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Spotify
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El lado oscuro del ‘wrapped’ de Spotify: lo que oculta tu colorido resumen del año

El gigante del ‘streaming’ celebra la diversidad mientras su algoritmo premia la homogeneización, fomenta la música hecha por IA e incluye anuncios del ICE (a la vez que un artista latino lidera las escuchas)

Ya es algo habitual: cada diciembre reaparece el Wrapped de Spotify , o sea, ese resumen que la plataforma ofrece a cada usuario con su música más escuchada del año, llena de datos y conclusiones, como si fuese un evento cultural inevitable, un ritual colectivo que nos dice quiénes hemos sido (musicalmente) durante el año. Y, sin embargo, cada vez que lo veo desfilar por mi feed, experimento la misma sensación: ¿celebramos la música o estamos festejando que una plataforma nos haya vigilado durante 365 días y ahora nos maquete una presentación adorable con todos esos datos?

Lo llaman coloquialmente “mi resumen anual”, pero en realidad, es el suyo. Es un informe elaborado a partir de meses de seguimiento minucioso, empaquetado en gráficos animados que funcionan como distractores visuales. ¿Minutos escuchados? ¿Artistas del año? ¿Horas pasadas dentro de playlists sin principio ni fin? Todo parece alegría, compadreo, una fiesta dedicada a la vanidad musical, pero en realidad esconde otra forma de disciplinarnos: cuanto más creamos que nuestra vida cabe en uno de esos dashboards, menos preguntas haremos sobre quién decide qué y cómo escuchamos.

¿Cómo puede Spotify hablar de diversidad cuando su propio modelo algorítmico empuja hacia la homogeneización, prioriza lo funcional y acaba marginando lo local? ¿Qué sentido tiene celebrar tu ‘top’ 5 mientras ellos invierten en sistemas capaces de reemplazar a esos mismos artistas por contenido sintético más barato?

Spotify Wrapped es un dispositivo de adhesión tan sofisticado y masivo que funciona incluso cuando la plataforma se atreve a decirte a la cara cuál cree que es tu verdadera edad musical (este año, la gran y muy viral novedad es que Spotify ha calculado tu edad musical según la década que más haya abundado en tus escuchas: sí has consumido muchas canciones de los años ochenta te dice que cincuenta y pico, si eres más de los sesenta, te puede calcular hasta ochenta y algo). Voy más allá: funciona incluso cuando Spotify atraviesa el peor año de su historia reciente. Uno marcado por polémicas alrededor de las inversiones de su CEO en una empresa de armamento, por el exilio de grupos medianamente grandes, por la colonización de artistas fake creados con IA generativa, por los fraudes con streams artificiales o porque en plataforma están circulando alegremente anuncios del ICE entre playlists para adolescentes (mientras, paradójicamente, Bad Bunny lidera la lista de artistas más escuchados en el servicio).

Minutos escuchados en Spotify Wrapped 2025

Nada de eso importa, porque basta que se encienda la lumbre del Wrapped para que todo quede suspendido; como si durante una semana, no hubiera consecuencias. Durante ese intervalo, el boicot se olvida, la indignación política se diluye y la estética poligonal del “resumen anual” cubre todo con una capa de euforia compartida. Es difícil resistirse: si todo el mundo publica sus slides, ¿cómo vas tú a quedarte fuera? El Wrapped activa un FOMO identitario en el que participar es casi obligatorio para no parecer desconectado. Y esa presión social beneficia solo a la empresa: millones de usuarios generando publicidad gratuita, millones de artistas agradeciendo posiciones que, en muchos casos, apenas compensan meses de precariedad. ¿Quién se atreve a no compartir cuando el resto del ecosistema actúa como si esto fuera un acontecimiento cultural real y no una operación memética diseñada para seguir desviando nuestra atención?

“En la plataforma están circulando alegremente anuncios del ICE entre playlists para adolescentes mientras, paradójicamente, Bad Bunny lidera la lista de artistas más escuchados en el servicio"

Wrapped también revela otra cosa, aún más perversa: la facilidad con la que hemos aceptado delegar nuestra experiencia y memoria a un panel de control. Antes recordábamos nuestro año musical a través de conversaciones, conciertos, discos anotados a mano. Ahora esperamos que una interfaz nos revele qué nos emocionó, aunque sepamos de buena tinta que las métricas están amañadas y privilegian repetición sobre impacto o hábitos pasivos sobre elecciones conscientes.

Confeti, mensajes de tus artistas favoritos que simulan intimidad, tipografías en movimiento y, según la propia plataforma, mucha diversidad. “Ningún Wrapped es igual”, se oye por ahí. Un relato encantador que nos hace sentir diferentes al resto. Pero ¿cómo puede Spotify hablar de diversidad cuando su propio modelo algorítmico empuja hacia la homogeneización, prioriza lo funcional y acaba marginando lo local? ¿Qué sentido tiene celebrar tu top 5 mientras ellos invierten en sistemas capaces de reemplazar a esos mismos artistas por contenido sintético más barato?

El famoso Wrapped fabrica la ilusión de una cultura vibrante sostenida por una comunidad global, cuando la realidad es bien distinta: no sólo aceptamos que nuestra vida sonora cabe en un informe corporativo, sino que acabamos reforzando la peligrosa idea de que la música que importa es, únicamente, la que puede medirse.

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