Laura Weissmahr: “No quiero el papel si me lo van a dar por mi número de seguidores”
Meses después de ganar un Goya por ‘Salve María’ y brillar en éxitos de taquilla como ‘Los aitas’ la actriz nacida en Tarifa se alegra de que todo esto no le haya ocurrido más joven


“Cuando tenga 80 años no me voy a arrepentir de los papeles malos que he hecho ni de las fiestas que me he pegado, me voy a arrepentir de las horas que he pasado mirando el teléfono móvil porque es tiempo vacío. Por eso quiero desconectarme todo lo posible”, afirma Laura Weissmahr (Tarifa, 32 años). La actriz saca su móvil en la cafetería de especialidad del centro de Madrid donde hemos quedado para hacer la entrevista y explica que se ha instalado una aplicación de pago que le limita el uso de las redes sociales. Ahora solo puede usarlas media hora al día. “Pensé que no lo iba a notar mucho porque las redes siempre me han dado pereza y ya las usaba muy poco, pero he reducido el consumo a la mitad”, dice. Cuando se le pregunta si no le da miedo perder papeles por no estar suficientemente presente en redes, su respuesta es contundente: “Si me iban a elegir solo si tengo equis seguidores, ese papel no lo quiero, se lo pueden dar a otra. Ese tipo de cine no es el que me interesa”.
Ahora, Weissmahr siente que tiene los pies en la tierra y los miedos y los traumas bien trabajados. Cosas como los followers o ser una cara conocida no le preocupan. Solo quiere trabajar mucho, hacer músculo, seguir aprendiendo y compensar todos los años que no ha ejercido de actriz. “Me alegro tanto de que esto me haya pasado ahora…”. Y por “esto” se refiere a su primer papel protagonista, al Goya a actriz revelación que ha ganado por su interpretación en la película dirigida por Mar Coll Salve María y a la exposición mediática que está transitando. “Suerte que no me ha pasado antes. He aprendido a lidiar con mis inseguridades y en un rodaje no me pongo a la defensiva cuando recibo cualquier tipo de corrección. Cuando comparto proyectos con actrices más jóvenes, más vulnerables, pienso: ‘¡Ay, pobre!’. Menos mal que no me ha pasado a esa edad porque lo hubiera gestionado fatal”.
Nació en Tarifa porque es donde sus padres —él suizo y ella italiana— se conocieron, pero la actriz no cree en el concepto de nacionalidad: “No me siento de ningún país, si soy algo es europea”. Weissmahr habla seis idiomas (español, catalán, italiano, alemán, inglés y francés) y los primeros diez años de su vida los pasó viajando por Europa y Estados Unidos. Cuando llegó a Barcelona rozando la adolescencia, pidió a sus padres que se establecieran allí, donde terminó el colegio: “Hasta entonces no habíamos estado más de tres años seguidos en una misma ciudad y necesitaba echar raíces de alguna manera”, cuenta.
Laura Weissmahr lleva meses de promoción —recientemente se ha estrenado en cines Los Aitas, película de Borja Cobeaga en la que interpreta a Nina, una entrenadora de gimnasia rítmica alemana— y acudiendo a entregas de premios donde Salve María ha salido muy bien parada: se ha llevado el Feroz a mejor película dramática, el Goya a mejor guion adaptado y también el Gaudí a mejor guion adaptado y a mejor actriz revelación. Gracias a esta película, cree que por fin ha roto un techo de cristal y empieza a ser reconocida y en los castings se la mira diferente. El Goya, dice, ha sido como un certificado de autenticidad. “Ahora sí que me lo creo. Una parte de mí se ha tranquilizado. Me he demostrado que puedo hacerlo”.
En la película de Mar Coll, Weissmahr da vida a una treintañera en pleno posparto que se obsesiona con la noticia de un infanticidio: una mujer francesa mata a sus gemelos de diez meses y su personaje no deja de preguntarse qué le llevó a matarlos y si a ella podría ocurrirle lo mismo. “Fue muy fuerte tener que albergar esos pensamientos tan oscuros con un bebé de seis semanas, que no sabe que está es una ficción ni que estás actuando, en brazos. Pero no me costó nada empatizar con eso. Pude entender perfectamente cómo se entra en un estado mental tan frágil que te hace confundir lo que sientes hacia la persona que se supone que es lo que más tienes que querer en el mundo”.
Reconoce que son sentimientos a los que no le da miedo acceder: “Creo que es por cómo he crecido, por haber tenido una familia muy desestructurada... He aplicado parte de mi sufrimiento a algo artístico y es súper terapéutico. El dolor y los traumas son mucho más universales de lo que creemos. Yo no soy madre, no estaba deprimida… pero tenía otra serie de vivencias y el dolor acaba siendo el mismo, aunque venga de sitios diferentes”.
Después de años de personajes secundarios en series como Vida perfecta o La Ruta, películas como Julia ist y mucho teatro —Coll la descubrió en la obra de Nao Albet y Marcel Borràs Falsestuff. La muerte de las musas—, esta ha sido su gran oportunidad. “Al principio me sentía súper impostora. Pensaba: ‘Vale, mira cuánto has pedido un protagonista. Ahora te ha llegado y no lo vas a saber hacer”. “¿Sabes qué pasa?”, continúa, “que cuando no te han dado la oportunidad, tú misma dudas de si serás capaz. Durante mucho tiempo no me permití verbalizar que quería ser actriz. Me decía: ‘Qué flipada, por qué lo vas a conseguir tú”. Ahora está inmersa en el rodaje de la primera película de Marta Matute, Yo no moriré de amor, un drama familiar que le parece un “proyectazo” y se siente afortunada. “El entretenimiento está genial, pero la gente tiene que atreverse y hacer más arte”, afirma. Cree que el público está hambriento de proyectos interesantes y esto le anima a escribir sus propios textos y a que sus amigas también lo hagan: “Es que hay mucha basura”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
