Cárcel para una mujer de Hong Kong que maltrató a su sirvienta
Law Wang-Tung atacó física y psicológicamente a su empleada doméstica durante meses

"Seis años de cárcel no son suficientes por el crimen que cometió contra mí", dijo Erwiana Sulistyaningsih a la salida de la corte del distrito de Wanchai después de presenciar la sentencia contra Law Wan-Tung, su antigua empleadora, acusada de 21 cargos, entre ellos moratoria de pago salarial y maltrato físico y psicológico contra ella misma y su predecesora, Tutik Lestari Ningsih, ambas presentes en la sala al pronunciarse la sentencia.
A pesar de los "factores mitigantes" que presentó la Defensa, como el hecho de que Law no tiene antecedentes criminales y donó durante los últimos años 70.000 dólares de Hong Kong (unos 8.000 euros) a organizaciones de beneficencia, la juez Amanda Woodcock calificó el comportamiento de Law, exesteticista de 44 años, de "menospreciable", y dictó seis años de prisión, además de una multa de 15.000 dólares de Hong Kong (unos 1.725 euros).
Erwiana se lamentó de que la sentencia "leve" daría a entender que Hong Kong es tolerante del "maltrato y la esclavitud" de los trabajadores extranjeros. Varias organizaciones de defensa de derechos laborales también se sumaron a la crítica.
"La acusada no mostró compasión hacia aquellos que considera sus inferiores y sus donaciones no compensan su comportamiento abusivo", dijo Woodcock ante una sala repleta. Law la escuchó desde detrás del cristal con la mirada perdida. La misma corte la había declarado culpable hace dos semanas de 18 de los 21 cargos de los que estaba acusada.
Woodcock destacó que la víctima sufrió varias formas de maltrato: una vez fue expuesta a un ventilador tras una ducha fría, de pie y completamente desnuda en pleno invierno; en otra ocasión, Law retorció el tubo metálico de una aspiradora en la boca de la víctima, causando laceraciones labiales. La juez dijo que con este hecho la empleadora había "infligido daño físico" de forma intencionada.
Erwiana sufrió, durante ocho meses de servicio en la residencia de Law, rotura de dientes, golpes causantes de múltiples hematomas y extensa irritación epidérmica, además de humillación verbal y física. Law finalmente le puso a su víctima un pañal de adultos, disimuló sus heridas con maquillaje y la envío en un vuelo de vuelta a Indonesia, no sin antes amenazarla, a ella y a su familia, si revelaba su largo calvario en la excolonia británica.
En Hong Kong, una metrópolis de siete millones de habitantes, hay más de 300.000 trabajadores domésticos extranjeros, casi en su totalidad, mujeres provenientes de familias humildes de Indonesia y de Filipinas. El salario mínimo del sector es de 4.100 dólares de Hong Kong (unos 470 euros), casi la mitad del que se aplica en otras actividades económicas. Además, las empleadas domésticas son obligados a vivir en la residencia de sus empleadores y están sometidas a las prácticas abusivas de las agencias de empleo transnacionales, como el cobro de comisiones exorbitantes que luego son deducidas del magro salario mensual.
Leo Tang, secretario de la Confederación de Gremios Laborales de Hong Kong, cree que hace falta una exhaustiva revisión del sistema legal discriminatorio vigente, pero reconoce que es difícil conseguir suficiente apoyo popular porque el otorgamiento, por ejemplo, del mismo salario mínimo a los extranjeros impediría el acceso de familias menos acaudaladas a una sirviente que cuide de sus hijos o ancianos durante horas laborales.
Erwiana, aprovechando la rara oportunidad de atención pública sobre la situación de las trabajadoras domésticas migrantes, dijo con su tímida voz que no es la única que ha sufrido: "Somos muchas".
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