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A 350 kilómetros del litoral más cercano: cómo España se ha llenado de playas artificiales

En el interior del país se esconden magníficas lagunas, pantanos y embalses que cuentan con vestuarios, toboganes y banderas azules o permiten pasear en piragua y hacer windsurf

Alovera Beach (Guadalajara) tendrá una lámina de agua de 25.000 metros cuadrados donde habrá parque acuático, embarcaciones, zona de playa y baño.
Miquel Echarri

Es un secreto a voces. Los vecinos de Sant Joan de les Abadesses, en la comarca pirenaica del Ripollès, pasan las mañanas de julio bañándose y tomando el sol en el Gorg de la Malatosca, una bella y recóndita charca a poco más de un kilómetro del centro del pueblo, entre bosques y al pie de un salto de agua.

Cuenta la leyenda que una comadrona de Sant Joan ayudó a dar a luz en este lugar a una de las brujas locales. Como recompensa, la partera recibió un puñado de lentejas que arrojó a la poza y allí, al entrar en contacto con el lecho de roca, se transformaron en pepitas de oro. Hoy no hay oro en el Gorg, pero sí una playa improvisada a la que se acude en ropa de baño y con protector solar pese a que no está a orillas del Mediterráneo, sino a unos 800 metros de altura y a más de 70 kilómetros del mar.

Aparcamiento de la laguna artificial de As Pontes, comarca coruñesa del Eume, que se nutre de agua de lluvia y de los arroyos cercanos.

En la España interior abundan los rincones así. Charcas, estanques, lagunas, pantanos, embalses o meandros fluviales que esconden magníficas playas de agua dulce donde pasar el verano en remojo.

No todas son tan modestas como el Gorg de la Malatosca. Algunas albergan a centenares de bañistas, cuentan con vestuarios, toboganes y banderas azules o permiten pasear en piragua y hacer windsurf. Las encontramos en lugares tan alejados del mar como el valle extremeño de Jerte o la sierra de Altomira, en Guadalajara. También en el muy vistoso pantano de San Juan, entre los pinares de la sierra de Gredos, a menos de 70 kilómetros de Madrid y a unos 350 del litoral más cercano.

Las playas de Madrid

La capital de España, como ya dijo en su día el rapsoda Bernardo Vázquez, no tiene playa, pero sí muy dignos sucedáneos a tiro de piedra, como el citado pantano, las piscinas naturales de la Dehesa, las de Riosequillo, el embalse de las Picadas o las presillas de Rascafría, sobre el cauce del río Lozoya. Es más, tuvo en su momento una flamante playa artificial urbana, pionera en Europa.

Se construyó en 1932, al pie de la carretera de El Pardo, en la confluencia entre el Manzanares y el arroyo del Fresno, muy cerca del Hipódromo, y contaba con pérgolas, casetas de baño, un restaurante con terrazas protegidas por toldos e incluso islotes de arena. De ahí que algunos vecinos del barrio de La Zarzuela se sigan refiriendo a la Avenida Cardenal Herrera Oria como “la carretera de la playa”, porque por ella pasaban los autobuses procedentes de la calle Princesa que conducían al muy concurrido arenal del Manzanares.

En el embalse de Alloz, entre los valles de Guesálaz y Yerri, se practica windsurf y se nada en las aguas procedentes del río Salado.

Algunos proyectos recientes se han propuesto devolverle a Madrid la gran playa perdida. El más ambicioso tal vez sea Alovera Beach, en el Corredor del Henares, a 53 kilómetros de la plaza del Sol. Sus responsables la describen como “una gran lámina de agua de 25.000 kilómetros cuadrados” en cuya orilla se construirá la mayor playa urbana de Europa. El ayuntamiento de Alovera, en la comarca de la campiña de Guadalajara, se propuso hace nueve años construir esta laguna dedicada al ocio acuático en la parcela municipal de Las Suertes. Estaba previsto que se inaugurase en 2023, pero discrepancias con el grupo promotor que iba a hacerse cargo de las obras han conducido a un nuevo proceso de licitación, que arrancó el pasado mes de abril.

Para el ayuntamiento, resulta imprescindible que el complejo tenga capacidad para alrededor de 12.000 personas e incluya servicios como un gimnasio, una zona infantil, un restaurante y una gran área de aparcamiento con alrededor de mil plazas, requisitos que la compañía receptora de la licitación se ve incapaz de asumir. Si la obra se acaba completando de manera acorde con el proyecto original, Madrid dispondrá en sus alrededores de una playa artificial comparable, por dimensiones y servicios, a las París Plages de la ribera del Sena, la playa fluvial de la ciudad australiana de Brisbane, el Diamante Cabo San Lucas de México o la playa artificial de isla Sentosa, en Singapur, grandes referentes internacionales en instalaciones de este tipo.

Playa del Parque Provincial de Landa, en Álava, a orillas del embalse de Ullibarri-Gamboa.

