El tesoro ‘secuestrado’ por la Diputación de Ourense: 236 piezas para “el mejor museo de antropología de España”
El editor Olegario Sotelo Blanco cedió su colección etnográfica a Manuel Baltar hace ocho años. La entidad preparó un edificio para exhibirla, pero jamás lo abrió

A lo largo de cuatro décadas, Olegario Sotelo Blanco se ha dedicado a salvar la memoria de un mundo en extinción. Este editor y escritor de 80 años, que fue niño pastor en su aldea natal de Ourense y constructor de éxito en Barcelona, rastreó anticuarios y casas labriegas. Logró recopilar cientos de herramientas, muebles y objetos varios de lo que fue la Galicia rural. La Diputación de Ourense, con el popular Manuel Baltar a la cabeza, anunció en 2014 que con este tesoro etnográfico crearía el “mejor museo de antropología de España”. Aquel proyecto se quedó en varias fotos oficiales, un edificio público que se arregló con dinero público para tenerlo cerrado, y el legado de Sotelo Blanco desperdigado por quién sabe dónde y sin poder ser exhibido. “Te quitan las ganas de hacer nada”, sentencia él con fastidio.
Sotelo Blanco vivió la mayor parte de su vida en Barcelona, donde se dedicó a la construcción y a la edición en castellano de obras de autores gallegos y portugueses como Manuel Rivas, Xosé Luis Méndez Ferrín o José Saramago. Hace unos años decidió volver a casa. Se instaló en su municipio natal, Castro Caldelas (Ourense), a tiro de piedra de la aldea donde se crio en una familia campesina de padres analfabetos y de la que emigró a la capital catalana con 17 años y 500 pesetas en el bolsillo. Le planteó al gobierno local trasladar su colección, que se exhibía en la sede de su fundación en Santiago, a este pueblo de la Ribeira Sacra de 1.200 habitantes. Su idea era crear un museo de antropología del mundo rural que sirviese también de centro cultural sobre el fenómeno de la emigración, justo en una de las comarcas que más han nutrido la diáspora gallega a lo largo de la historia. Pretendía utilizar sus contactos para celebrar congresos internacionales, que “no fuera un almacén de piezas, sino algo dinámico”. La alcaldesa, del PSOE, alegó que no tenía medios y acudió a la Diputación. Baltar no dudó en aceptar el proyecto.
“Se hizo la foto y dijo que el museo se iba a abrir, pero nunca cumplió”, afirma Sotelo Blanco sobre el actual senador del PP, que dimitió en 2023 después de ser pillado a más de 200 kilómetros por hora conduciendo un coche oficial. Dinero público sí se gastó. Para el Museo Antropolóxico da Ribeira Sacra, se seleccionaron 236 piezas y la Xunta cedió un edificio justo enfrente del castillo de Castro Caldelas, una fortaleza del siglo XIV muy visitada. En el inmueble se realizaron obras y se diseñó un proyecto museístico. Al mismo tiempo, el museo que mostraba este legado en Santiago se vació en parte, por lo que ahora está cerrado. Hay piezas arrumbadas en un almacén municipal; alguna se metió en el Museo Etnolóxico de Ribadavia o en el cementerio de Castro Caldelas “sin consentimiento”; y otras, como un telar que fue restaurado, se guarda en la sede que aportó la Administración autonómica, asegura Sotelo Blanco. También donó un fondo bibliográfico que se encuentra en paradero desconocido, al menos para su dueño, quien estima en más de 50.000 euros el presupuesto público invertido “para nada”.

