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Grup Confiteria, los amigos de toda la vida que salvan bares emblemáticos y crean coctelerías vanguardistas

Lito Baldovinos y Enric Rebordosa mantienen la singularidad del ocio de Barcelona con 25 locales entre los que destacan la reciente reapertura de La Font del Gat y la inauguración de Focacha

Grup Confiteria
Mar Rocabert Maltas

Se podría decir que Grup Confiteria ha crecido entre dos aguas: salvando locales emblemáticos de Barcelona a los que ha mantenido el espíritu de su tiempo y creando coctelerías de lo más vanguardistas que han posicionado la ciudad en el podio de la mixología. Dos derivas que, en realidad, ya estaban presentes en el primer bar que abrieron juntos Lito Baldovinos y Enric Rebordosa, amigos de la infancia que se aventuraron hace casi once años en coger el traspaso de La Confitería del Raval y en muy poco tiempo se engancharon a abrir locales para comer y beber. En algo más de una década han alcanzado la cifra de 25 bares y restaurantes abiertos, con más de 300 trabajadores y una facturación en 2024 de más de 22 millones de euros. Pero no es oro todo lo que reluce. En este tiempo también han bajado la persiana de cinco negocios, sin dejar de medir el pulso a su querida Barcelona, siempre al acecho de posibles incorporaciones a su catálogo.

Nada parecía indicar que estos dos amigos de la niñez, que se conocieron jugando y nadando los veranos en la Costa Brava, acabarían montando un grupo de restauración de éxito como Grup Confiteria. El nombre viene por el primer local del que se enamoraron: La Confiteria. Un bar modernista del Raval, con un pasado de pastelería, que en poquísimo tiempo se convirtió en una referencia de la noche, con una interesante carta de cócteles servida en un ambiente de antaño, entre mobiliario de madera maciza, mesas de mármol y azulejos con mucha historia. Fue la primera piedra, el origen de un viaje que todavía no tiene destino final.

Así lo cuentan los dos socios en sus recién estrenados proyectos: La Font del Gat en Montjüic, la recuperación de un merendero construido por Josep Puig i Cadafalch en 1925, junto a una fuente popular en unos jardines de la montaña barcelonesa; y Focacha, la coctelería más vanguardista de las que han creado, con un diseño retrofuturista de colores vibrantes. No han tenido nunca inversores ni les esperan. Quieren seguir haciendo las cosas a su manera, con pasión, coinciden ambos, y poniendo el alma en cada apertura, implicándose hasta en el último detalle. Sobre todo, se definen como unos enamorados de Barcelona y de sus bares. “La filosofía siempre ha sido hacer cosas que nos apasionen. Somos muy, muy de Barcelona, y nos encantan las cosas de aquí”, remarca Baldovinos.

Sobre su manera de trabajar avanzan que es algo peculiar. “Hemos montado el grupo a través de WhatsApp”, bromea Baldovinos, en referencia a los mensajes que se mandan constantemente cuando ven una persiana bajada, un local en traspaso o un bar de toda la vida que cierra. Después de unos años cada uno por su lado, rondaban la trentena cuando Baldovinos, que trabajaba en marketing, y Rebordosa, que vivía en París donde ya abrió algunos bares, decidieron hacer algo juntos en su ciudad. Era la época de las primeras vermuterías y se imaginaban un bar de aperitivos, pero La Confiteria se cruzó en su camino y se pusieron los dos detrás de la barra. Rebordosa reconoce que una de las claves ha sido no creerse los reyes de la noche y se muestra orgulloso de haber mantenido siempre un perfil de exposición pública bajo.

Tres meses después de la primera aventura llegó la segunda corazonada con El Maravillas, un bar con terraza en una céntrica plaza del barrio de Les Corts. “A partir de allí ya empezamos a liarnos”, reconoce ahora Baldovinos. Sin ser ellos muy conscientes, la rueda se puso en marcha y en algo más de una década se han convertido en un grupo al que buscan cada vez que algún local emblemático de la ciudad cierra. Así fue con el Muy Buenas, en el Raval, o su reciente apertura La Font del Gat. En algunos casos, los propietarios tenían oferta mejores, pero prefirieron que se quedaran ellos el local por su compromiso en mantener su idiosincrasia, como pasó con el Cafè del Centre, un bar de 1873 en el Eixample que han reformado sin tocar su inconfundible estilo modernista que lo convierte en carne de rodajes de cine y publicidad.

Otras veces la rebaja económica de alquiler no ha alcanzado el acuerdo con la propiedad, como pasó con el Schilling de la calle Ferran, en pleno epicentro turístico, que acabó finalmente en manos de la cadena Taco Bell. “Mi romanticismo vale 5.000 euros, nos dijo el propietario y me emocioné. Pero eran 23.000 euros (la cantidad que ofrecía otro interesado por el alquiler) menos 5.000”, recuerda Rebordosa con humor. Aún con esta rebaja, los números no les salían porque ellos hubieran mantenido el espíritu del local y apostado por otra calidad de servicio y comida. La calle Ferran es de las que más sufrió los cierres por pandemia y ahora mismo es un campo de minas para los barceloneses, lleno de negocios pensados solo para turistas.

