello y no se retractó: “Lo analizaremos todo. Es mucho dinero, es un montón de subvenciones, así que lo estudiaremos”, dijo Trump, añadiendo que esos contratos y ayudas se mantendrán “solo si es justo para él y para el país”, según dijo.
Las empresas de Musk, entre las que se incluyen SpaceX y Tesla, se benefician de miles de millones en contratos o subvenciones federales. SpaceX, una de las startups más valiosas del mundo con un valor de mercado de 350 000 millones de dólares, ha recibido más de 22.000 millones de dólares en contratos no clasificados del Departamento de Defensa y la NASA desde el año 2000, según datos de Bloomberg Government.
Rescindir los contratos no es tan sencillo por razones legales. Tampoco es fácil dejar de contar con sus empresas sin que Trump renuncie a sus propias ambiciones en la carrera espacial (prometió en su discurso inaugural la llegada a Marte) o incluso de defensa, pues SpaceX es líder indiscutible en el sector y su papel puede ser clave para la implantación de la Cúpula Dorada contra misiles que planea.
La regulación puede marcar la diferencia también para las empresas de Elon Musk. Tal y como el empresario deseaba, el Departamento de Transportes anunció que avanzará hacia la adopción de normas nacionales para el coche autónomo, con el fin de sustituir el mosaico de regulaciones estatales. También anunció que las empresas que desarrollan coches autónomos podrán quedar exentas de ciertas normas federales de seguridad en sus pruebas. Asimismo, simplificará los requisitos de notificación de accidentes relacionados con las funciones de conducción autónoma, que tantos quebraderos de cabeza han traído a Tesla, cuyos coches parecen desorientarse en condiciones de mala visibilidad, al no contar con radares en su sistema.
Esas regulaciones pueden definir el futuro de los robotaxis, los coches autónomos en los que Tesla tiene depositada gran parte de sus esperanzas de futuro, una vez que otras compañías la han alcanzado o superado en la fabricación de coches eléctricos y su compañía ha ido perdiendo cuota de mercado. Además, flexibilizar los requisitos de emisiones dejaría a Tesla sin los cientos de millones que ingresa de otros fabricantes por los derechos regulatorios que genera al fabricar coches eléctricos.
La regulación también puede marcar el desarrollo de los cohetes de Elon Musk. En sus mítines de campaña, el hombre más rico del mundo sostenía sin fundamento que si ganaba las elecciones Kamala Harris se instauraría en Estados Unidos un régimen de partido único. En ese caso habría duras regulaciones y “llegar a Marte será imposible”. “Nos quedaremos para siempre confinados en la tierra”, advirtió en uno de los mítines. “Podría ser que un pequeño esfuerzo extra en el registro de votantes decida todo el futuro de la civilización”, proclamó tajante entonces.

Fronterizas con la regulación están todas las investigaciones que organismos federales tienen abiertas sobre Elon Musk y sus empresas. La Comisión de Valores y Bolsa (SEC) investiga, entre otros, su presunto fraude en la compra de Twitter. Las autoridades laborales, las posibles prácticas discriminatorias o abusivas de algunas de sus empresas. La Autoridad Federal de Aviación (FAA) y la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) indagan las aparentes infracciones de SpaceX en sus pruebas. Musk contaba con que la Administración de Trump diera carpetazo a esos casos. El presidente no se moja. “No tenía ni idea de que hubiera ninguna... Dejaré que hablen por sí mismas. No tengo ni idea”, dijo este viernes en el Air Force One.
Trump podría tomar medidas más drásticas de venganza, como ha hecho contra otras personas e instituciones. Tiene en su mano impulsar nuevas investigaciones sobre el magnate por asuntos variados, desde su consumo de drogas a su estatus migratorio, pasando por sus vínculos con China o su supuesto intento de acceder a información clasificada en el Pentágono. Puede retirarle sus credenciales de seguridad o inventarse nuevas formas de castigo como ha hecho con las universidades, los despachos de abogados o los rivales políticos en su deriva autoritaria.
Tesla se desplomó el jueves en Bolsa ante el enfrentamiento entre ambos. “Cuando el valor de una empresa puede caer 100.000 millones de dólares —unas 400 veces lo que Elon invirtió en la elección de Trump— debido a las relaciones interpersonales entre un consejero delegado y el presidente, esto sugiere que la política no se basa realmente en los mejores intereses del pueblo estadounidense", tuiteó Justin Wolfers, profesor de Economía de la Universidad de Míchigan.
“Al amenazar con rescindir los contratos de Elon, Trump muestra a todos los ciudadanos y residentes de Estados Unidos que han perdido su libertad. Los contratos, los derechos, los visados y las leyes no valen ni el papel en el que están escritos si no se está a buenas con el gobernante”, escribió Ricardo Hausmann, profesor de la Escuela Kennedy de Harvard.
Las bazas de Musk
El multimillonario cuenta con sus propias bazas en el caso de una guerra sin cuartel entre ambos, o incluso en una de baja intensidad. Musk tiene menos poder que el presidente, pero tiene más dinero y más tiempo, como subrayó al sugerir algo en qué pensar a la hora de tomar partido: “A Trump le quedan tres años y medio como presidente, pero yo estaré por aquí durante más de cuarenta”, tuiteó.
Musk aportó cerca de 300 millones de dólares a la campaña de Donald Trump y los republicanos. El empresario cree que el presidente no habría ganado sin su ayuda; Trump cree que lo habría hecho de todos modos. Es imposible saberlo. Entre los votantes republicanos de las primarias, parecen inclinar más la balanza las recomendaciones de Trump que las aportaciones de Musk. Sin embargo, el dinero para campaña nunca sobra y las elecciones legislativas de 2026 se prometen muy ajustadas, de modo que la financiación puede marcar la diferencia.
Si por la intervención (o la falta de ella) de Musk, los republicanos pierden la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad del mandato de Trump, su agenda legislativa quedará bloqueada y el Congreso someterá a escrutinio estricto a su Gobierno. Musk incluso ha coqueteado con la idea de impulsar un tercer partido. Aunque no es precismente el hombre más popular del mundo y sus posibilidades serían nulas, podría robar más votos a los republicanos.
El empresario, además, es dueño de la red social X, en la que puede dar peso a los mensajes contrarios a Trump. Obviamente, el presidente tiene un megáfono enorme para cualquier declaración, pero el altavoz de Elon Musk no es despreciable. Al dueño de la antigua Twitter no le importa difundir bulos sin cesar y sus mensajes no solo llegan a sus 220 millones de seguidores, sino a todos los usuarios de la red social, cuyo algoritmo domina. A quién silenciar y a quién amplificar está en su mano.
Musk también podría tratar de boicotear algunos programas de Trump, como los espaciales y de defensa, aunque eso sería como dispararse en el pie, pues sería a costa de perder contratos. Cuando Trump amenazó con cancelar contratos a sus empresas, Musk anunció que SpaceX comenzaría a desmantelar su nave espacial Dragon, un enlace fundamental con el espacio para Estados Unidos, que depende de la empresa del multimillonario para transportar carga y astronautas a la Estación Espacial Internacional. Luego, se echó atrás.
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