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Joaquín Zarzoso, presidente de la Federación Catalana de Caza: “Los cazadores eliminamos 80.000 jabalíes al año”

La UE desaconseja cazar animales en la zona afectada para evitar la dispersión de la peste porcina pese a que la Generalitat pide reducir su población a la mitad

La batalla contra el cambio climático, la caza furtiva y el rechazo social han convertido la caza en una cuestión difícil de abordar desde la administración pública. El brote de peste porcina africana (PPA) , aunque sin riesgo para la salud humana, ha desatado una crisis sin precedentes en el sector porcino. Esto ha vuelto a situar a los cazadores en el centro del intrincado tablero de la gestión medioambiental.

El Govern, con el consejero de Agricultra, Ramaderia i Pesca, Òscar Ordeig, al timón de la crisis, defiende la necesidad de eliminar 60.000 jabalíes de los 125.000 que viven en Cataluña. Pese a que la Comisión Europea desaconseja cazarlos para evitar la dispersión del virus, el presidente de la Federación Catalana de Caza, Joaquín Zarzoso (57 años, Badalona), considera que la solución a la peste porcina pasa por la drástica reducción de su población.

Pregunta: ¿Es posible eliminar 60.000 jabalíes en Cataluña?

Respuesta. En Cataluña, los cazadores eliminamos una media de 80.000 jabalíes al año, por tanto, el número que sugiere el Govern no es tanto. Eso sí, incrementar la acción de caza implicará que tengamos que asumir más gastos veterinarios. Llegado el momento, veremos qué ayudas directas recibiremos. Estamos dispuestos a ayudar, pero no a cualquier precio.

P. La Comisión Europea desaconsejó la semana pasada recurrir a la caza de jabalíes.

R. La recomendación de la Comisión Europea responde a que, en determinadas circunstancias, un incremento no planificado de la actividad cinegética puede dispersar aún más a los grupos de jabalíes, dificultando el control de la enfermedad. Pero se aconseja incrementar la presión cinegética fuera de él. Nuestra postura es clara: la caza por sí sola no es la solución, pero sí es una herramienta esencial para el control de la enfermedad y de la población del jabalí.

P. Desde organizaciones animalistas han pedido que no se criminalice al jabalí, pero el Govern ha hecho hincapié en la sobrepoblación.

R. En entornos urbanos y periurbanos, como los alrededores de Barcelona (sierra de Collserola), el aumento de ejemplares incrementa la probabilidad de accidentes de tráfico, así como de interacciones con personas, que pueden derivar en situaciones de peligro. Desde el punto de vista sanitario, una densidad excesiva favorece la transmisión de enfermedades entre animales y aumenta el riesgo de contagio a animales domésticos o, en ciertos casos, al ser humano. Por ejemplo, un estudio del hospital Vall d’Hebron y la Universitat de Barcelona apunta que los jabalíes podrían ser una fuente potencial de transmisión de la hepatitis E. Se cree que un 30% de los jabalís en Barcelona podrían ser portadores del virus.

P. ¿Qué estrategia defiende la federación?

R. La contención de la peste porcina se basa en una reducción ordenada y selectiva de las poblaciones de jabalí en las zonas de riesgo. En la zona de 0 a 6 kilómetros, la actividad está restringida. De 6 a 20 kilómetros, también, y estamos a la espera de que tipo de actuaciones podremos realizar. Más allá de los 20 kilómetros, hay que intentar ampliar las batidas para reducir al máximo las poblaciones.

P. ¿Cuáles son los principales retos que afronta el sector?

R. Uno de los más importantes es el estigma que pesa sobre el sector. La sociedad, cada vez más “urbanita”, animalista y distante de la realidad del medio rural, tiende a ver la caza como una actividad innecesaria o incompatible con la vida animal. La difusión de noticias negativas o de malas prácticas puntuales refuerza esa imagen negativa. Por otro lado, el sector destina recursos propios en estudios de otras especies en regresión, como es el caso de la perdiz roja o en datos de censos de especies migratorias como el zorzal o la codorniz.

P. ¿De qué forma se demoniza a los cazadores?

R. Se presenta como algo ilegal, violento, sin explicar que es necesaria para controlar poblaciones de especies que han crecido demasiado. Además, ciertos discursos políticos y mediáticos utilizan la caza para generar polémica, reforzando los bulos.

P. ¿Qué papel tiene la caza ahora respecto a comienzos de siglo y qué ha cambiado?

R. La caza ha pasado de ser una herramienta para poder subsistir a convertirse en una herramienta de control. Ahora el papel principal de la caza consiste en regular poblaciones animales, especialmente aquellas que han aumentado considerablemente como el jabalí, el corzo y el conejo. Además, la caza es la actividad más regulada del medio natural. Es un instrumento que evita daños a la agricultura, accidentes de tráfico y controla el estado sanitario de todas ellas.

P. ¿El brote de peste porcina ha puesto al sector en el punto de mira?

R. El control sanitario es fundamental, ya que enfermedades como la tuberculosis, la sarna o la peste porcina africana requieren una vigilancia constante. En esta línea, a través de un convenio de colaboración, en el año 2018, la federación y el Servicio de Ecopatología de la Fauna Salvaje (SeFaS) hacen el seguimiento sanitario pasivo de la fauna cinegética.

P. ¿La caza está en peligro de extinción?

R. Cada vez menos jóvenes se incorporan a la actividad cinegética. Muchos jóvenes tienen miedo a ser señalados simplemente por acompañar a sus padres o abuelos a practicar una actividad legal y reglamentada. Se debe facilitar el acceso a la actividad: fomentar licencias de caza gratuitas y precios accesibles en las juveniles, y promover jornadas de iniciación o mentorías entre cazadores veteranos y jóvenes interesados.

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