Dolor y esperanza frente a los escombros tras el ataque ruso en Kiev: “Daria sigue todavía desaparecida”
Decenas de rescatistas, bomberos y miembros de las Fuerzas de Seguridad remueven los restos tras el bombardeo ruso en el barrio de Sviatoshynskyi para recuperar posibles supervivientes

Las lágrimas que iluminan los ojos de Lina, de 29 años, amenazan con brotar mejilla abajo mientras espera noticias de su compañera de trabajo, Daria, de 27. La joven, empleada de un comercio de cosméticos, es una de las personas que permanecen desaparecidas tras un intenso bombardeo de Rusia sobre diferentes distritos de Kiev y que en este lugar del barrio de Sviatoshynskyi (en el oeste de la capital) ha causado, al menos, 12 muertos y casi un centenar de heridos mientras los restos de una víctima están pendientes de ser identificados.
Lina (no ofrece su apellido) no quiere adelantar acontecimientos. Se muestra esperanzada, pese al panorama que tiene delante, trascurrida una decena de horas desde el ataque. Junto a otras trabajadoras del comercio, observa desde medio centenar de metros de distancia las tareas de rescate entre los escombros de uno de los edificios alcanzados. Grúas, excavadoras, camiones y decenas de hombres de diferentes cuerpos se afanan entre nubes de polvo en remover con cuidado cascotes y restos de todo tipo en un intento de extraer todavía a personas con vida.
El misil empleado es un modelo balístico KN-23 de fabricación norcoreana, confirman fuentes militares locales a la agencia Reuters, que informa de que una decena de personas están desaparecidas y podrían seguir sepultadas. El Kremlin asegura que los objetivos del ataque, el peor sobre Kiev desde el verano pasado, eran militares. Ucrania acusa a Corea del Norte de facilitar armamento a Rusia y romper así el embargo impuesto a Moscú por la invasión a gran escala lanzada en 2022 sobre su país vecino.
De los 215 drones y misiles lanzados sobre diferentes regiones de Ucrania entre la tarde del miércoles y la madrugada del jueves, muchos de ellos sobre Kiev, las defensas antiaéreas ucranias, con la participación de aviones de combate F-16 y Mirage, lograron interceptar 112. Eso no impidió grandes daños en diferentes barrios de la capital y el elevado balance de víctimas en la que está considerada como la ciudad más protegida del país. Las fuerzas rusas han empleado misiles aire-tierra, tierra-tierra y mar-tierra de diferentes tipos, así como aparatos no tripulados modelo Shahed y varios denominados drones señuelo para tratar de despistar a la defensa local. El ataque se ha llevado a cabo desde distintas regiones rusas y desde la ocupada península de Crimea, detallan las Fuerzas Aéreas de Ucrania.
Lina y sus compañeras atienden embargadas por la incertidumbre cuando un agente de policía se les acerca desde el interior de la cinta que las separa de la zona de intervención. Alguna se teme lo peor mientras el uniformado empieza a repasar citando entre dientes los nombres de la lista que aparece en la pantalla de su móvil, que mantiene enchufado a una batería que lleva en la misma mano. Tras un par de minutos se giran y se miran unas a otras. “Daria sigue todavía desaparecida”, apunta Lina al reportero con cierto alivio. Han tratado sin éxito de llamar a su número de móvil. Hasta el momento, lo único que saben es que el ataque pilló a Daria en casa junto a su marido, Oleg, que es uno de los heridos trasladados a un hospital.
Una nube negra se cierne sobre Sviatoshynskyi pasado el mediodía mientras empieza a chispear, pero ninguno de los que espera la suerte de los desaparecidos se mueve. Kate, de 16 años, también aguarda junto a otro grupo de jóvenes para conocer el paradero de uno de sus amigos. Se trata de Danylo, estudiante de 17 años, residente en uno de los apartamentos que han saltado por los aires. Su cuerpo permanece sin localizar, al igual que el de sus padres. Solo su hermana ha sido rescatada y está siendo atendida en un centro médico de la capital, añade la joven.
Los daños son apreciables en cientos de metros a la redonda. Cristales y ventanas reventados, escombros que van siendo retirados para que las calles sean transitables, vehículos inservibles… Con el paso de las horas, la infraestructura de emergencias se ha ido ampliando ante la existencia todavía de víctimas sin localizar, aunque nadie ofrece una estimación de las personas que podrían seguir atrapadas ―vivas o muertas― entre los restos del ataque. Los empleados ―bomberos, policías o rescatistas― que salen del interior del cordón afirman que no están autorizados a ofrecer información.
Grupos de vecinos, convertidos en voluntarios, van y vienen cargando comida y bebida para los integrantes de los cuerpos de emergencia y seguridad. Hay varias carpas instaladas en el entorno del lugar del bombardeo donde se atiende a damnificados, se coordinan los datos en torno a las víctimas y se reparte café e infusiones. Algunos de los habitantes presentes reclaman nerviosos, en medio de rumores y comentarios, que solo se atienda a los datos que provienen de fuentes oficiales.
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