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Hora de reciclar los primeros molinos y paneles obsoletos

El sector apura una solución para evitar que instalaciones solares y eólicas que han alcanzado el final de su vida útil acaben en los vertederos

Alejandro González Luna

En los próximos cinco años, España y Europa se enfrentarán a una avalancha de residuos provenientes del primer gran despliegue de energías renovables. Esto incluye, sobre todo, los aerogeneradores y los paneles solares instalados a finales de los años 90 y a lo largo de la década del 2000, los cuales se acercan ya al final de su vida útil. El sector se halla, por tanto, ante uno de sus mayores desafíos ambientales: gestionar y reciclar cientos de miles de toneladas de materiales, muchos de ellos valiosos y otros altamente complejos y difíciles de recuperar.

“Los residuos que actualmente gestionamos provienen sobre todo de malas instalaciones, roturas o accidentes climatológicos que hacen que los paneles salgan del sistema antes de lo previsto. Pero el volumen que se va a generar en los próximos años será enorme”, señala Gonzalo Torralbo, director comercial y de relaciones institucionales de Recyclia, la plataforma que aglutina a las principales fundaciones medioambientales españolas dedicadas al reciclaje de residuos electrónicos y pilas.

Para ilustrar la magnitud del desafío, Torralbo detalla que en las últimas décadas se ha instalado una capacidad cercana a los cinco gigavatios (GW) de energía fotovoltaica en nuestro país. Cada megavatio (MW) implica unas 80 toneladas de paneles solares, precisa, lo que se traduce en hasta 400.000 toneladas de residuos potenciales antes de 2030, una cifra que supera con creces la capacidad de reciclaje disponible actualmente en España. “Por tanto, será necesario desarrollar nuevas plantas de reciclaje específicas para este flujo creciente”, advierte.

Elementos complicados

El caso de la energía eólica es similar, pero con un obstáculo añadido: las palas de los aerogeneradores están fabricadas con materiales compuestos difíciles de reciclar, como fibras de vidrio, carbono y resinas poliméricas. Según Juan de Dios López, director técnico de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), aunque actualmente se recupera entre el 85% y el 90% del peso total de un aerogenerador —incluyendo la cimentación, la torre y la góndola—, las palas siguen siendo el eslabón más complejo en la cadena de reciclaje.

“Es necesario tener en cuenta que el impacto de los residuos procedentes de las palas de aerogeneradores antiguos no supone ningún riesgo medioambiental”, aclara López. Y añade: “Comparativamente con otro tipo de residuos industriales o de productos de consumo que utilizamos en la vida cotidiana, las palas son químicamente inertes y, por tanto, no son tóxicas, no producen lixiviados que puedan ser perjudiciales para el medioambiente, como sí ocurre con otros residuos”.

No obstante, reconoce que estos componentes de los aerogeneradores son residuos muy voluminosos cuya gestión resulta, como mínimo, compleja. Por ello, subraya que la implementación de medidas de economía circular se ha convertido en una prioridad para el sector eólico, con el objetivo de reducir su huella ecológica e impulsar su sostenibilidad. Entre estas iniciativas destaca el desarrollo de palas más ecológicas, la reutilización de aerogeneradores en buen estado en mercados de segunda mano y el reciclaje avanzado de materiales mediante procesos mecánicos, térmicos y químicos.

En este último campo, EnergyLoop —una joint venture impulsada por Iberdrola y FCC con sede en Navarra— ha dado un paso significativo al abrir en junio de este año una planta capaz de procesar 10.000 toneladas de palas al año. “Ya estamos incorporando este material reciclado en la fabricación de cemento, sustituyendo las materias primas minerales —arcillas, caliza— necesarias en su composición, con reducción significativa en la huella de carbono. También estamos en conversaciones con otros socios potenciales para explorar nuevos usos para los materiales recuperados, como la producción de componentes basados en polímeros”, señala Federico Sanmartín, CEO de la empresa.

No son los únicos que se han propuesto abordar el problema. Otras compañías españolas también apuestan por la circularidad, explorando vías alternativas. El director técnico de la AEE destaca el caso de Surus Inversa, que evalúa activos eólicos para determinar la viabilidad de extender su ciclo de vida. Esta empresa ha gestionado en España el desmantelamiento de parques como Malpica, Zas y Corme, reutilizando parte de los componentes en otras instalaciones. También menciona a Spares in Motion, una plataforma online internacional que conecta a compradores y vendedores en el mercado de recambios y posventa de aerogeneradores.

Al mismo tiempo, han surgido propuestas tecnológicas emergentes como las turbinas eólicas sin palas, desarrolladas en España por la empresa Vortex Bladeless. Estas estructuras cilíndricas capturan la energía del viento mediante oscilaciones, lo que permite eliminar muchos de los inconvenientes asociados a las turbinas convencionales: menor impacto visual, menos ruido y un mantenimiento reducido.

“Es una tecnología muy interesante. A priori, todo parecen ventajas”, señala Luis Cano, director del Centro de Desarrollo de Energías Renovables del Ciemat. Sin embargo, advierte que ésta aún enfrenta importantes desafíos, ya que las turbinas sin palas aprovechan ráfagas de viento mediante vibraciones y su movimiento es mínimo en comparación con una turbina convencional. “Para competir con tecnologías como la fotovoltaica o la eólica tradicional, necesitan ser rentables, duraderas y de bajo mantenimiento. Pero lograr ese equilibrio no es fácil”, apunta.

Normativa y transparencia

A nivel normativo, Europa avanza hacia una regulación más estricta y detallada. El nuevo Reglamento de Baterías de la UE, por ejemplo, incorpora el pasaporte digital para garantizar la trazabilidad de materiales y su correcta gestión al final de la vida útil. Mientras tanto, desde la consultora EcoVadis, que evalúa la sostenibilidad de las cadenas de suministro, se constata un aumento de la transparencia y las acciones medioambientales en el sector. “Observamos una mejora del 14,1 % en sostenibilidad ambiental entre las empresas españolas de energía renovable”, señala Julia Guerrero, experta en descarbonización de la plataforma. “El 60% de las compañías ya informa sobre residuos recuperados, y un 50% sobre agua reciclada. La tendencia es positiva, aunque aún queda mucho por hacer”, puntualiza.

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Sobre la firma

Alejandro González Luna
Colaborador de EL PAÍS y Cinco Días desde 2021. Escribe sobre temas como sostenibilidad y ciencia y salud. Ha publicado el libro 'Donde el mar termina' (Pre-Textos), ganador del Premio Internacional Emilio Prados. Es licenciado en periodismo por la Universidad Católica de Santo Domingo y máster de literatura por la Universidad de Salamanca.
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