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Una artista pensó que Lady Gaga quería comprar una de sus obras, pero dos años después descubrió que era una estafa

La pintora Emma Webster recibió el primer correo electrónico de la impostora en 2022 y estaba convencida de que la cantante estaba interesada en su arte. Más tarde se dio cuenta de que el cuadro que le vendió estaba a la venta en la casa de subastas Christie’s y el caso está ahora en manos del FBI

Estafa Lady Gaga artista
Andrea Insa Marco

La pintora paisajista Emma Webster ya tenía cierto reconocimiento en el mundo del arte, después de tres exposiciones consecutivas que habían creado lista de espera para hacerse su obra. Pero en 2022, recibió un correo electrónico que podría consolidarla definitivamente como artista. El mensaje estaba firmado por “Stefani Germanotta”, el verdadero nombre de Lady Gaga, y la dirección, ladyandkoji@gmail.com, hacía referencia a Koji, uno de los bulldogs franceses de la cantante pop. Webster, de 36 años, ya se había hecho un nombre en el mundo del arte, pero pensó que llamar la atención de Gaga, una conocida coleccionista podría elevar su perfil. Las conversaciones y las ventas entre ambas comenzaron. Sin embargo, dos años más tarde, la pintora se dio cuenta de que todo había sido una estafa.

“Soy una gran admiradora de tu trabajo”, decía el email que Webster recibió en 2022, según recoge The New York Times, medio que ha informado de la noticia. “¿Tienes alguna pintura disponible? Estoy ampliando mi colección, que se compone de influyentes artistas femeninas como Yayoi Kusama, Helen Frankenthaler, Louise Bourgeois, Lynda Benglis y muchas más. ¡Tu obra la complementaría de maravilla! Sería muy especial. Muchas gracias y espero tener noticias tuyas“, finalizaba el correo. La pintora no tardó en contestar: “Guau. Muchas gracias por tus amables palabras. Me encanta una colección centrada en el empoderamiento femenino, ¡Y esas [las artistas mencionadas por Lady Gaga] son unos pesos pesados!“. Ante la oportunidad de venderle una obra a Lady Gaga, Webster le ofreció una de las pinturas que tenía disponible: Happy Valley, una escena pastoral caleidoscópica de 2,1 x 3 metros.

Tras ofrecerle la pintura, la supuesta Gaga respondió que le interesaba y le pidió un descuento —que se otorga a clientes especiales, de acuerdo con la conversación de Webster a The New York Times—. La pintora se lo concedió, pero antes le pidió alguna prueba de su identidad. “Le pongo mucho cariño a cada obra, y trato de ser cuidadosa con el destino de las pinturas cuando salen del estudio”, escribió Webster en un correo electrónico. “Normalmente, vendo a coleccionistas que conozco en persona. ¿Podrías verificar tu identidad de alguna manera…? ¡Me alegra mucho unirme a tu hermosa colección de arte!“.

Más tarde, Webster recibió una fotografía donde se veía a Lady Gaga con un suéter gris, gafas negras y pendientes de aro. “Aquí te dejo una foto mía antes de un viaje por carretera”, decía el email de respuesta. “Estaré fuera de la ciudad desde esta noche, pero mi querida asistente estará revisando el correo electrónico y pagando las facturas”. Posteriormente, Webster recibió el pago acordado de 55.000 dólares (46.919 euros, al cambio actual) y preparó Happy Valley para su recogida. Le envió otro correo: “También te solicitó amablemente no revender la pintura durante cinco años. Espero que no te moleste, el mercado está loco con las obras de arte ahora mismo”. A lo que la cantante respondió: “Absolutamente, nunca la venderé”.

Dos años después, en 2024, el padre de Webster estaba en Instagram cuando vio la pintura que su hija le había vendido a Lady Gaga en una publicación de la casa de subastas Christie’s. En el mensaje se leía: “¿Listos para el maratón del mes del arte en Hong Kong? Para inaugurar este emocionante mes en Christie’s, nos complace presentar uno de los lotes más fascinantes de nuestra próxima venta nocturna Post-Millennium: Happy Valley de Emma Webster". Inmediatamente, alertó a la artista. Por regla general, los coleccionistas conservan sus adquisiciones indefinidamente y, si por alguna razón necesitan vender la obra, la ofrecen primero a la fuente original (generalmente una galería y en este caso la artista).