Baltar acabó dejando la presidencia de la Diputación de Ourense que heredó de su padre José Luis sin abrir el museo, y se fue a ocupar un escaño en el Senado, en el que sigue sentado. Luis Menor, el dirigente popular que lo sucedió, prometió resucitar el proyecto y abrirlo “antes del verano” del año pasado, destacando su importancia para la candidatura de la Ribeira Sacra a Patrimonio de la Humanidad, que se decidirá en 2026. Sin embargo, el anuncio tampoco se cumplió, y en la última reunión que tuvo con el responsable de Cultura de la entidad provincial, Sotelo Blanco apreció desinterés y una condición nueva que considera imposible: él tendría que asumir los costes de mantenimiento y personal, en contra de lo que estipula el convenio firmado en 2017. “Yo estoy jubilado. Puedo promover actividades, pero no voy a llevar el museo. Y tampoco quiero que lo lleve un cacique que aproveche para lucirse” pese a “no tener ni idea de nada”.
La alcaldesa de Castro Caldelas, Sara Inés Vega, atribuye esta parálisis al “incumplimiento reiterado” por parte de la Diputación de Ourense. “Sucesivos equipos de especialistas vinieron a Castro Caldelas en numerosas ocasiones con diferentes cargos políticos de la Diputación al frente y reiteraron que el museo comenzaría a funcionar en breve…”, explica la socialista. “Trajeron unas mesas supermodernas y vaciaron el contenido de lo que había dentro [del edificio cedido por la Xunta], pero eso es todo”.
Enfadado y desilusionado, Sotelo Blanco ha decidido rescindir el convenio que suscribió con la Diputación de Ourense y el Ayuntamiento de Castro Caldelas. También le reclamará a la entidad provincial que le devuelva su colección. “¿Qué es lo que le interesa a esta gente?”, se pregunta quien lleva décadas investigando y escribiendo sobre el mundo rural y la emigración gallega. “Al ver la actitud, te quitan las ganas de hacer nada. ¿Merece la pena todo lo que hice de antropología, de libros...? Sí merece la pena porque quedan ahí, pero ¿qué valor le puede dar esta gente, si yo creo que la mayor parte de ellos ni leen los libros o, si los leen, no los interpretan?“. Y remata: “Si este es el sistema de trabajo de la Diputación, más vale que no tengamos Diputación”.

Fuentes oficiales de la Diputación de Ourense evitan aclarar cuánto dinero se ha destinado hasta ahora al proyecto. Admiten que responsables del Área de Cultura han mantenido este año “diversas reuniones” sobre el museo y que “llegaron a hacerse dos visitas para organizar el traslado” de todas las piezas desde Santiago, “pero no fructificó”. Esgrimen que en una de estas entrevistas se le comunicó a Sotelo Blanco que los técnicos de la institución “descartaban el alquiler con opción a compra” de las piezas, la fórmula acordada con Baltar, y que después “la Fundación Sotelo Blanco no mostró avances por su parte”. “El compromiso de la Diputación con este proyecto sigue en pie”, sostiene la entidad una década después de anunciarlo.
Sobre el paradero de las piezas y libros de los que, según el editor, ya se ha apropiado la institución, estas mismas fuentes responden: “A la Diputación de Ourense no le consta cesión alguna de fondos“. Sin embargo, la alcaldesa de Castro Caldelas confirma que operarios municipales ayudaron a los de la Diputación a trasladar piezas etnográficas y fondos bibliográficos de Sotelo Blanco. Señala que una parte está ”en el Pazo de Vilamarín" (propiedad de la entidad provincial), otra en Castro Caldelas y “del resto ya no volvimos a saber”.
Ante este panorama, Sotelo Blanco no descarta montar un museo privado en Quintela de Mazaira, la aldea donde nació. El fondo que ha ido reuniendo a lo largo de 40 años mientras el mundo rural se vaciaba, integrado en total por casi 600 piezas, incluye utensilios y enseres domésticos, mobiliario y material escolar, herramientas agrarias y objetos religiosos. “No quiero que se pierda ese patrimonio por el esfuerzo y el dinero que costó”, señala. No fueron pocas las “dificultades” que afrontó para recopilarlo. El destino habitual de estas joyas etnográficas tan poco valoradas en su día ha sido, lamenta, el contenedor de la basura.
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