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Patrullas en las redes sociales contra el suicidio que acuden en auxilio a cualquier hora

La Policía Nacional cuenta con una unidad para la atención urgente de personas que muestren conducta autolesiva: el 36% son menores. Rastrean la red, encuentran al usuario y alertan a la familia

Los inspectores Virginia y Óscar, jefes de grupo de la unidad de Redes de la Brigada Central de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional.
Patricia Peiró

En la publicación se veía a una mujer dispuesta a acabar con su vida. En el vídeo, de apenas unos minutos, la usuaria toma pastillas que mezcla con alcohol mientras asegura mirando al objetivo que no quiere seguir viviendo. Saltan las alarmas de TikTok. El mecanismo se pone en marcha. La publicación se adjunta en un correo que llega a los ojos de un grupo de investigadores de la Policía Nacional. Los siete agentes se activan de inmediato. Hay que encontrar a la mujer, saber si está en buen estado, alertar a su familia. El tiempo corre. En apenas unas horas, dan con una posible ubicación, un pueblo en el corredor del Henares, en Madrid. Avisan a la Guardia Civil, el cuerpo competente en esa demarcación. Mantienen la conexión telefónica durante todo el trayecto, hasta que llegan a la casa y los agentes observan a la mujer inconsciente a través de un ventanuco. Tiran la puerta abajo y avisan a Emergencias. Tras unos días en coma, la mujer recobra la consciencia.

Ejemplo de uno de los mensajes de alerta de conducta suicida que ha investigado la unidad de Redes de la Policía Nacional.

Los policías que han localizado a contrarreloj a la mujer pertenecen a la unidad de Redes de la Brigada Central de Investigación Tecnológica. La imagen del patrullero agarrando en el último momento al suicida a punto de tirarse por un puente ahora se ha trasladado al mundo virtual. Por eso, desde 2018, el cuerpo cuenta con dos grupos especializados en encontrar a ciudadanos que han mostrado en sus redes sociales su voluntad de acabar con su vida o de autolesionarse para comprobar que se encuentran bien y alertar a su entorno. “Salvamos la bola de partido”, sintetiza el inspector Óscar, el jefe de uno de los dos grupos. Sus intervenciones sirven muchas veces como alerta para el entorno del posible suicida, que muchas veces es ajeno a la realidad de su ser querido, a lo que está sucediendo en la habitación de al lado.

Ellos no son terapeutas ni pretenden ocupar el lugar que les corresponde a los psicólogos. “Lo que hacemos es auxilio urgente ante anuncios de voluntad suicida en Internet”, recalca el inspector. Son los centinelas de las redes, igual que sus compañeros lo son de las calles.

Han atendido 259 casos entre 2018 y 2024, el 36% provenientes de menores de edad. En 2025, llevan 18. En todos ellos, salvo en dos que habían dejado programadas sus publicaciones, llegaron a tiempo o sirvieron de ayuda a la familia. “La gente que pone estos mensajes no es que quiera llamar la atención, ni quiera morir, quiere vivir pero le resulta muy doloroso”, resalta Óscar. No solo les llegan mensajes de las redes sociales masivas, como Instagram o Facebook. Un estado de WhatsApp puede ser la espita para que empiecen a moverse, o mensajes de algún usuario en Fornite, un juego de acción en línea en el que los participantes pueden interactuar.

Los avisos les llegan directamente de las compañías, vía Interpol, o bien a través de los formularios de contacto de la web de la Policía. También han colaborado con entidades especializadas en atención a la infancia y adolescencia, como la Fundación ANAR. Esta última, detectó en un estudio un aumento de las conductas relacionadas con el suicidio de un 2.900% en los últimos 10 años, mientras que el de las autolesiones se había incrementado un 775% y las redes sociales jugaban un papel fundamental en estas cifras. “Ante cualquier problema, un adolescente va a intentar salir rápido del él, y en el mundo tecnológico puede encontrar fugas que le ayuden a esta salida. Si una persona esta pasando mal momento y contacta con otras personas que no son profesionales y le dan información nociva, va a aumentar el riesgo”, apunta Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR.

En casi todos los casos a los que acude esta unidad policial, se confirma que había antecedentes o que existía un problema no detectado por el entorno. Y si se trata de una falsa alarma, lo consideran parte del trabajo. “Preferimos equivocarnos y que un chaval haya gastado una broma y nos haya hecho trabajar en lugar de arriesgarnos a que alguien pierda la vida”, sostiene Virginia, la otra jefa de grupo. “Los usuarios tienen que ser conscientes de que hay alguien al otro lado de las redes y que se movilizan recursos por estos mensajes”, resalta la inspectora jefa Miriam, responsable de la unidad.

Los equipos se turnan las guardias por semanas y están activos 24 horas. Hace unas semanas, un vídeo llegó a los ojos de los investigadores de madrugada. En él, aparecía una menor consumiendo pastillas y hablando del suicidio. Lo había subido a sus redes sociales. Se convirtió en un caso de extrema urgencia para el grupo policial.

Una de sus agentes salió de casa a las tres de la mañana y unos minutos después estaba sentada frente a su ordenador para empezar a rastrear dónde podía estar la chica del vídeo. Con el paso de las horas, se fueron sumando sus compañeros. Había que buscar donde se pudiera. Escudriñar ese perfil de la red social, a sus contactos, la posible ubicación geográfica, la IP desde la que se había lanzado la publicación...

Finalmente, después de muchas llamadas y ya de día, dieron con su colegio, en la zona sur de España. Lograron hablar con su director, que les confirmó a los policías que estaba haciendo deporte en su clase de educación física y se encontraba en buen estado. También conversaron con la familia. “Nuestra intervención es, a lo mejor, el detonante para poner un problema sobre la mesa. Y a raíz de eso, claro, esa persona ha recibido ayuda. Y yo creo que también en eso sumamos nuestro granito de arena, porque después se deriva a recursos especializados”, apunta Óscar. “Otras veces, cuando contactas con la familia te reciben con: ‘¿Es por mi hijo?’. Igual ya habían tenido algún episodio anterior y creían que ahora estaban en un momento bueno y nosotros les confirmamos que hay una recaída y así vuelven a estar más encima", complementa Virginia.

Díaz, de la Fundación ANAR escucha muchas de las historias que hay detrás de estas publicaciones a través de su línea telefónica de ayuda (900 20 20 10) y describe el contexto: “Muchas veces, los jóvenes viven una soledad acompañada, están rodeados de gente pero se sienten solos y que no pueden contar con nadie cuando tienen un problema. Puede pasar en cualquier familia. Por eso, es importante escuchar y no minimizar un problema en la adolescencia, porque solo es diferente a uno de la edad adulta, pero no menor”.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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