La pintora paisajista Emma Webster.

Tras recibir el mensaje de su padre, Webster pensó: “¿Por qué Lady Gaga subastaría esta pintura?“, tal y como recoge el medio neoyorquino. En retrospectiva, la artista comenzó a recordar algunas señales de alerta: el albarán de envío indicaba que la obra se almacenaría temporalmente, faltaba la dirección del destinatario final, Chris Horton, a quien la cantante había identificado en un correo electrónico como su “gerente”. Como tenía sospechas, Webster le pidió explicaciones a la que ella creía que era la artista. Esta fue la respuesta por correo electrónico: “Para tu información, Emma, ​​es muy importante mantener la confidencialidad después de algunos incidentes con repartidores en el pasado. Así que, en lo que respecta a los encargados, por favor, solo omite mi nombre al mencionar la recogida con ellos. Muchas gracias“. Webster le envió su obra.

Sin embargo, después de descubrir la publicación de Instagram, la artista contactó con el manager de Lady Gaga, Bobby Campbell, quien le desveló la estafa que comenzó en 2022: “Me temo que alguien que se hace pasar por ella te ha engañado. Ella no tiene este correo electrónico ni tenemos un administrador llamado Chris. Mis más sinceras disculpas por el engaño”. Webster también se dio cuenta de que la imagen que le habían enviado para asegurar la identidad había sido extraída de la cuenta de X de la cantante de Bad Romance.

Happy Valley había sido enviado a Christie’s para su venta por Matt Chung, un galerista de Hong Kong que había adquirido la obra de arte a través de John Wolf, un asesor de arte de Los Ángeles, que “no tenía conocimiento de ninguna actividad fraudulenta y que también fue víctima de las desafortunadas circunstancias”. Ante esta situación, Webster pidió a la casa de subastas que retirara la obra de arte de la próxima venta, lo cual hizo, pero se negaron a devolvérsela como ella solicitó. Christie’s está esperando a que se resuelva la disputa antes de dar el siguiente paso. “Como parte neutral, una vez que se nos confía una obra, estamos obligados a conservarla en caso de que surja algún problema hasta que este se resuelva”, dijo una portavoz de la casa de subastas. Por su parte, Chung afirmó que estaba dispuesto a compartir parte de las ganancias (el 30%) de cualquier subasta de Happy Valley con Webster, pero ella rechazó la oferta a través de su abogado.

La pintora paisajista radicada en Los Ángeles ha denunciado el robo de la pintura y el FBI tiene una investigación abierta. Webster dijo a The New York Times que espera recuperar su pintura y que, en el futuro, será mucho más cautelosa con las personas a quienes les vende. “Nunca imaginé que alguien tendría que hacerse pasar por una estrella del pop solo para tener acceso a una de mis pinturas”.

Cuando los artistas como Webster se establecen, comprarles una obra es difícil. Los pintores suelen dar preferencia a coleccionistas o museos destacados. Sin embargo, vender un cuadro a una figura tan famosa como Lady Gaga puede influir en la visibilidad de un artista, la trayectoria de su carrera y su legado. Por ello, en palabras de Stauber, el abogado de la pintora, “proteger a los artistas de los actores maliciosos del mercado es una medida que vale la pena. Cuando se traiciona la confianza que los artistas depositan en los coleccionistas, se causa un daño considerable”. Por otro lado, el abogado Luke Nikas explica así a The New York Times la situación legal actual en torno a la estafa: “La ley de California considera un delito menor la suplantación de la identidad con la intención de obtener un beneficio. Y, en el ámbito civil, la falsificación de identidad podría ser la base de una demanda por fraude”.

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Sobre la firma

Andrea Insa Marco
Redactora de la sección de Gente, Estilo de Vida y El Viajero. Graduada en Literatura general y comparada por la UCM y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. En Teruel, su ciudad natal, pasó por la editorial del Instituto de Estudios Turolenses y de la revista cultural Turia.
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