Cuando la reforma de las viviendas amenaza la esencia de una colonia histórica en Madrid
Hispania Nostra advierte de que las constantes modificaciones han puesto en riesgo el valor arquitectónico de Tercio y Terol

Es una fresca mañana de otoño en la colonia Tercio y Terol, en el distrito madrileño de Carabanchel. El silencio reina, como si se tratara de un pequeño pueblo en la España profunda. De repente, el estruendo de una pulidora corta abruptamente la tranquilidad. A pocos metros se escuchan fuertes martilleos que no provienen de una sola vivienda, sino de varias. También hay material de construcción y escombro en algunas calles. La colonia parece estar en una reforma permanente. En septiembre, la asociación de defensa del patrimonio Hispania Nostra incluyó a Tercio y Terol en su Lista Roja (relación de bienes patrimoniales en riesgo de desaparecer). El motivo, dicen, es que las viviendas han sufrido modificaciones que ponen en “grave riesgo” el valor arquitectónico y urbanístico de la colonia.
Rafael Muñoz, madrileño de 66 años, vivió tres décadas en el número 11 de la calle de Witiza. La casa ahora está habitada por su sobrina. Lleva botas de senderismo, un pasatiempo que acompaña con su pasión por la fotografía. “Aquí había una panadería, aquí estaba la papelería El Niño…”, señala mientras camina por las calles que lo vieron crecer y cuyos nombres fueron asignados a los reyes godos. De los sitios que recuerda, muy pocos conservan la estructura original. “Mucha gente ha venido a la colonia. Compran y derrumban todo para reformar”, comenta.
Hispania Nostra resume que, en 2010, inició un periodo de relevo generacional que coincidió con el incremento de precios de la vivienda en el centro de la ciudad. La proximidad de Tercio y Terol con el centro derivó en la migración hacia esta zona de personas clase media-alta, lo que condujo hacia un proceso continuado de gentrificación. “En este periodo se produce la movilización de una parte de los vecinos para la modificación del Plan Especial de Protección, que finalmente fue aprobado en el año 2019, dando lugar a un acelerado deterioro de la colonia”, denuncia la asociación.

Desde la Asociación Vecinal de la Pradera Tercio Terol rechazan los argumentos de Hispania Nostra. David Campo, presidente de este colectivo y vecino de la colonia, asegura que con el plan aprobado buscaban frenar las operaciones especulativas que podrían ocurrir con intervenciones como la construcción de una tercera planta en las viviendas. También pretendían mejorar las condiciones interiores de las casas. “Todas las obras que se han hecho han sido acorde a las licencias”, afirma. Y aunque admite que “hay vecinos que cometen irregularidades”, insiste en que han “intentado mantener la identidad del barrio”.
La construcción de Tercio y Terol se llevó a cabo entre 1941 y 1949. Tiene 681 viviendas bajas con patios internos, aunque hay algunos chalecitos con jardines frontales. “Es un ejemplo de las colonias posguerra. Tiene ese carácter más austero, campestre, regional y con una cultura pensada desde el autoabastecimiento. El diseño original planteaba un minipueblo autosuficiente”, describe José María Sánchez, arquitecto urbanista del Ayuntamiento de Madrid. En el caso de Tercio y Terol, que forma parte de las 45 colonias históricas de la capital, las reformas deben conservar la estética de las fachadas, de manera que tengan uniformidad. El Plan General de Ordenación Urbana de Madrid precisa que cada una de estas colonias se regula por su propio Área de Planeamiento Específico, que fija normas en materia de delimitación, usos, conservación del arbolado, entre otras. “El objetivo es que nunca dejen de ser esos tejidos unifamiliares o de baja densidad. En una ciudad como Madrid, que ha crecido rápidamente, que hayan sobrevivido es una suerte y un lujo”, agrega Sánchez.
Tercio y Terol es una de las colonias históricas mejor conservadas de Madrid. La esencia austera que define la identidad de las construcciones todavía se nota en la mayoría de las viviendas. Rafael Muñoz recuerda las imperfecciones de la casa en la que creció y las identifica en otras viviendas. “El material era malísimo”, destaca al señalar acumulaciones de humedad en las bases de varias casas. El arquitecto José María Sánchez lo confirma: “Seguramente no fue el mejor material. Importar cosas de afuera era costoso ―no hay que olvidar que fue construida en época de posguerra―. Todo tiene un toque más artesanal”. Sin embargo, ahora destacan varios contrastes en la colonia. En la esquina donde coinciden la calle Comandante Fontanes y la calle de Rascón, por ejemplo, se alza un moderno edificio de tres plantas que consta de 19 viviendas, 22 plazas de garaje, piscina y área de fitness y coworking. Muñoz recuerda que en esa misma ubicación estaban los salones Ponciano, donde varios vecinos de la colonia celebraron bodas y primeras comuniones.

La construcción de Tercio y Terol, cobijada por la ley de Casas baratas de 1921, estuvo destinada para la clase trabajadora. Los patios, en principio, tenían huertas como parte de esa intención de crear un minipueblo autosuficiente. Ahora, algunas reformas han cambiado los jardines por piscinas. “Hay gente que ha escarbado en el suelo y ha hecho una bodega o lo que sea. Para mí es una gilipollez hacer una piscina, poner un hueco ahí que cubre todo el patio. Yo prefiero tener un jardín con plantas”, opina Muñoz. Otras casas han tenido reformas mínimas y conservan un estado similar al original, como lo cuenta una mujer que llegó a la colonia hace tres meses tras heredar la vivienda de su prima. “El patio y la terraza están tal cual. Vivir aquí es muy tranquilo”, enfatiza mientras pasea a su perro.
El urbanista Sánchez dice que el estado general de las colonias de chalecitos u hotelitos, como se les conoce popularmente, suele incluir “infracciones urbanísticas”, pues las reformas no siempre cumplen a rajatabla con la normativa especial que les cobija. Sin embargo, matiza que estas “no alteran los valores fundamentales” de las colonias. “Las infracciones podrían atajarse, pero en realidad no desvirtúan el objeto de protección. La ciudad y la arquitectura están vivas. También falta pedagogía para entender por qué las colonias están protegidas para cuidarlas mejor”, reconoce. Esta evolución puede verse en colonias como Unión Eléctrica, en Chamartín, que acoge una diversa mezcla de estilos arquitectónicos, aunque muchos de ellos son ajenos al diseño original. La colonia El Viso, en el mismo distrito, conserva el diseño original con acabados circulares en algunas de sus viviendas.
En Tercio y Terol, la chalupa pintada en el antiguo depósito de agua en la calle Almarico observa al chatarrero que recorre los pasajes de la colonia.
― “Recogemos cobre, aluminio, todo tipo de hierro viejo. El chatarrero, el chatarrero…”, vocifera.
Rafael Muñoz mira con nostalgia las fachadas de los chalecitos de Tercio y Terol que conservan la pintura color ocre. Con cada suspiro, cita un recuerdo y celebra: “Ahora mismo es un oasis en medio de la ciudad”.
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