Arenales extremeños

Si nos ceñimos exclusivamente a las playas artificiales que ofrece nuestro país a día de hoy, habría que empezar por una de las más veteranas. Se trata del embalse de Orellana, en la provincia extremeña de Badajoz, sobre el cauce del río Guadiana. Este precioso arenal con chiringuito y puerto deportivo, al que se accede cruzando la población de Orellana la Vieja, fue la primera playa de interior que obtuvo la bandera azul en España.

En la actualidad, el llamado Sendero de Costa Dulce de Orellana cuenta con cuatro banderas azules y toda una constelación de playas idílicas, de Puerto Peña a la isla del Zújar, Campanario, Peloche o Los Calicantos de Casas de Don Pedro, lo que convierte al embalse en una de las más populares áreas de veraneo de Extremadura.

En la provincia vecina, Cáceres, están las 13 piscinas naturales de los Pilones, en la reserva natural de la Garganta de los Infiernos, corazón del valle del Jerte. Se trata de un milagro acuático fruto de la erosión, que ha cavado pequeñas pozas sobre el lecho de granito grisáceo de los arroyos del Jerte, en una zona boscosa que se tiñe de blanco en primavera, cuando florecen los cerezos. Los Pilones cuenta con rincones mágicos, como el recodo junto al castañar del bosque del Rebollo.

En Zamora está Sanabria, el mejor lago de origen glaciar de la Península Ibérica: alberga en su interior cinco playas (Rocas Negras, Custa Llargo, Los Enanos y Viquiella, El Folgoso y Viquiella).

Lagunas y pantanos

Más al norte, en Zamora, está Sanabria, el mejor lago de origen glaciar de la Península Ibérica. Otra maravilla geológica que alberga en su interior cinco playas: Rocas Negras, Custa Llargo (la popular “playa chica”, en el margen oeste, una cala de arena y roca que recuerda, por su abrupta belleza, a las playas del archipiélago finlandés), Los Enanos y Viquiella, El Folgoso y Viquiella. En este paraíso a apenas 20 minutos de la ciudad de Zamora se puede hacer paddle surf, pescar truchas o visitar las ruinas del antiguo balneario de Bouzas.

En As Pontes, comarca coruñesa del Eume, una antigua mina a cielo abierto que abastecía una central térmica fue transformada en 2012 en una enorme laguna artificial que se nutre de agua de lluvia y de los arroyos cercanos. Luego se volcaron en sus márgenes hasta 90.000 toneladas de arena que han dado pie a una playa artificial con bandera azul y más de 400 metros de longitud en la que se practican deportes náuticos.

Playa de Puerto Peña, Badajoz.

En el otro extremo de la cornisa Cantábrica se encuentra la playa del Parque Provincial de Landa, en Álava, a orillas del embalse de Ullibarri-Gamboa, otro bello enclave de arena importada, perfecto para practicar kayak o piragüismo. Muy cerca, en Navarra, y también a una distancia prudencial de los abarrotados litorales, está el embalse de Alloz, a caballo entre los valles de Guesálaz y Yerri, el lugar en que se practica windsurf y se nada, si es que alguien se atreve, en las cristalinas pero más bien gélidas aguas procedentes del río Salado.

Los riojanos también tienen su embalse con playa. El pantano de El Rasillo o de González-Lacasa, a 45 kilómetros de Logroño, está a unos 1.000 de altitud, rodeado de pinares, y es una de las excursiones más populares de la comarca de Cameros. Al margen de la zona de baño, la presencia del Club Náutico El Rasillo permite navegar a vela por estas aguas de lecho pedregoso y llenas de vida.

Bañistas en el lago de Sanabria (Zamora).

Más al sur, el Parque Natural de la Lagunas de Ruidera, en Ciudad Real, alberga tesoros como el castillo de Peñarroya, la quijotesca cueva de Montesinos o las ruinas del castillo medieval de Rochafrida. También una serie de remansos o lagunas fluviales en las que se han habilitado zonas de baño tan sugerentes como Laguna del Rey, Laguna Colgada, Salvadora y Santo Morcillo, aunque los años de sequía se estén cebando últimamente con este paraíso cercano, dejando sin agua rincones antes muy populares, como la coqueta Laguna Redondilla.

En el altiplano de Granada, las playas de Freila, en el pantano de Fregatín, poco tienen que envidiar a algunos de los célebres arenales de la cercana provincia de Almería, con 20 kilómetros de largo y casi 2 de ancho. Se trata del tercer embalse de mayor tamaño de Andalucía. Sus calas, rodeadas de vistosos barrancos y tierras baldías, en el corazón del desierto granadino, son un remanso de aguas azules, otro rincón privilegiado de esa España interior que no necesita asomarse al mar para disfrutar de un verano de playa.

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Sobre la firma

Miquel Echarri
Periodista especializado en cultura, ocio y tendencias. Empezó a colaborar con EL PAÍS en 2004. Ha sido director de las revistas Primera Línea, Cinevisión y PC Juegos y jugadores y coordinador de la edición española de PORT Magazine. También es profesor de Historia del cine y análisis fílmico.
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