Así trabaja una agencia de OnlyFans desde Coslada: comisiones del 50% y un negocio de millones de euros con el sexo
Con apenas 21 años, Mark Rakhilkin ha fundado No solo Fans, una empresa que gestiona cerca de 300 modelos para la plataforma

Todo ocurre en la nave de un polígono industrial de Coslada. Desde fuera, nada hace pensar que lo que sucede dentro guarda la más mínima relación con el sexo. Y desde dentro, tampoco: No solo Fans perfectamente podría ser una agencia de imagen convencional. Las modelos caminan maquilladas y vestidas de aquí para allá, y el ruido de las conversaciones sobre estrategia de promoción solo se ve interrumpido de vez en cuando un cámara pide silencio para grabar una toma. Pero No solo Fans no es, ni mucho menos, una agencia convencional. De hecho, poco de lo que sucede allí es convencional. La empresa es una agencia de modelos de OnlyFans, la plataforma que saca negocio de poner en contacto a creadores (en su mayoría mujeres) de contenido sexual con clientes (en su mayoría hombres) dispuestos a pagar por medio de suscripciones. La dirige Mark Rakhilkin, un empresario ruso de 21 años que aprovechó el estallido de la guerra en Ucrania para abrirse paso en el sórdido y lucrativo negocio del sexo.
A sus 30 años, Valeria Fuentes acumula ya seis meses trabajando con la agencia. Lo hace porque No solo Fans promociona su página y le permite multiplicar el alcance de sus vídeos y, por consiguiente, su facturación. Como ella, unas 300 modelos trabajan para la empresa, calcula Rakhilkin. “Antes ganaba 300 dólares al mes trabajando sola. Ahora, con la agencia, está en 4.000”, explica el empresario sobre su creadora mientras enseña un programa desde donde controla todos los ingresos. En todos los casos, él se queda con la mitad de las ganancias. “Vamos a la mitad porque somos socios”, explica.
Rakhilkin no es ajeno a la controversia que despierta su empresa: “Es una posibilidad que España termine prohibiendo la plataforma, y por eso estamos impulsando desde ya las marcas personales de las modelos en redes sociales”, explica. Por ahora, se sabe que el Gobierno de Andorra se ha planteado ya la posibilidad de prohibir OnlyFans, y parece ser solo cuestión de tiempo que esa vía se abra en España. Esta, como otras plataformas, están bajo el análisis del Ministerio de Igualdad; según los primeros avances, la ley abolicionista que prepara el Gobierno pondrá el foco en el proxenetismo digital. Y ya ha habido diversos estudios sobre este site.
Uno fue el de la Federación de Mujeres Jóvenes (FMJ): OnlyFans, un espacio blanqueado del negocio del sexo. Este defiende que la plataforma es un lugar que genera unos 500 millones de euros al año a cambio de convertir a las mujeres en productos y mercancía a través del consumo continuado de contenidos pornográficos. “Facilita el discurso prostituyente sobre las mujeres a través de la normalización del pago de dinero por las prestaciones de cualquier tipo de imagen o servicio de índole sexual [...] La propia plataforma procede como un proxeneta junto con las redes de proxenetas que en ella actúan captando a mujeres cada vez más jóvenes”, zanja, rotundo, el estudio.
Ajena por el momento a toda discusión sobre su medio de vida, Fuentes se presta a contar su historia. Entró en este sector en plena pandemia, cuando la crisis sobrevenida acabó con su negocio de estética. Al principio entró con su pareja, pero hoy actúa por libre. Su día a día consiste en una sucesión de grabaciones: primero, para sus redes sociales, y después, para su página. “En redes sociales mi contenido se enfoca más a la sexología, hablo de sexo pero a nivel educativo. En Only hago contenido erótico bajo pedido, aunque nada muy explícito”.
La creadora es partidaria del negocio de OnlyFans: “Sé que dicen que es prostitución encubierta, pero realmente, al final, todos, cuando trabajamos en una empresa, lo hacemos por un sueldo”. Y sobre las razones del éxito de OnlyFans, lo tiene más claro todavía: “Ofrece una conexión real, se crea una relación de confianza. De hecho, muchas veces los hombres buscan hablar de cosas que no pueden contar a sus parejas porque se sienten juzgados. Me preguntan cómo pueden proponer un trío. Hay cosas que solo hablan con nosotras”.
