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¿Sumisión o resistencia? Qué hay detrás del ‘traje’ que Zelenski llevó en su reunión con Trump

El presidente de Ucrania ha cambiado por algo más formal el polo militar por el que el mandatario estadounidense le ridiculizó. Salvo que no es un traje

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, con chaqueta y camisa negra en su visita a Washington.Foto: MANDEL NGAN
Carlos Primo

El diccionario establece que un traje es un conjunto formado por una chaqueta y un pantalón de la misma tela que, habitualmente, se viste con camisa. Durante décadas, fue el uniforme diario de millones de hombres en todo el mundo. Hoy lo sigue siendo en muchos terrenos, especialmente en el de los poderosos. El traje se viste en cumbres políticas, juntas de administración, reuniones directivas, encuentros protocolarios. Y eso fue probablemente lo que vio Donald Trump cuando recibió al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca el lunes: una chaqueta, un pantalón y una camisa. Puede que también lo percibiera como una claudicación o un signo de sumisión, porque en su anterior visita a la Casa Blanca, Trump y JD Vance afearon a Zelenski su atuendo —polo negro de manga larga con escudo nacional y pantalones gastados—, en una monumental bronca televisada con atisbos de encerrona de reality show. El nuevo look de Zelenski, más sobrio y elegante, era un intento de evitar la escena de febrero. Sin embargo, en la política, la diplomacia y la indumentaria toda decisión admite varias lecturas. Y el nuevo guardarropa del ucranio tiene muchas.

Entenderlo requiere contexto histórico. La sastrería clásica, hija de la Gran Renuncia Masculina que tuvo lugar en los albores de la revolución industrial, aspiraba a erradicar el oropel del armario viril para sustituirlo por una especie de uniforme: el objetivo era proyectar la idea de que los negocios o la política son más importantes que el color de una levita, y crear una especie de consenso común que permitiese a hombres —siempre hombres— de distintas culturas y orígenes sociales conversar en aparente —pero solo aparente— igualdad de condiciones. Por decirlo de otro modo: si todos llevan traje, el traje (o el debate en torno a él) desaparece. El traje se inventó para no tener que hablar del traje.

Sin embargo, desde el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en 2022, Volodímir Zelenski sustituyó el traje protocolario por prendas militares. Era una forma de subrayar lo excepcional de la situación: estamos en guerra. En cumbres, reuniones, recepciones reales y visitas oficiales ha lucido camisetas, sudaderas, chaquetas militares, pantalones cargo y botas de combate, siempre en verde camuflaje o negro. Su armario se ha convertido en una eficaz herramienta de imagen y comunicación política. Es el presidente de un país invadido, no el socio de un club de caballeros. Para qué vestir normal si lo que está pasando no es normal.

Zelenski y Trump en la Casa Blanca, el 18 de agosto de 2025.

Por eso conviene prestar atención a los detalles de la ropa elegida por Zelenski para su nueva visita al Despacho Oval el 18 de agosto. Un primer vistazo arroja la imagen superficial de un traje: silueta recta, hombros cuadrados, chaqueta con solapas, camisa. Un análisis más detenido revela que no estamos ante una chaqueta de traje corriente, sino ante un diseño muy particular. Por ejemplo, cuenta con cuatro bolsillos de parche frontales, inspirados en los de las chaquetas militares e impensables en un traje de negocios. Tampoco el color es el convencional: en la sastrería clásica, el negro está reservado al luto o a los eventos nocturnos.

En la gramática indumentaria de Zelenski, el negro es un signo de sobriedad que recuerda la gravedad de la situación, que ya se prolonga desde hace más de tres años. Por eso elige una camisa negra, probablemente el detalle más chocante. Aunque es habitual que los mandatarios lleven distintos cortes y tipologías de chaqueta —de traje, americana, blazer—, casi siempre las combinan con una camisa de tonos claros y una corbata oscura o de un tono apagado. La camisa negra de Zelenski sí es un gesto sin precedentes. La lleva sin corbata, abrochada hasta el último botón, con una silueta rectilínea más cercana a la sobriedad eclesiástica o militar que al look financiero de Trump y su entorno. De hecho, es más moda que cualquier cosa que hayamos visto en una cumbre internacional: desde hace años, las combinaciones monocromas de chaqueta y camisa forman parte del lenguaje de Prada, Armani o Zegna.

Los pantalones rectos, sin adornos ni demasiados detalles, dan paso a la única concesión literal al guardarropa militar: sus sempiternas botas de combate, con gruesa suela de goma, a años luz de los zapatos de vestir de sus interlocutores. Por muy mullidas que sean las alfombras del Despacho Oval, seguimos en territorio bélico.

La chaqueta informal con que Zelenski ofreció una rueda de prensa después del encuentro con Trump también forma parte de su nuevo guardarropa, y es similar a la que lució en el funeral del Papa Francisco.

En cierto modo, ni siquiera se puede acusar a Zelenski de haberse vestido para Trump, o de haber transformado su estilo para satisfacer a Trump, porque no es la primera vez que luce este nuevo look en público. El conjunto forma parte de una colección elaborada a medida por el diseñador ucraniano Viktor Anisimov con el objetivo de ampliar el guardarropa presidencial con prendas más formales que cumplan el protocolo sin renunciar a la carga simbólica de la indumentaria militar. Cuando lo estrenó por primera vez, en los funerales del papa Francisco la pasada primavera, la publicación especializada WWD le dedicó un amplio artículo en el que el diseñador afincado en Kiev explicaba que su objetivo era conservar “la idea del uniforme militar y, al mismo tiempo, reimaginarlo desde el diseño moderno, para crear una imagen sobria, práctica y digna que refleje la realidad que vive nuestro país”.

En aquella ocasión, en el Vaticano, Zelenski lució una chaqueta abotonada con sendos bolsillos de parche en el pecho, una prenda que también vistió el lunes en la rueda de prensa que ofreció tras el encuentro con Trump, ahora ya con camiseta de cuello redondo. Todo, en negro riguroso. La colección incluye una veintena de prendas de distintas clases, elaboradas en Ucrania y con tejidos responsables. En cierto modo, ya no es solo ropa, sino diseño que, como mandan los cánones de la modernidad, implica subordinar la forma a la función. Vanessa Friedman, en The New York Times, lo ha descrito como “una especie de zona estilística desmilitarizada entre el bando del combate y el clásico. No hay corbata, pero tampoco pantalones cargo”.

El 26 de abril, Zelenski asistió al funeral del papa Francisco con una chaqueta y camisa negras de su nuevo guardarropa, diseñado por el ucraniano Viktor Anisimov.

Este look semi desmilitarizado parece haber cumplido su cometido. El lunes, al encontrarse, Trump elogió el aspecto de Zelenski. La respuesta del ucraniano —“es lo mejor que tengo”— es menos improvisada de lo que parece. Porque, en efecto, para Zelenski esta chaqueta y esta camisa representan el máximo de formalidad admisible. Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el ucranio acuñó una respuesta que ha ofrecido invariablemente a todo el que le ha preguntado por su ropa: ya habrá tiempo de llevar traje cuando acabe la guerra. Es agosto de 2025, la guerra no ha terminado y Zelenski sigue sin llevar traje. Pero ha encontrado una fórmula propia que le permite mantener su coherencia sin poner el foco en algo tan irrisorio como su aspecto. Aunque sigamos hablando de ello.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM
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