Gorillaz, la gran broma musical de Damon Albarn que acabó superando en fama a Blur
Una exposición celebra en Londres los 25 años del grupo virtual creado por el líder de Blur que acabó siendo más famoso que su banda

House Of Kong es el título de la exposición que entre el 8 de agosto y el 3 de septiembre se podrá visitar en el Copper Box Arena de Londres y que se ha presentado como “una celebración del universo de Gorillaz”. Las entradas más baratas están un poco por encima de los 30 euros, pero parece que se agotarán rápidamente. El 25 aniversario del nacimiento del grupo ha sido la excusa perfecta para esta conmemoración, y se acompañará de una residencia en directo de la banda, que, de momento, ha anunciado cuatro conciertos exclusivos (tres de ellos interpretando sus tres primeros álbumes al completo, y otro presentado como “show misterioso”).
Aparte de eso, Gorillaz acaba de confirmar que el 20 de septiembre actuará en los terrenos de la Universidad Autónoma de Madrid, en un nuevo festival denominado Pulse Of Gaia, con las entradas más económicas por encima de los 100 euros.
Probablemente nadie, ni el propio Damon Albarn, se imaginó que un proyecto multimedia como aquel, que surgió medio en broma, iba a adquirir tal éxito y longevidad. Aunque el debut discográfico de Gorillaz se produjo en noviembre del 2000, con el single Tomorrow Comes Today, lo cierto es que el líder de Blur y el ilustrador Jamie Hewlett (autor de la célebre serie de cómics Tank Girl) idearon el proyecto en 1998, cuando ambos compartían piso en Londres. Los dos acababan de romper con sus respectivas novias (Justine Frischmann y Jane Oliver, de Elastica), y empezaron a montar unas fiestas que se hicieron legendarias entre el famoseo de la época.

Se dice que a ellas solían acudir Kate Moss y varias de las componentes de Spice Girls, y que David Bowie llegó a dejar un mensaje en su contestador preguntando cuándo lo iban a invitar a él. También fue una época de mucha creatividad para ambos. Albarn comenzó a grabar con Blur 13, su disco más arriesgado estilísticamente, pero no solo eso le comenzó a alejar simbólicamente de su papel como icono del britpop. Hay que otorgar una considerable importancia a la relación que el músico inició entonces con la artista Suzi Winstanley, fotógrafa y pintora especializada en la naturaleza salvaje que viajaba constantemente por los cinco continentes. Sin duda, eso influiría decisivamente sobre la nueva perspectiva, musical y humanitaria, del líder de Blur, quien en 2002 inició el proyecto Mali Music, con artistas de ese país, y, posteriormente, creó la organización Africa Express.
En 1999 la pareja tuvo una hija a la que bautizaron como Missy, en homenaje a la rapera Missy Elliott. Y el nuevo noviazgo de Damon también terminó de sopetón con sus sonados fiestones y con su intensa relación con la frivolidad y el individualismo britpoperos.
En la génesis de Gorillaz, además, tuvieron su importancia la gran cantidad de horas muertas que Albarn y Hewlett se pasaban viendo la MTV. Ese fue el revulsivo que les llevó a inventarse un grupo virtual como manifiesto crítico sobre la cultura pop de la época. “Había mucha hipocresía entonces, como todas esas boy bands. No escribían su propia música… Era todo prefabricado. La música es algo demasiado precioso como para que se utilice para que otra gente gane dinero. Así que nosotros dijimos: ‘Vamos a fabricar una banda, pero a fabricarla de verdad", le contaba el ideólogo musical del proyecto a Guillermo Arenas en El País de las Tentaciones, en 2017. “En la música pop es subversivo ser completamente anónimo. En ese momento, aquello parecía lo más revolucionario que podías hacer, desplazar cualquier aspecto humano. Me refiero, cuidado, a la parte relacionada con el marketing. La música no debe perder nunca su humanidad. La cultura digital elimina la diferencia, todo suena igual, y eso es malo”, declaraba a Pablo Guimón en El País Semanal en 2014.

Hewlett se inventó toda una narrativa y creó los personajes y los dibujos de 2-D (voz y teclado), Murdoc Niccals (bajo), Noodle (guitarra, teclados, voz) y Russel Hobbs (batería), con toda la libertad que ofrecía el parapetarse detrás de unos dibujos animados, sobre todo para un personaje que, a principios de los 2000, todavía estaba demasiado encorsetado en lo que se esperaba de él por su asociación con Blur. “Era un riesgo, Damon cantando reggae. Pero 2-D cantando reggae era posible, a él no se le da mal. Funciona porque él no está intentando imitar a nadie”, declaró el músico a la revista Q en 2001.
Cuando, en 2005, publicaron su segundo álbum, Demon Days, que obtuvo aún más éxito comercial que su debut homónimo de 2001, intentaron llegar más lejos en lo que se refiere a la virtualidad e incluso pretendían que las entrevistas fuesen de pega. Si algún periodista intentaba hablar con la banda durante la promoción de aquel disco, la representante de su discográfica contestaba lo siguiente: “Las entrevistas de Gorillaz son con los muñecos. Los autores reales no hacen ningún tipo de promoción, ya que Gorillaz es un grupo virtual y se pretende que siga así el misterio. Las entrevistas son genéricas y ya vienen hechas desde Capitol UK para que cada medio las adapte a sus necesidades”.
“Gorillaz fue desde el principio una vía de escape frente al constreñimiento, diría más personal que musical, que le proporcionaba Blur a finales de los 90”, certifica Nacho Ruiz, músico en proyectos como Ruiz Bartolomé, Nine Stories y Seine, y periodista musical que ha seguido toda la carrera de Albarn muy de cerca. “Damon llevaba años bajo una presión social y artística absoluta. La tentación de ‘desaparecer’ tras unos caracteres de dibujos animados resultó tentadora y liberadora para poder explorar otros caminos sin esa tensión que rodeaba a Blur”.