El funcionamiento de OnlyFans es sencillo: las mujeres se crean una cuenta, suben contenido (texto, vídeo, imágenes o audio) y los clientes pagan mediante suscripciones. A cambio de un extra, estos tienen además la posibilidad de hacer peticiones expresas de contenido y de tener conversaciones con la creadora por medio de mensajes de voz o videollamadas. Para FJM, estas prácticas son precisamente las que más diluyen la frontera entre la plataforma y la prostitución.
Desde la nave de Coslada trabaja también Matías Ibarrola. A sus escasos 23 años, se encarga del marketing de la agencia, lo que quiere decir que se dedica a impulsar el contenido de las mujeres en redes sociales para volverlas virales. “Ellas nos mandan los vídeos y nosotros les ayudamos a mejorar, porque cuando una chica está empezando les cuesta mucho grabarse bien y entender la idea que nosotros queremos transmitir. Nosotros hacemos los guiones”, comenta.
Para ello, la agencia mantiene una llamada inicial con las aspirantes a modelos. En esta primera toma de contacto, les preguntan cómo son, qué les gusta más y qué les gustaría transmitir de cara a redes sociales.
La clave, como en todo lo que tiene que ver con OnlyFans, es la cercanía y la naturalidad: “Si no se sienten cómodas, no funciona. Con Valeria, por ejemplo, escogimos el perfil de profesora de sexología. Ese formato es viral siempre”, reconoce Ibarrola. Poco importa que Fuentes no tenga estudio alguno relacionado con esta disciplina: al explicar, habla de sexo, y al hablar de sexo, sugiere. Finalmente, el potencial cliente imagina, desea y se suscribe.
Rakhilkin observa la grabación desde una gran mesa de director. Nació en Rusia, se crio en Tenerife y comenzó Económicas en la Complutense, pero él quería más: quería un negocio que funcionara, y lo quería ya. Tras la invasión rusa de Ucrania, OnlyFans fue una de las primeras empresas que abandonó la zona. Él aprovechó la coyuntura para sistematizar contenido sexual bajo el paraguas de su agencia: “Tuve ahí la oportunidad de abordar todo ese mercado. Antes, muchas mujeres se dedicaban a la prostitución o a hacer webcam”.
El negocio sigue, cuenta el empresario, a pesar del veto que Rusia ha impuesto a OnlyFans: “Seguimos teniendo la posibilidad de abrir cuentas a chicas de Rusia. Le abríamos documentación en Turquía o en otros países cercanos que sí permiten abrir OnlyFans. Y le damos esa posibilidad de dedicarse a algo que no sea contacto directo”.
Hoy, Rakhilkin asegura que, en total, coordina a unas mil personas. Su aterrizaje en España está siendo paulatino. Mientras, la agencia trabaja sobre todo en EE UU, Latinoamérica y Europa del Este. Pero hay planes de expansión: “Ahora mismo estoy descubriendo Francia, porque hay mucho mercado ahí. Por otro lado, OnlyFans está creciendo mucho en habla hispana. Se está empezando a pagar mucho dinero aquí”.
Rakhilkin no tiene problema en abordar los aspectos más polémicos de OnlyFans, lo que incluye el papel de lo que ya se conoce como chatters, es castellano, personas que simulan ser las creadoras de contenido, pero que en realidad son trabajadores de la agencia que suplantan la identidad de las modelos. Como consecuencia, los clientes pagan cuatro o cinco dólares por tener conversaciones subidas de tono con chicas que en realidad no están ahí.
Aunque hay quien argumenta que esto puede ser una estafa, el joven empresario no ve problema: “Al principio contestaba yo mismo. Ahora, tenemos los chatters subcontratados en países con menos poder adquisitivo: Colombia, Argentina, Filipinas, Nigeria… Últimamente, estamos contratando muchas mujeres, son mucho más espabiladas”.
Rakhilkin defiende a capa y espada su modelo de negocio, que considera una oportunidad para mujeres que, en todo caso, ya se iban a dedicar a OnlyFans. Él, argumenta, solo les proporciona herramientas para llegar más y mejor, y a cambio se lleva su comisión: “Estas chicas llegan sin conocimiento ninguno. Valeria generaba 300 dólares al mes. Por sí solas, la inmensa mayoría no gana ni 1.000 euros al mes. Nosotros llevamos a nuestras modelos a generar 15.000, 20.000. Una persona sola no puede hacer todo el trabajo: chatear, grabar, pensar una estrategia de contenido y analizar las métricas”, argumenta Rakhilkin desde su nave en Coslada rodeada de grandes camiones de Amazon y otras empresas distribuidores de todo tipo de mercancía.
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