La extrema derecha pone en suspenso al Gobierno conservador holandés
Las exigencias del líder xenófobo Geert Wilders para aprobar los presupuestos del Ejecutivo conservador amenaza con dejar al país sin gabinete de forma inminente


Solo dos años después de llegar al poder, la coalición holandesa de centro derecha amenaza con romperse por culpa de las exigencias de la extrema derecha en plena crisis financiera. En minoría y necesitado de la ayuda parlamentaria del líder xenófobo, Geert Wilders, el Gobierno debe ahorrar entre 9.600 y 16.000 millones de euros en 2013. De no hacerlo, el déficit presupuestario nacional llegará al 4,6%, muy por encima del 3% exigido por la UE. Formado por liberales y democristianos, el Gabinete pretende un ajuste que reporte beneficios a largo plazo y afectará al estado de bienestar. En particular, seguridad social, empleo y sanidad. Wilders prefiere desmantelar la ayuda al desarrollo, sector donde Holanda es pionera. Hoy ha amenazado con abandonar unas negociaciones iniciadas el pasado 5 de marzo. Ello provocaría la caída del Gobierno, y Mark Rutte, primer ministro liberal, le ha pedido que lo piense una noche más.
Con esa promesa han abandonado los tres partidos Catshuis, la residencia oficial de los mandatarios holandeses (usada solo para actos oficiales) en La Haya. En bicicleta para aprovechar un luminoso día primaveral, Rutte ha admitido que “la situación es muy difícil”. También ha asegurado al Parlamento que tendrá listo el plan de ajuste para el 30 de abril. Concluye entonces el plazo fijado por la Comisión Europea para saber si el ahorro impuesto por Holanda evitará superar la barrera del 3% de déficit. Antes, sin embargo, puede haber cambiado el panorama político nacional.
Para Wilders, que ha dejado su huella en la política de inmigración y asilo (mucho más estricta), el ajuste no puede comprometer los beneficios sociales que le han hecho popular. Además de su línea dura con los extranjeros y el Islam, el millón y medio de seguidores del líder xenófobo aplaude su firmeza a la hora de proteger los beneficios fiscales derivados de las hipotecas. O bien la edad de la jubilación (67 años a partir de 2025). Con todo, su Partido de la Libertad presenta ya la primera grieta. Esta semana ha dimitido Hero Brinkman, uno de sus diputados más señalados y polémico. Él dice que el partido es “como la Stasi”, la policía secreta de la República Democrática de Alemania durante la guerra fría. “Wilders lo decide todo y nadie se atreve a contradecirle”, ha dicho. Wilders calla, pero es posible que la falta de democracia interna de su grupo, que no tiene afiliados ni congreso anual, acabe siendo su talón de Aquiles.
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