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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Junts y la moda Orriols

El partido de Puigdemont plantea poner trabas al empadronamiento de extranjeros o a que puedan acceder a vivienda protegida. Todo muy similar a Aliança Catalana

Francesc Valls

Carles Puigdemont aseguraba hace unos días, al clausurar la escuela de otoño del partido: “A veces existe la tentación de sucumbir a las modas y hay gente que lo hace”. El ex president destacaba que su formación está en posesión de una “mirada de larga de construcción de la nación, que no se acaba nunca y que es permanente”.

Mientras el líder de Junts se ocupaba de la gran estrategia, las redes sociales devolvían en brocha gorda otra imagen. La IA presentaba en videos y montajes fotográficos a un Puigdemont caído en el suelo. Sobre su cuerpo se erigía triunfante la ultra Sílvia Orriols, dispuesta a abrir fuego con una pistola. La brutal agresividad partía de una pugna de fondo: la competencia por el voto entre Junts y Aliança Catalana.

La “mirada larga” es hija retórica del aislamiento político. Junts rompió el Govern con Esquerra, se quedó sin la alcaldía de Barcelona, ha finiquitado sus acuerdos con el Gobierno central, y con el PP y Vox resulta imposible entenderse. Para colmo de males, los sondeos muestran que la ultra Orriols va a morder una buena porción del pastel electoral de Puigdemont. Y es que un sector de los votantes de Junts tienen el corazón partido, tras el fracaso del procés, y se deja arrastrar por un burdo primitivismo antiinmigración de una Catalunya que imagina llena de okupas, delincuentes y musulmanes.

Algunos alcaldes de Junts llevan tiempo planteando sus inquietudes. Hace unas semanas los expresaron en Waterloo. El pack que plantean es poner trabas al empadronamiento de extranjeros o a que puedan acceder los inmigrantes a vivienda protegida. Todo muy similar a Aliança Catalana. La moda Orriols triunfa y la coincidencia programática es un hecho. Los “grandes miedos” que a juicio de la derecha y la ultraderecha tienen los catalanes son muy parecidos en los discursos de los de Puigdemont y los de Orriols.

La ruptura con el Gobierno central de hace unos días supone un capítulo más en la carrera que libra Junts por sobrevivir. Las disensiones con el PSOE ya tomaron cuerpo cuando los de Puigdemont apoyaron a PP y Vox en el Congreso para revocar el impuesto a las eléctricas a finales del año pasado. Los pasos siguientes en Barcelona o Madrid han sido la ley contra la multirreincidencia, la oposición a la reducción de la jornada laboral o la petición para crear un cuerpo policial contra las okupaciones. O una ley para endurecer las condiciones para que los inmigrantes accedan a las viviendas de protección oficial –de un máximo de tres a diez años de empadronamiento – y la eliminación del impuesto de sucesiones, que es algo que históricamente obsesiona a los post convergentes.

No deja de ser paradójico que el independentismo retórico de Junts se pliegue a la hora de hablar de fiscalidad al discurso autonomista de la vieja Convergència, después del periodo de desorientación bolchevique del procés. Cuando Artur Mas se hizo con el Govern, una de las primeras medidas que tomó fue suprimir el impuesto de sucesiones. Con ello se dejaron de ingresar, en 2011, 150 millones de euros. También se redujeron las prestaciones por la renta mínima, lo que supuso un “ahorro” de 50 millones de euros. Eran decisiones tomadas en nombre de la libertad. Igual que aquellos recortes en sanidad, servicios sociales y educación de los que aún colean consecuencias.

Descartada la independencia, sin posibilidad de regreso inmediato de Puigdemont por las trabas judiciales a la amnistía y fuera del imprescindible Gobierno de Cataluña, Junts busca combustible en esos eternos temas que suponen grandes éxitos en todo el mundo. La “mirada larga” se convierte en peligrosa miopía cuando se agita el miedo al diferente. Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato… seguramente es un pato. Eso sí, muy parecido al de Orriols.

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Sobre la firma

Francesc Valls
Periodista desde los setenta en 'Mundo Diario' y 'Diario de Barcelona', aterrizó en EL PAIS en 1983, después de licenciarse en Historia y Ciencias de la Información. Trabajó en las áreas de enseñanza, religión –en épocas de San Juan Pablo II– o Quadern hasta que recaló para larga estancia en política catalana. Desde 2016, observador externo.
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