Y lo cierto es que funcionó excelentemente. A nivel comercial, también. No era solo un mero experimento para divertirse, sino que tras él había canciones verdaderamente pegadizas. “Los dos últimos álbumes de Blur en los noventa no fueron precisamente un desastre comercial; ambos tenían canciones de mucho éxito, como Tender y Song 2, que fue increíblemente grande, pero no más grande que Clint Eastwood, de Gorillaz. Creo que hemos logrado eclipsar a Blur”, declaraba Albarn a Q en 2001. “Creo que la música pop es genial ahora mismo, obviamente, porque estoy involucrado de nuevo en ella. Estoy justo donde estaba con Parklife, que es donde debería estar y donde quiero estar. Y ya no tengo ninguno de esos complejos que tenía. Estoy feliz de hacer música para niños. Me importa un bledo. Ahora sé quién soy y quiero hacer música que la gente ame. Así de simple", añadía.
Solo puedes, pero con amigos es mejor
Aquella idea inicial de mantener el misterio de la banda virtual fue, en realidad, una de las cosas más ingenuas que pasaron por las cabezas de Albarn y Hewlett. Sus personalidades estaban tan marcadas que siempre se relacionó directamente a Gorillaz con ellos y no con 2-D, Murdoc y compañía. Eso también se vio en sus presentaciones en directo. Al principio, probaron todo tipo de simulacros: los músicos comenzaron tocando ocultos tras una pantalla en la que solo salían proyecciones de ‘los muñecos’, luego probaron un directo con hologramas (rápidamente desestimado por su altísimo coste) o, en la gira de Demon Days, dejaban entrever las siluetas de los músicos reales pero sin robar protagonismo a los virtuales. A partir de 2010, acabaron por ponerse Albarn y su extensa banda (un elenco de instrumentistas de confianza que se ha mantenido con bastante regularidad desde el principio) en primer plano, algo que se hizo más patente en cuanto se abrió la posibilidad de contar con estrellas invitadas sobre el escenario.
Por eso, se puede decir que aquel concepto de grupo ficticio de dibujos animados, a la manera de The Archies, fue paulatinamente relegado a un segundo plano. Por lo que más se conoce a Gorillaz es por tratarse de un proyecto musical de Damon Albarn que, a la vez, es individual y colectivo. Él es el responsable de todo, pero también busca el acompañamiento de músicos insignes, desde nombres históricos y grandes estrellas hasta figuras punteras del presente y el futuro que certifican que el autor de Parklife tiene una de las mejores agendas de la industria musical. En su primer álbum comenzó con un perfil más bajo en ese sentido. Dan ‘The Automator’ Nakamura le ayudó a la producción, pero los colaboradores (Ibrahim Ferrer, Miho Hatori, de Cibo Matto, y Tina Weymouth, de Talking Heads) ya indicaban el amplio espectro, estilístico y geográfico, en que se iba a mover.
Desde entonces, han trabajado con Gorillaz, entre otros: De La Soul, Danger Mouse, Shaun Ryder, Ike Turner, Lou Reed, Snoop Dogg, Cecil Womack, Mark E. Smith, Neneh Cherry, James Murphy, André 3000, Grace Jones, Vince Staples, Jehnny Beth, Kali Uchis, Kelela, Benjamin Clementine, Little Simz, Fatoumata Diawara, Peter Hook, Georgia, Skepta, Robert Smith, Elton John, Beck, Bad Bunny, Tame Impala, Stevie Nicks y hasta Noel Gallagher (poniendo un simbólico final a la rivalidad Blur-Oasis). “A nivel conceptual, esa es la clave del proyecto. Gorillaz es un colectivo, una suma de personas que contribuyen al todo”, apunta Nacho Ruiz. “Esto es básico, porque Damon Albarn tiene tal personalidad compositiva, vocal y diría que también carismática que cualquier cosa en la que interviene acaba siendo suya. Ha pasado también en Gorillaz, claro. Lo que al principio era una banda virtual rápidamente terminó por ser Damon y sus colaboradores, pero sin todo ese desfile de músicos no habría una genuina diferencia entre Gorillaz y los discos en solitario de Damon”.

