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Los familiares recuerdan a sus muertos en la dana en un emocionante acto: “No solo era mi gran amor, era mi amigo”

Los testimonios de las víctimas protagonizan el acto de homenaje del Teatro Olympia de Valencia, organizado por la Associació Víctimes Dana 29 d’octubre

Ferran Bono

María, Isabel, Fidel, Pablo, Sonia… Los nombres de las 229 personas que fallecieron el pasado 29 de octubre por la dana que arrasó el sur de Valencia desfilan por la pantalla. Sube al escenario Ana para hablar de su prima Sara Carpio, de 24 años, que falleció abrazada a su padre, Miguel, de 63, en un garaje de Benetússer. Recuerda su carácter alegre, su predisposición a ayudar y cómo la apreciaban sus compañeros del Hospital La Fe de Valencia, donde trabajaba de enfermera, como lo corrobora uno de sus jefes médicos a través de un vídeo. A su lado, se encuentra su padre que acababa de hablar sobre su hermano Miguel: “Mi hermano solo tenía un defecto: era demasiada buena persona”.

Se van pasando fotos de la familia, de viajes, de excursión, en casa, en la Ciutat de les Arts i les Ciéncies de Valencia… Cualquiera podría reconocerse. Le toca el turno a Toñi García, uno de los rostros más conmovedores de la tragedia, la mujer que perdió a su marido y a su hija. “Miguel no era solo mi gran amor”, afirma con voz firme. Era su “compañero”, su “amigo”, la persona con la que compartía lecturas, aficiones, todo, comenta la mujer, mientras un denso silencio se apodera del Teatro Olympia de Valencia.

El teatro está en penumbra, pero la emoción es visible en las expresiones de la gente que prácticamente ha llenado el aforo de 900 butacas este sábado por la mañana para asistir al homenaje organizado por la Associació Víctimes Dana 29 d’octubre. Los sentimientos están a flor de piel un año después, cuando se recuerda aquella terrorífica tarde en que “No ens avisaren” (No nos avisaron), como canta con su profundo vozarrón quebrado Miquel Gil, en alusión a que la alarma de las 20.11 llegó demasiado tarde a la ciudadanía.

Las fotografías de la catástrofe, de las pilas de coches amontonados que observan dos vecinos alucinados sin poder acceder a sus casas, de la solidaridad como un haz de luz en medio del barro, de la tristeza más absoluta del que mira lo que fue su negocio o de los agricultores voluntarios cargando con todo el desastre que pueden en sus tractores, imágenes que inmortalizaron los fotorreporteros y que se van proyectando en la pantalla, son suficientes para volver en unos segundos al estado de conmoción estupefacta de aquellos días.

Nadie informó durante 24 horas a la mujer de Rubén Lima, de 33 años, policía local de Valencia, de la situación de su marido, “el gran amor” de su vida que murió junto a otros seis vecinos en un garaje de La Torre, un barrio de Valencia. La tarde del 29 le envió un mensaje a través de WhatsApp cuando salió del gimnasio y ya no supo nada más de él. La mujer pide justicia y que paguen los responsables de la negligencia.

“Verdad, justicia, reparación” son los lemas del acto por la memoria de los fallecidos, un acto solemne de acompañamiento y reconocimiento del sufrimiento de las familias, pero también de denuncia. La asociación acusa a la Generalitat, institución competente en la prevención y gestión de la emergencia, de actuación negligente y, por tanto, de ser responsable de las víctimas. Bomberos, profesores, voluntarios o agricultores, pero sobre todo, los familiares, han sido objeto de homenajes.

Hui tenía solo 11 años cuando murió en la plaza de Lepanto de Benetússer. Era “la luz de la plaza”, la sonrisa de la plaza, el alma del popular restaurante chino de la plaza que regentaban sus padres. Lo cuenta con emoción contenida Tiffany, una vecina y clienta del establecimiento que, como tantas otras, vio crecer a Hui hasta que una tromba voraz de agua, barro y cañas acabó con todo a su paso.

Los recuerdos son muy dolorosos. ¿Cómo se puede olvidar que le pidieras a tu pareja que bajara a ayudar a un vecino, que lucha por no ahogarse en la calle y ya nunca más subió, por ejemplo? Pero Tiffany quiere también arrojar luz a la memoria del espanto evocando cómo los vecinos te ofrecían sus brazos, te cogían con sus manos, te lanzaban cuerdas para escapar de la corriente asesina, cómo los vecinos se ayudaban unos a otros, a menudos, sin conocerse o solo de vista.

Tampoco olvida Rafael Sánchis Palop la muerte de sus dos hermanos en Aldaia, Xavier y Pilar. Ambos superaban los sesenta años y tenían dificultades de movilidad. Compartía una planta y queriendo salvar algunos enseres, ya no les dio tiempo de subir a la primera planta.

Los testimonios se suceden intercalados con la música y las canciones de Pau Alabajos, Eva Romero, Miquel Gil o Vicent Colonques en un acto que empezó con la Muixeranga d’Algemesí. Entre el público, varios políticos de izquierdas, como la ministra de Ciencia y secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant, o la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé.

El homenaje ha acabado pidiendo la dimisión de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, y con la canción Lladres de sobretaula, de Pancho, el que fue el líder de Zoo, convertida en el himno a las víctimas: “I ara totes alcem al veu per qui ja no pot alçar-la” (Y ahora alcemos todos la voz por los que ya no pueden alzarla).

Sobre el escenario, un grupo de voluntarios con sus pozales y escobones exhibiendo una gran pancarta con esa letra como lema, además de la presidenta de la Associació de Víctimes de la Dana 29 d’octubre 2024, Mariló Gradolí, la presidenta de la Associació de Víctimes Mortals de la Dana 29-O, Rosa Álvarez, y el presidente de la Asociación de Damificados de l’Horta Sud, Christian Lesaec.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.
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