Meloni y Macron se reúnen más de tres horas en Roma para superar las fricciones en sus relaciones
Los líderes de Italia y Francia, muy enfrentados en los últimos meses, buscan una nueva imagen de unidad y reafirman su “apoyo inquebrantable” a Ucrania

Giorgia Meloni y Emmanuel Macron han dado este martes un nuevo impulso a su relación con una inusual reunión bilateral de más de tres horas que ha buscado poner fin a meses de fricciones que han llegado incluso al plano personal. El objetivo era ofrecer una imagen de unidad en un complejo momento internacional en el que la UE no puede permitirse escenas de división interna. La cita empezó a las seis de la tarde, con una foto en la que ambos se estrecharon las manos y sonrieron a las cámaras. Siguió una larga reunión de ambos líderes, que duró casi hasta las diez de la noche, y una cena de trabajo.
Solo al borde de las 11 de la noche ambos mandatarios emitieron un comunicado conjunto en el que la idea más repetida eran “convergencia”. Italia y Francia, señalaron, “pretenden reforzar su compromiso común con una Europa más soberana, más fuerte y más próspera, orientada sobre todo a la paz y capaz de defender sus propios intereses y proteger a sus ciudadanos”.
El punto más importante del encuentro era la guerra de Ucrania, donde Macron y Meloni han exhibido vistosas diferencias a la hora de afrontar el problema. Mientras el presidente francés lidera una iniciativa con Alemania y Polonia que estudia el envío de tropas, la líder italiana se ha mantenido al margen y crítica con la idea. Pero el comunicado es un intento de cierre de filas: “Más de tres años después del inicio de la agresión rusa y tras las conversaciones entre Ucrania y Rusia en Estambul, el apoyo firme e inquebrantable de Francia e Italia a Ucrania es aún más necesario para alcanzar una solución justa y duradera, lo que presupone un ambicioso cambio de escala en la defensa europea, tanto en términos de inversiones como de apoyo a la base de defensa industrial y tecnológica europea”.
Macron y Meloni han abordado la situación de Oriente Medio, de Libia y las relaciones con Estados Unidos, los principales temas sobre la mesa. También, según señala la nota, se han mostrado en sintonía en la agenda europea “en la simplificación regulatoria, las inversiones públicas y privadas, la energía y la plena aplicación del principio de neutralidad tecnológica, y, de forma más general, en las condiciones necesarias para que las empresas europeas compitan en igualdad de condiciones”. En concreto, señalaron a sectores en transición “como la automoción y la siderurgia, que requieren un fuerte compromiso europeo, así como a sectores más avanzados, como la inteligencia artificial, las energías renovables descarbonizadas, como la nuclear, y el espacio”.
Los dos líderes han fijado la próxima cumbre entre Italia y Francia ya para el inicio de 2026. Ha sido un gesto claro para recuperar una relación que nunca fue buena entre Meloni y Macron. Más por el lado de la presidenta del Consejo de Ministros italiana, que siempre percibió cierta arrogancia en el carácter de su interlocutor, que por el del propio Emmanuel Macron, normalmente interesado en agradar a sus socios internacionales.
Los episodios extraños, los desencuentros, incluso en el terreno personal, se sucedieron desde que Giorgia Meloni ganó las elecciones en septiembre de 2022. Pero fue el pasado 16 de mayo, en Albania, durante la reunión de países europeos, cuando ambos líderes se acercaron a un punto de no retorno que encendió todas las alarmas en la diplomacia de ambos países. Sus representaciones han trabajado durante dos semanas para preparar el encuentro reparador de este martes en Roma. Un deshielo que debería engrasar las relaciones de dos países fundadores de la UE en un momento crucial.
Aquel día Macron, el alemán Friedrich Merz, el británico Keir Starmer, el polaco Donald Tusk y el ucranio Volodímir Zelenski se reunieron tras la cumbre celebrada en Tirana, la capital de Albania, en la que también había participado Meloni, y llamaron de forma conjunta al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Ella, que presume de una gran relación con el actual inquilino de la Casa Blanca, se quedó fuera de aquella comunicación. En Italia comenzó el runrún, acusándola de tener un papel irrelevante en las conversaciones internacionales para alcanzar un acuerdo de paz.
“Italia ha declarado que no está dispuesta a enviar tropas a Ucrania. No tendría sentido participar en formatos que tienen objetivos con los que no estamos de acuerdo”, se defendió la líder ultraderechista. Pero Macron la desmintió con dureza, acusándola incluso de difundir noticias falsas: “No hemos hablado de tropas, sino de un alto el fuego. Ya bastan las informaciones falsas de los rusos”, lanzó. Meloni, simplemente, no estaba invitada.
El concepto de “formato” ha sido muy utilizado por la mandataria italiana para remarcar que son iniciativas anómalas al margen de la UE y, sobre todo, de Trump, en las que ve un afán de protagonismo de Macron. “Hay que abandonar los personalismos, la prioridad es la unidad de Occidente”, afirmó Meloni. Además de lo personal, obviamente también pesan las diferencias ideológicas, pues Meloni representa la ultraderecha soberanista que avanza en Europa. Pero la susceptibilidad ha llegado, incluso, a que la prensa italiana viera la mano de Macron en un intento de influir en el cónclave que eligió al nuevo Papa, por su almuerzo con cardenales franceses en los días previos. “Fake news”, volvió a replicar el Elíseo.
