Los cortafuegos de la corrupción
Que lo urgente no nos impida debatir iniciativas vitales
Cuando un caso de corrupción salta a los medios, los ciudadanos se preguntan qué ha fallado, cómo es posible que alguien se haya adueñado de lo que es de todos para actuar en beneficio propio. No creo que la corrupción sea “parte de la condición humana”, como llegó a decir una conocida política conservadora de nuestro país, pero tampoco soy un ingenuo. Siempre habrá personas codiciosas, corruptibles o irresponsables y la obligación de los políticos es poner todos los medios para impedir sus propósitos. Es cierto que nuestro país ha avanzado en cuanto a transparencia en los últimos años. Sin embargo, aún nos queda hacer. No vale solo con endurecer el Código Penal ni con dejar la lucha contrala corrupción en manos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Hemos comprobado sobradamente que echarse las manos a la cabeza con cada nuevo caso y recurrir al populismo punitivo para solucionarlo, como se ha venido haciendo hasta ahora, no es suficiente. Es necesario actuar a priori, hay que establecer cortafuegos para anticiparse a la corrupción, cortar-la de raíz incluso antes de que aparezca. Este es el sentido de la Ley del Defensor del Denunciante de Corrupción que Ciudadanos ha presentado en la Asamblea. De aprobarse, esta norma ampararía a los trabajadores públicos cuando detecten una situación sospechosa o irregular, les facilitaría cauces para comunicarla y les protegería frente a cualquier intento de represalia.
Gracias a ella, la Administración de la Comunidad garantizaría los derechos de confidencialidad, asistencia y permanencia en el puesto de trabajo a quienes levanten la mano ante la corrupción. Dispondríamos, de esta forma, de un auténtico mecanismo de alerta temprana frente a situaciones que socavan la democracia y destrozan la credibilidad de nuestras instituciones. Que el debate de esta iniciativa se dé en tiempos en los que todo ha pasado a segundo plano con motivo del covid-19 no debe hacernos olvidar su importancia. Que lo urgente no nos impida debatir iniciativas vitales como esta, para que, al igual que nos vacunaremos contra el virus, pongamos los medios necesarios para no volver a los días en los que la corrupción era tema de portada habitual en los periódicos.
La corrupción es, en palabras del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, “la máxima traición a la confianza pública”. Por eso, debemos ponernos manos a la obra. Tenemos la obligación legal y moral de poner remedio a una plaga antigua que ha adoptado formas nuevas. Toca arremangarse y toca trabajar, sin excusas, para crear esos cortafuegos y protegerlos, para que los empleados públicos se sientan protegidos y para que corruptores y corruptos no vuelvan a robarnos nunca la confianza en nuestras instituciones.
César Zafra es el portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid
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