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Las dudas sin resolver del asesinato de Matilde Muñoz en Indonesia

La familia pide por carta a través de la embajada que se investigue a dos trabajadores más del hotel donde se alojaba

Matilde Muñoz
Rebeca Carranco

El asesinato de Matilde Muñoz en Indonesia acumula interrogantes sin responder. Dos hombres han sido arrestados acusados de matarla la madrugada del 1 al 2 de julio, para robarle unos 150 euros en efectivo que tenía en el bungalow en el que se alojaba, en la isla de Lombok. Se trata de un empleado del hotel y otro extrabajador, pero la familia ha pedido por carta a través de la embajada española que se investigue a dos empleados más del establecimiento. En su escrito, fechado el pasado 19 de septiembre, repasan las contradicciones e incongruencias, que concretan en 23 puntos y que basan en su propia investigación en los dos meses en los que Matilde estuvo desaparecida. También solicitan la adopción de “medidas cautelares urgentes”, como la detención de los dos trabajadores del hotel y el bloqueo de sus cuentas bancarias. La Embajada de España en Yakarta asegura que ha estado siguiendo este caso y su investigación desde el primer momento, y que ha llevado a cabo todas las gestiones necesarias ante las autoridades locales, a quienes se les ha trasladado las preocupaciones de la familia. También insiste en el contacto permanente con ellos, a quienes ha informado de cada avance y prestado asistencia consular.

Jubilada y sin hijos, Matilde Muñoz llevaba años viajando. Con el alquiler de su piso en Mallorca, sufragaba sus estancias en Asia, donde había tejido una sólida red de amigas, con las que quedaba en Tailandia, en la India o en Indonesia. A partir del 1 de julio, Matilde dejó de dar señales de vida. No respondía a los chats ni escribía en las redes sociales. Cuando ya no se presentó a la cita con una de sus amigas, el 23 de julio, saltaron todas las alarmas. Cada una en una punta del mundo, pero unidas a través de sus teléfonos, las amigas iniciaron su propia búsqueda. Y unas de las primeras personas con las que contactaron fueron Nurmala y Habib, gestores del hotel Bumi Aditya, en el que se alojaba Matilde, y sobre quienes vierten sus sospechas.

“Primero nos dijeron que la vieron irse a la playa el 2 de julio”, como hacía cada día, explica Olga Marín, una de las amigas de Matilde, que fue la primera en denunciar su desaparición en España, en la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Sant Feliu de Guíxols (Girona). “Posteriormente, modifican su versión, alegando que Matilde regresó al poco de salir porque olvidó algo y que no volvieron a verla”, indica el escrito enviado a la embajada, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Añadieron que como estaban atareados “preparando bungalós para un grupo que debía llegar días después” -del que no hay constancia en el libro de reservas- ya no estuvieron atentos a los movimientos de la española.

Pero, según la policía, Matilde fue asesinada la noche del 1 al 2 de julio, en su bungaló, por lo que nadie pudo verla salir a la playa aquella mañana. “Nos dicen que puede ser cuestión de despiste”, se queja Olga, sobre los motivos por los que la policía de Lombok no ha ampliado la investigación a los dos gestores del hotel. Hasta ahora, únicamente acusan del crimen a los dos supuestos autores materiales, detenidos después de hallar el cuerpo: un trabajador del hotel, en el turno de noche, y un extrabajador del establecimiento.

Pero la investigación de sus allegados, y del periodista Joaquín Campos, desplazado a Indonesia, y que actúa en nombre de la familia de Matilde en España, recopiló más evidencias. Matilde pagó 20 días de estancia en el hotel por adelantado, donde pretendía quedarse hasta el 20 de julio. Pero en lugar de abonarlo en efectivo, como han corroborado que se hacía habitualmente en el hotel a través del testimonio de otros huéspedes, esta vez lo hizo por transferencia bancaria, y a la cuenta de la gerente, Nurmala.

“Eso explica que tuviese tanto dinero en efectivo”, detalla Olga, sobre los 150 euros. “Excede de largo lo que se necesita allí”, insiste, sobre la vida en Lombok, donde en un cajero no se puede sacar más de 100 euros al día, y el sueldo mensual ronda los 180 euros. La tesis de los amigos es que sacó ese dinero para pagar los 20 días en el hotel, y como le pidieron la transferencia, acabó guardándolos en su habitación. Y fueron, presumiblemente, lo que motivó el robo que acabó con su asesinato.

Otro de los indicios que recoge la carta son los mensajes que recibió Nurmala desde el número de teléfono de Matilde, cuando ya ninguna de sus amigas lograba contactar con ella. Fechados el 5 de julio, Matilde decía: “Sorry, mala, i Steel in Laos, i can come back 2week again” [Lo siento, Mala. Estoy todavía en Laos, volveré en dos semanas]. “Ese mensaje es imposible que lo escribiese Mati”, asegura su amiga Olga, por las faltas de ortografía y la manera de expresarse en inglés. Unos días después un mensaje en el que se expresaba también usando el “2weeks”, lo que les hace sospechar que ella fue autora de la “suplantación digital”. Y, además, en ningún momento Matilde había informado a nadie de su intención de partir a Laos. Pero en la desesperación inicial, sus amigas removieron cielo y tierra en el país para comprobar si Matilde había pasado por ahí.

Todavía no lo sabían, pero Matilde ya estaba muerta. Pasó 42 días en dependencias del hotel, según la investigación, hasta que finalmente depositaron su cuerpo en una playa. “Resulta inverosímil que ni Nurmala ni Habib detectaran el olor o la presencia del cadáver”, insisten en su carta los allegados de Matilde. Y subrayan la extrañeza de que los responsables del funcionamiento del hotel no supiesen nada, a pesar de que parte de ese tiempo estuvo en el cuarto de servicio, donde se encuentra “el cuadro eléctrico, el router de internet y el almacén de ropa de cama y toallas”.

La familia de Matilde -representada por su sobrino Ignacio Vilariño- y las amigas también destacan los motivos por los que, a su parecer, la policía de Lombok no está prestando la debida atención a sus averiguaciones: Nurmala aseguró en una conversación que tenía un familiar policía, con el que intentaría acelerar la investigación sobre su desaparición. Eso ha supuesto un “cortafuegos” para ella, insiste su entorno. Además, atribuyen a la mujer otros comportamientos inquietantes, como que indicase a la policía que Matilde se alojaba en un bungaló distinto al suyo, o que adujese que ella no podía denunciar la desaparición en Indonesia por no ser una familiar directa. Días después, lo hizo otra “otra persona no familiar”, abunda el escrito.

El cuerpo de Matilde sigue todavía en Indonesia, donde se le practicó la autopsia. El examen confirmó que había muerto por asfixia y que recibió diversos golpes. Fechado el día 4 de septiembre, su familia se queja de que no obtuvo el informe hasta el día 18 de ese mes, lo que consideran una “dilatación intencionada de los plazos” con el “único objetivo de entorpecer el acceso a la información”. A la espera de la evolución judicial del caso, la intención de los allegados de Matilde es esparcir sus cenizas de Senggigi, Un lugar paradisíaco que desde hacía tres años se había convertido en su hogar.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
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