La diplomacia de ambos países se puso a trabajar tras el choque en Albania. Después de meses de tensiones y cuando la UE se juega su futuro frente a un mundo cada vez más unilateral, no es el momento para seguir exhibiendo divisiones. “No hay absolutamente ningún ostracismo hacia Meloni”, quien “siempre ha participado en los encuentros”, habían asegurado en los días previos en París. Ha sido una cita plenamente dedicada a Meloni, ya que Macron no ha visitado a su homólogo, el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, ni al papa León XIV, como acostumbran hacer los mandatarios internacionales para aprovechar el viaje a Roma.
El gabinete de Meloni también ha trabajado estos días para desdramatizar esa idea de una animadversión mutua, que crece desde hace meses como un hecho incuestionable y que hasta ahora nadie se preocupaba de desmentir. “Como se dice en Roma, se ha montado mucha nata sobre este asunto, como si fuera una cuestión personal”, aseguró la mandataria el viernes a los periodistas, a los que dice ver “muy apasionados” con el tema.
“A mí me parece todo bastante natural, lo digo sinceramente. Son naciones amigas, aliadas, con posiciones totalmente convergentes en muchos asuntos, y también a veces con divergencias. Puede ocurrir, es normal, pero no quiere decir que haya problemas personales”, repitió Meloni por segunda vez, consciente de que en realidad es el principal punto que deben desmentir, y el objetivo más básico de la reunión de este martes: una foto juntos sonriendo. Se ha subrayado, por ambas partes, que la propuesta del encuentro ha partido de París, si bien en Italia se señala que ha sido por mediación del Gobierno alemán. Todos asumen que no es momento de abrir divisiones internas. No habrá comparecencia conjunta ante la prensa y luego cenarán juntos.
Ucrania y Gaza, las prioridades
Los dos asuntos clave de la reunión de este martes eran Ucrania y la ofensiva militar de Israel en Gaza. En el primer apartado, ambos países tienen visiones distintas sobre el envío de tropas. Meloni se opone por ahora, pese al convencimiento de Macron que podría haber una modulación de dicha postura. También difieren sobre la posible implantación del artículo 5 de la OTAN en Ucrania (sin ser dicho país miembros de la Alianza Atlántica), que implicaría en el futuro la defensa automática en caso de que el país fuese agredido de nuevo.
Macron quiere involucrar a Italia en la coalición que impulsa con el Reino Unido, Alemania y Polonia, pero Meloni siempre rehúye cualquier iniciativa que signifique desengancharse de EE UU. A la primera reunión del grupo, el pasado mes de febrero, llegó ostensiblemente tarde, para mostrar que aquello casi no iba con ella y acudía a regañadientes. Actitud que ha arrastrado hasta hoy y desembocó en la escena de ninguneo de Tirana.
Sobre el conflicto en Oriente Próximo, Macron tiene previsto reconocer el Estado palestino en la próxima cumbre de la ONU en Nueva York, que presidirá junto a Arabia Saudí e Indonesia, e intenta, sin éxito, enrolar a Italia en el grupo de países de la UE que ya lo han hecho, como España o Irlanda. Roma, que el mes pasado votó en contra de revisar el acuerdo de asociación de la UE con Israel, no tiene ninguna intención de dar ese paso.
Un tercer asunto de discusión que Italia ha puesto sobre la mesa es el de la situación en Libia, que sufre una nueva fase de inestabilidad, muy preocupante para Meloni por sus posibles efectos en la inmigración que parte de sus costas, ahora mantenida a raya por las autoridades de Trípoli.
Macron, en la mira de los conservadores italianos
Macron es el blanco favorito de la derecha italiana desde que el país abrió la puerta a un vendaval populista en marzo de 2018. Ya durante el primer mandato del jefe del Estado francés, asuntos como la renegociación del acuerdo para la adquisición de los astilleros del Atlántico por el constructor naval italiano Fincantieri (finalmente abandonado), o rivalidades en torno al expediente libio, crearon un clima enrarecido entre París y Roma. Esto culminó en la crisis diplomática bilateral de 2019, con la visita del viceprimer ministro Luigi Di Maio a un comité de chalecos amarillos en el Loiret.
La fase siguiente, con los gobiernos Conte II y luego Draghi, marcó una reconciliación con la firma del Tratado del Quirinal en 2021. Pero la llegada al poder de Giorgia Meloni en 2022 enrareció, de nuevo, la relación.
Lo importante ahora, insistían desde París, es estar “de acuerdo” en lo esencial y centrarse “en lo fundamental”. Como gestos de acercamiento, se prevé que Meloni acuda a la conferencia de la ONU sobre los océanos de Niza, el próximo fin de semana, y que Macron asista a la conferencia internacional para la reconstrucción de Ucrania que Meloni está organizando en julio en Italia.
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