Gaza, reserva sioux
Estamos yendo hacia atrás en el tiempo a gran velocidad y reparar barbaridades pasadas ahora se considera ‘woke’


El 29 de diciembre de 1890, en Dakota, el séptimo de caballería hizo prisioneros a 300 indios sioux, tanto guerreros como mujeres, ancianos y niños. Los rodearon con ametralladoras y los instaron a entregar las armas y rendirse. Un tal Coyote Negro no arrojó su fusil (luego resultó que era sordo), hubo un forcejeo, se disparó un tiro y los soldados abrieron fuego contra la multitud inerme. Hay fotos en blanco y negro. Durante un tiempo hubo debate sobre cómo llamar a aquello: en principio fue la batalla de Wounded Knee, luego empezó a ser la masacre de Wounded Knee, aunque algunos no estaban de acuerdo. De hecho, a los soldados que participaron en la matanza se les dio la medalla de honor del ejército estadounidense. Más de un siglo después esto parecía un poco fuerte y la Casa Blanca comenzó a retirarlas. Pero las cosas han cambiado, como seguramente saben.
El nuevo secretario del Departamento de Defensa, Pete Hegseth, veterano de Irak y Afganistán, presentador de Fox News, le ha cambiado el nombre a Departamento de Guerra. El otro día reunió a cientos de generales en la base de los marines de Quantico, Virginia, para arengarlos como si estuviera en un reality, paseando por el escenario: “Nuestro deber es prepararnos para la guerra y ganarla”. Entre otras cosas, ha decidido parar el proceso para retirar aquellas medallas de Wounded Knee. Cree que estuvieron bien dadas y quiere “dar prioridad a la capacidad de combatir más a lo políticamente correcto”. Si mirar el pasado para comprender las barbaridades que se cometieron y repararlas en la medida de lo posible se considera woke, qué decir de las que suceden ahora mismo: son masacres woke. Y los de la flotilla, perroflautas. Un truco que no falla para identificar a estos energúmenos es que, ante la duda, están siempre contra el débil, aunque vayan de víctimas y revolucionarios.
Hegseth, por si tienen la fortuna de no conocerlo, aunque quizá deberían, es un señor que lleva tatuado en un bíceps un lema de las cruzadas y en 2024 hizo esta reflexión: “Democracia, democracia. ¿Saben lo que no querían nuestros fundadores que fuéramos? Una democracia”. Esto también es un poco fuerte, dicho en el país que en 1788 aprobó la primera Constitución democrática moderna, pero es que si te pones a reescribir la historia para qué te vas a andar con tonterías. Al referirse a los fundadores, este señor estaba pensando probablemente en los más puritanos que desembarcaron en América en el siglo XVII con una visión: perseguidos y encarcelados en Inglaterra, Dios les daba una tierra prometida, como a los israelitas, para levantar su reino en un nuevo mundo. Con ese razonamiento, perdonen la expresión, estos colonos resolvieron también el inconveniente de que allí ya vivía gente antes que ellos. Se inventaron una doctrina del “destino manifiesto”: eran una nación elegida, como si le hubiera tocado la lotería, cuyo destino era siempre hacer lo que les diera la gana, con sus propias reglas, y por tanto podían apropiarse la tierra que quisieran. Es el mismo concepto que más tarde se tradujo en el “espacio vital” de las expansiones coloniales europeas y luego el nazismo.
Con estos precedentes, y dado que estamos yendo hacia atrás en el tiempo a gran velocidad, ¿qué les puede parecer más lógico, natural y divino en Gaza a individuos de esta especie (enumero en orden cronológico), cruzados, puritanos, neocoloniales y fascistoides? Muy fácil, convertir Gaza en una reserva sioux.
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