La Confiteria, el primer bar de Barcelona que abrieron los socios del Grup Confiteria.

Rebordosa añade otra pata a Grup Confiteria que centra en Ultramarinos Marín, el bar asador que crearon junto al cocinero Borja García. “Es el local que me hace más ilusión haber creado, Borja es un genio”, enfatiza Rebordosa en referencia a la cocina que se sirve. Después de haberse convertido en uno de los restaurantes más celebrados de los últimos años, hace pocas semanas que ha abierto muy cerca Ultrapaninos Marín, un bar de bocadillos con panes y embutidos caseros.

Si hubo un momento dorado fue tras la pandemia, cuando abrieron 17 locales en muy poco tiempo. “Nos endeudamos y salió cara, pero podría haber salido cruz”, cuenta Baldovinos. Fue un momento de gran oportunidad porque los traspasos bajaron mucho de precio y no la desaprovecharon. Eso sí, reconoce que hay un factor suerte que no se puede controlar. Pero también tienen claro que en sus bares “hay una sensibilidad” que no tienen otros, que está en los detalles del interiorismo y en la dedicación a la carta. Procuran que todos los rincones rezumen su pasión por Barcelona y su empeño en que sigan definiendo la ciudad. Ambos se encargan de crear los nuevos conceptos que, a pesar de categorizarse como emblemáticos, guardan cada uno sus peculiaridades. Como prueba Centric, Bolero, Molina, Bar Michigan o Betlem. Todos están en su catálogo.

Cafè del Centre, otro clásico reabierto por el Grup Confiteria en Barcelona.

Son un grupo de restauración totalmente independiente de inversores, entonan satisfechos de esta decisión, que está en la base de todas su operaciones. Pero de los 25 locales que tienen actualmente abiertos, nueve se gestionan con la participación de algún socio, como es el caso del cocinero Borja García en Ultramarinos o el barman Giacomo Giannotti en Paradiso. Así que financieramente no se parecen en nada a otros grupos del sector. Todo este imperio ha crecido a pelo, “sin inversores y sin repartirse nunca dividendos”, afirman. También aseguran que sus nóminas no son muy abundantes. Siempre han reinvertido el capital ganado y se muestran firmes en no desviarse de este camino. “No jugaremos la partida de revalorizar para vender”, afirma muy convencido Rebordosa.

En el apartado de coctelerías cuentan con siete actualmente. En el barrio del Born están las más conocidas. Paradiso, a la cual se entra por la nevera de un bar de pastrami, llegó al número uno de la lista The World’s 50 Best Bars en 2022. Dr Stravinsky es un local de corte más clásico, pero con una carta de cócteles sorprendentes que explora sabores como el del queso o el vinagre. Monk, dedicado al músico de jazz Theolonius Monk, sorprende a los clientes oculto tras un super 24 horas. Pero también están Balius, Mudanzas y el nuevo Focacha. “Queremos que Focacha sea el nuevo impulsor de la calle Tuset, lo que fue Il Giardinetto en su época”, dice Rebordosa, pero el arranque no ha sido el mejor. Aseguran que esta histórica calle no pasa por su mejor momento, pero confían en remontarlo. “Hemos sufrido los estragos de los años de Colau, por eso la mayoría de grupos de restauración están en Madrid”, lanza Rebordosa. “Es muy complicado abrir negocios en Barcelona, hay una persecución a la hostelería”, se queja Baldovinos.

A su repertorio de bares de noche, próximamente se les unirá Stravinsky’s Parfumerie, un local nuevo en el Born, al lado de Dr. Stravinsky, con el que van a dar otra vuelta de tuerca a los bares tipo speakeasy porque aquí la coctelería estará oculta tras un museo de la perfumería. El encargado del imaginario de todo este proyecto es Rebordosa, un espíritu inquieto que vuelca sus pasiones literarias y artísticas en los bares que crea junto a su amigo del alma. En esta ocasión, hay un largo relato alrededor de la figura de Igor Stravinsky, que juega con la ficción en un entorno muy real. Y es mejor detenerse aquí para que cada cual viva la experiencia. Este 2025 están en racha. En el mismo Born, ya está anunciada otra apertura, la recuperación del bar Mundial, otro clásico de tapeo del barrio que llevaba años acumulando polvo.

Como uña y carne, han conseguido estar en contacto permanente sin invadirse su terreno. Mientras que los nuevos conceptos los crean juntos, Baldovinos maneja el día a día de Grup Confiteria y Rebordosa da rienda suelta a sus otras ideas, como la editorial Flâneur o la productora Volga. En la era de los cuarenta, aseguran que ya no tienen la energía de la treintena y su intención es bajar el ritmo, pero los ojos les hacen chiribitas cuando oyen hablar del Zurich o del Marsella. Si sale la oportunidad de mantener un bar con alma, seguramente vuelvan a liarse. Ellos sí son unos románticos.

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Sobre la firma

Mar Rocabert Maltas
Es periodista de tendencias y cultura en la redacción de Cataluña y se encarga de la edición digital del Quadern. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la Agència Catalana de Notícies. Vive en Barcelona y es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra.
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