El laberinto político del PP valenciano y los dos precedentes de interinato en sus años de mayorías absolutas sin Vox
Zaplana y Camps ya dimitieron de la presidencia de la Generalitat antes de finalizar la legislatura sin convocar elecciones. “La actual situación es endiablada”, dice un dirigente del PP valenciano.

“La situación es endiablada”; “Puede pasar cualquier cosa”; “Ara mateix, no tenim ni puta idea [Ahora mismo no tenemos ni puta idea]; “Lo que está claro es que la cuenta atrás ya ha empezado”; “No es Saturno quien devora a sus hijos, sino los hijos quienes se comen al padre”. Son algunos de los comentarios vertidos por dirigentes del PP valenciano o por sus colaboradores este fin de semana sobre el actual laberinto de la política autonómica y la “insostenible situación”, en palabras de un cargo nacional, de Carlos Mazón, que ha convocado a los medios este lunes para anunciar su futuro político.
La decisión de que el presidente de la Generalitat no puede continuar en el cargo parece estar tomada, tras los insultos recibidos en público en el funeral de Estado por las víctimas de la dana del pasado miércoles, sus continuos cambios de versiones sobre su paradero durante la mayor catástrofe del siglo en su tierra y la incertidumbre sobre su futuro judicial.
Su pérdida de credibilidad y el perjuicio que causa su encastillamiento ha llevado a alcaldes populares a mostrar su preocupación. Pero cómo llevarla a cabo esa decisión es un rompecabezas en el que han de encajar piezas muy diversas, algunas con nombre propio y otras relacionadas con el aforamiento, las sensibilidades pueblerina versus urbanita o la debida obediencia a Madrid con el interinato, entre otras cuestiones
La pretensión de presentar a Vicente Mompó, presidente de la diputación de Valencia, como su sustituto al frente del partido y futuro candidato en las elecciones de 2027, con un calendario ordenado en el que el alicantino Mazón se mantendría hasta entonces como jefe del Consell, ha chocado con las urgencias de la cúpula nacional del PP y los diferentes intereses en el seno del partido.
Una vez que la dirección nacional ha dictaminado que ya está bien y que la salida de Mazón no puede demorarse más, los mismos dirigentes provinciales (apoyados por Mazón en su momento) que postulan la candidatura de Mompó, que no es diputado autonómico y, por tanto, no puede ser elegido ahora presidente por las Cortes Valencianas, tienen una alternativa temporal, Juan Francisco Pérez Llorca, secretario general del PPCV, diputado autonómico y alcalde de Finestrat. En este caso, si Mazón se mantendría como diputado, y seguiría aforado, una cuestión que no es baladí en la actual coyuntura.
Ya hay dos precedentes de interinato en la política valenciana y en el PP, pero en la época de las mayorías absolutas, que coincidió con el estallido de numerosos casos de corrupción. Vox no existía. Su líder era un militante popular. A Eduardo Zaplana se le quedó pequeña la política autonómica y dio el salto en 2002 a la nacional como ministro de Trabajo con el gobierno de José María Aznar.
El entonces todopoderoso líder, que se hizo un nombre desde la alcaldía de Benidorm y fue condenado en 2024 a 10 años de prisión por dos casos de corrupción, dejó a un valido al frente de la Generalitat, José Luis Olivas, que reinó casi 11 meses hasta que el valenciano Francisco Camps ganó las siguientes elecciones de 2003. Olivas fue recompensado con la presidencia de Bancaixa y del Banco de Valencia, la primera desaparecida y el segundo también, tras ser comprado por Caixabank. Fue condenado a año y medio de prisión por falsedad documental.
El segundo caso de interinato tuvo lugar tras renovar Francisco Camps su mayoría absoluta en 2011. Imputado en el caso de los trajes y con varias frentes judiciales del caso Gürtel en el horizonte, fue impelido por el líder popular de entonces y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a dejar el cargo. Incluso envío desde Madrid un mensajero, Federico Trillo, para presionar a Camps. El alcalde de Castellón a la sazón y diputado autonómico, Alberto Fabra, le sustituyó al frente de la Generalitat sin pasar por las urnas. Cuando pasó, en 2015, el PP ganó, pero no con los votos suficientes para gobernar.
Fabra ahora es diputado en el Congreso y sus posiciones dentro del partido son cercanas a las de Esteban González Pons y a las de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá. Son los urbanitas frente a los pueblerinos, que representa Mompó, alcalde de la pequeña población de Gavarda, en una distinción de trazo grueso, con más trasfondo sociológico. A Mompó se le ha llegado a recriminar desde determinados círculos populares que habla con más soltura valenciano que castellano y que le falta aún para ser líder, pero desde la dana, donde estuvo en todo momento primero en las poblaciones afectadas y luego en el puesto de mando (Cecopi) su figura no ha dejado de crecer dentro del partido y también fuera.
En la propuesta del binomio Mompó y Pérez Llorca, la alcaldesa de Valencia, que también es diputada autonómica, desempeña un papel residual, pese a que la dirección nacional del PP siempre la ha visto con buenos ojos y es un valor consolidado y seguro que cuenta con el mayor respaldo de los votantes populares, según los últimos sondeos. La apuesta por ella como presidenta interina es muy improbable y arriesgada porque desvestiría al Ayuntamiento desnudo, y dejaría a la ciudad sin la principal baza del PP y, además, su relación con el grupo municipal de Vox ha sido muy tensa durante la legislatura.
La diferencia de la época de las mayorías absolutas a la actualidad es que la extrema derecha es clave. Para cualquier decisión que no pase por la dimisión y convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Mazón, el PP necesitaría el visto bueno de su socio parlamentario, Vox (que tiene 13 escaños), dado que solo cuenta con 40 diputados de los 99 que integran la cámara.
Pérez Llorca mantiene buena relación con la formación de extrema derecha y ha sido el negociador por parte de su partido en los acuerdos alcanzados con Vox, tanto en las Cortes Valencianas como en el pacto de Gobierno al que llegaron al inicio de la legislatura. A última hora del domingo, fuentes de Vox en Valencia aseguraban a este periódico que no sabían “nada de nada” y que no hacían “declaraciones sobre rumores”.
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