Este verano radicalízate con Vox
Tarde o temprano llega un momento en la vida de un ultra en que tiene que reflexionar y ver si realmente ha dicho todas las burradas que podía decir, no sea que se esté acomodando


Cuando la semana pasada Vox decidió plantar a Giorgia Meloni y dejar su grupo europeo para irse con el del húngaro Viktor Orbán, Patriotas de Europa, la prensa italiana contó que desde el partido español habían explicado que necesitaban radicalizarse en España. Vaya, me dije, y cómo será eso, además en verano, con la pereza que da hacer cualquier cosa un poco fuera de lo normal. ¿Exigirán un tobogán de agua desde el Valle de los Caídos hasta Cibeles? Lo hemos visto al cabo de unos días, con su ruptura con el PP, ya lo tenían pensado. Imaginen esa llamada:
― Oye, Giorgia, nada, que hemos pensado que nos vamos a radicalizar, así que te dejamos.
― ¿Me estás llamando blanda, Santiago?
― No es eso, no es eso, no eres tú, soy yo.
Tarde o temprano llega un momento en la vida de un ultra en que tiene que reflexionar y ver si realmente ha dicho todas las burradas que podía decir, no sea que se esté acomodando. Porque siempre hay alguien más joven que dice una que no se te había ocurrido, por falta de fantasía o de maldad. Aquí les ha salido el tal Alvise, nombre artístico que es italiano, Aloisio en veneciano. Por lo visto, o eso se lee por ahí aunque suena a chino, lo ha tomado de una obra de un filósofo menor del siglo XVI, Agostino Nifo, conocido por plagiar El príncipe, de Maquiavelo. Esto sí que es de nota, ser más maquiavélico que el propio Maquiavelo. Es un ejemplo de libro de adelantamiento por la derecha: dices que el fin justifica los medios y yo te copio el libro en el que lo dices. Este hombre ya habla de “deportaciones masivas” para evitar que pase lo de Francia, donde la ultraderecha ha sido derrotada por “la movilización de millones de ciudadanos de origen no francés”.
Me recuerda ese divertidísimo número de Monty Python en el que un grupo de amigos compite por ver quién tuvo una infancia más dura, en una progresión de exageraciones que lleva al delirio. Aquí es lo mismo. No solo Vox se tiene que preocupar, a Alvise pronto le saldrá competencia (a Se Acabó la Fiesta seguirá Tomemos la Penúltima o algo así), porque alguien más zumbado propondrá bombardear las playas africanas para que no salgan cayucos, él responderá doblando la apuesta diciendo que mejor construir un muro en el Atlántico con flotadores gigantes de unicornios (que serían inflados por menas en centros de acogida), pero para entonces (Vox a todo esto ya sería de centro) habrá un tercero que supere a ambos proclamando que es mejor resucitar a través del ADN batallones de Tyrannosaurus rex (que además son monárquicos) y soltarlos por África sin haber comido.
Vox se ha ido a Patriotas de Europa, el engendro de Orbán. En este campo los nombres son siempre pura fantasía semántica. Mi favorito es ANO, el partido ultra checo, que además significa “sí” en ese idioma y encima son las siglas de “Acción de Ciudadanos Insatisfechos”, y no voy a seguir estirando el chiste, que me estaría radicalizando. La idea de patriotismo, ahora tan de moda con la policía patriótica, es el comodín perfecto para engatusar a todos esos que dicen que no son de izquierdas ni de derechas, pero que dicen sentir su país más que nadie y verlo en peligro aunque los demás no lo ven. Yo les dejaría solos con su dolor, y supongo que en el PP lo que muchos se están preguntando es en qué maldita hora se pusieron a correr detrás de estos individuos. Son inalcanzables. Quizá es hora de volver, porque se hace tarde.
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