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Pierre Rainero: “Los hombres siguen comprando más joyas para las mujeres que para ellos”

El director de Patrimonio de Cartier explica por qué la colección ‘Love’, que acaba de presentar una nueva reencarnación, sigue siendo una de las mejores joyas ‘unisex’ de todos los tiempos

Daniel García López

Pierre Rainero, director de Patrimonio de Cartier, no lleva joyas. Solo reloj y gemelos. “No me gustan las ataduras. Pero esto sí me lo podría poner”, dice, señalando a una bandejita de terciopelo con tres ejemplares —oro blanco, rosa y amarillo— de las nuevas pulseras Love. La gran novedad es que son articuladas: es el mayor cambio en la historia de esta línea de joyería que, durante décadas, ha logrado la hazaña de seducir por igual a hombres y mujeres.

Diseñada por el brillante Aldo Cipullo e introducida por primera vez en 1969, Love fue una bomba. Su estética era radical —una banda de oro tachonada de tornillos— y la narrativa, imbatible: no solo se llamaba Amor sino que se vendía con un coqueto destornillador chapado en oro para que solo tu amado, o amada, pudiera ponértela o quitártela.

Durante años los hombres solo habían usado gemelos, mecheros o pitilleras… ¿Fue Love la manera de que las joyas volvieran a tentar a los hombres? Esa es una percepción reciente. El anillo Trinity lo han llevado ambos sexos, y se han diseñado otros para hombre, con la insignia de una universidad o de una familia. Los hombres han llevado pulseras, cadenas, ¡incluso pendientes!

Pero los setenta fueron más extravagantes. Sí, de repente se abrió la veda y los hombres empezaron a llevar pelo largo. El siglo XIX mató la libertad de los hombres para vestir. Hubo que esperar muchísimo hasta que se flexibilizara… Dandi, al principio, era una palabra despectiva.

Tiene sentido que una pieza de joyería inspirada en artículos de ferretería triunfara con la estética de hombre macho de los setenta. Fue una coartada, claro. Por eso un joyero debe saber trabajar con lo simbólico. Pertenecer a un lugar o a una universidad para ponerte un anillo, en cierto modo, también es una coartada. Como un tatuaje.

¿Sigue siendo popular el gran gesto de amor como momento de compra de joyas? No creo que lo sea menos. Los hombres siguen comprando más joyas para las mujeres que para ellos. El gran cambio es que las mujeres compran sus propias joyas también.

Alguien dijo que las joyas son talismanes para diario. Pueden ser un escudo o un trofeo. O una recompensa. Desde luego, son mucho más que un ornamento. Los materiales preciosos están inscritos en los mitos profundos de la historia. Las joyas provocan un efecto en el prójimo, una fascinación más allá de lo que imaginamos. Nuestra relación con la joyería no sigue las normas de lo establecido. Habla tu fuero interno. Es un retrato de tu yo interior.

Love puso la joyería en lugar más sexy. El ritual del destornillador, la posesión, el sexo… Es sensual. ¡El amor tiene muchas dimensiones!

La nueva versión de la pulsera Love mantiene la decoración de cabezas de tornillo, pero no requiere destornillador: el usuario ya no necesita partenaire para operar. “El tornillo es un símbolo de pertenencia, pero ahora está articulado, fragmentado”, afirma el director de Patrimonio de la maison. Puede que las Love de 2025 sean más individualistas —solo el usuario aprecia que no es una pulsera rígida, es un trabajo bastante sutil—, pero, narrativas aparte, como explica Rainero, cumplen con una de las máximas fundamentales de Cartier: “Objetos elegantes para la vida diaria”.

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.
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