Puede sorprender leer ahora que, en 2001, Albarn ya había intentado que Liam Gallagher colaborase con Gorillaz. “Es un cantante jodidamente brillante, lo digo de verdad. No sé si sería capaz de hacerlo, y si ellos [por Oasis] podrían llevarlo bien. Yo no quiero causar problemas”, explicaba el líder de Blur a Q. Al final no sucedió, pero fue su hermano el que sí lo hizo, 16 años después, en el álbum Humanz. “Simplemente me dijo: ‘Hey, me gustaría mucho estar en un tema de Gorillaz’. Yo le contesté que intentaría encontrar uno en el que pudiese funcionar. Y, en este disco, We Got The Power era el único tema en el que encajaba", explicaba Albarn en Tentaciones, en 2017. “Vino al estudio y fue muy cortés. Grabó la melodía que le di y fue genial. Para mí no era un asunto del otro mundo. No hago distinciones entre ninguna de las personas que colaboran en Gorillaz, todos están incluidos”, sostenía. “Gorillaz es algo colaborativo. Es como ser un director de cine, realmente. Me hace feliz estar rodeado de músicos, participar de la música. Yo les dejo hacer lo que quieran, no me entrometo. Puede que luego edite un poco, pero, una vez que todos ellos encuentran su mojo, tienen la posibilidad de llevarlo a donde quieran", añadía.
¿Existe un sonido Gorillaz?
De la lista de colaboradores expuesta unos párrafos más arriba se puede extender la idea de que Gorillaz puede ser, estilísticamente, cualquier cosa. En cierto modo es así, pero, al mismo tiempo, no lo es. Entre 2001 y 2023 han publicado ocho álbumes (por comparar, Blur han sacado nueve desde 1991), y en ellos se pueden advertir algunos rasgos comunes. “Diría que es una mezcla entre elementos de hip hop, el pop británico que siempre forma parte del núcleo creativo de Albarn y una influencia del dub”, apunta Nacho Ruiz. “Hay elementos de estudio que provocan que no sea fácil explicar a qué suenan Gorillaz pero que sí se identifican rápidamente: sintetizadores como elemento sónico, cajas de ritmos (apenas hay baterías acústicas) y, especialmente, la voz filtrada de Damon. Ahí está la mayor diferencia entre Gorillaz y el resto de proyectos suyos: el efecto que se le añade a su voz. Es un grupo tan particular en su mera concepción que me parece muy difícil que alguien diga: ‘Quiero hacer música como Gorillaz’. En ese sentido, creo que son más influyentes en la manera de hacer las cosas que en lo estrictamente musical”.

También podemos añadir que muchos de sus álbumes tienen un trasfondo conceptual y, aunque la música pueda sonar muy hedonista, su temática suele reflexionar de forma muy consciente sobre el estado del mundo, ya sea con el mensaje distópico ecologista de Plastic Beach (2010) o la fantasía con la que Humanz (2017) se anticipaba al futuro: imaginaban cómo sería una fiesta de coronación de Donald Trump en un momento en que se veía como completamente imposible que llegase a conseguir la presidencia de EE UU (se grabó previamente a su victoria). Otros temas, como Kids With Guns, del álbum Demon Days, mostraban un compromiso y una preocupación social que nunca afloró de esa manera en Blur, donde los contenidos más críticos siempre se camuflaban bajo capas de ironía.
Entonces, ¿Blur o Gorillaz?
Este es el veredicto de Nacho Ruiz: “Gorillaz fue un proyecto pionero que se anticipó a varias tendencias que después se han demostrado esenciales en la industria musical del siglo XXI: las colaboraciones entre artistas, la conexión digital entre músico y fan, la propia concepción virtual del proyecto, el atravesar géneros musicales muy distintos…. Creo que Damon Albarn y Jamie Hewlett han sabido captar el zeitgeist de cada momento y, creativamente, aunque casi por definición el resultado es irregular, han entregado varios buenos discos y algunos sobresalientes. En cuanto a números (venta de discos, reproducciones) han sido más relevantes. Sin embargo, con Blur se ha producido un fenómeno particular que explicaba su batería en el documental To The End: ‘Cuantas menos cosas hacemos, más grande somos’. Pese a su actividad intermitente, Blur han hecho los conciertos más masivos de su carrera en esta última etapa. En ese sentido, creo que el legado emocional y musical de Blur es mayor que el de Gorillaz y, al fin y al cabo, ese poder es superior -o debería serlo- al de los números”.
Sin embargo, esto es lo que le decía Damon Albarn a Carlos Marcos en EL PAÍS en 2020: “Gorillaz ha estado en activo más tiempo que Blur. Y esto me lleva a una reflexión. Aquí no existen los egos que hay en una banda. Cada uno sabe la función que tiene. Tanto Jamie como yo somos muy autónomos. Eso nos garantiza la longevidad”. Tras sentirse decepcionado con la acogida que tuvo su aparición con Blur en el festival de Coachella en abril de 2024, el cantante declaró que, probablemente, ese había sido el último concierto de la banda. En cambio, Gorillaz, como demuestran sus nuevos eventos, continúa vivo y con perspectivas de futuro.
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