El búho chico, la melena de Sargatal y el trino de la cantante pajarera de Tennessee
El XI Delta Birding Festival cierra con 4.500 visitantes, cifra récord de la cita ornitológica de las tierras del Ebro


Del nivel de entusiasmo con que la gente vive el Delta Birding Festival (DBF), la feria de los pájaros del Delta del Ebro que ha acabado este mediodía con un récord de 4.500 visitantes, da testimonio el que en la medianoche del sábado, tras dos intensas jornadas de actividades, te pudieras encontrar a un grupo de jóvenes birders, tres chicos y una chica con linternas buscando un búho chico en vez de, no sé, ir de copas. Los haces de luces iluminaban las ramas altas de unos eucaliptos en la urbanización del mismo nombre, donde se halla el Hotel Mediterrani Blau, uno de los puntos de encuentro del festival, que se celebra a seis kilómetros de distancia en el espacio MónNatura Delta de l’Ebre. El espectacular búho chico o mussol banyut en catalán, que por ahí andaba aunque nos fuimos antes de que lo localizaran, es precisamente el ave favorita del biólogo, ingeniero técnico agrícola y anillador Jordi Baucells, director del Institut Català d’Ornitologia (ICO), entidad que este año cumple 50 años, un aniversario al que se ha querido sumar el festival del delta con una charla y una exposición.
La charla la dieron el viernes el propio Baucells, que cojea tras haberse roto el fémur a causa de una caída mientras anillaba una lechuza (ave por cierto a cuya expansión en Osona dedicó el sábado una conferencia también en la Carpa 2) y Enric Carrera, el que fuera el primer presidente del ICO. La exposición, tan entrañable como la charla, cargada de nostalgia, se compone de 88 fotos de los primeros 25 años del ICO, de 1979 a 1995, entre ellas algunas tan impagables como la que muestra una expedición en 1971 para anillar pollos y medir huevos de la colonia de gaviotas frente al faro de la Meda Gran, con dos de los miembros cargando en la cabeza un bote inflable, o la que retrata al ornitólogo Jordi Sargatal, actual Secretario de Transición Ecológica de la Generalitat, con melena y sin camisa en 1975 agarrando un abejaruco (Merops apiaster) del que deriva el nombre del grupo precursor del ICO, Merops. Sargatal aparece también otra foto inolvidable junto a Francesc Giró, ambos con unas pelambreras que sorprenden hoy y sosteniendo un flamenco muerto en los Aiguamolls de l’Empordà. “Lo había matado un cazador y le pegamos una gran bronca”, recuerda Giró visitando la exposición, en la que hay otra foto que muestra la célebre trampa Helgoland para capturar aves a fin de anillarlas y que instalaron en su casa de Tiana en 1981. El 23-F de ese año, por cierto, Francesc Giró y Sargatal estaban en Holanda con pájaros, mientras que Zequi, el hermano del primero, estaba dentro del Congreso sumado a la fuerza a los golpistas de Tejero como policía militar de la división acorazada, donde hacía la mili. En la exposición aparece también el añorado ornitólogo del delta David Bigas, fallecido el año pasado y al que el festival le debe un homenaje.

El acto de inauguración de esta XI edición del DBF, que lleva el lema El viatge continua y tiene como pájaro emblema el archibebe común, lo protagonizó el viernes Sargatal, “buen amigo” como lo calificó Miquel Rafa, director de sostenibilidad y territorio de la la Fundación Catalunya La Pedrera, de la que depende MónNatura, y que, por cierto, viste este año más como un turista británico en la Toscana que con su habitual indumentaria de birder. Eso sí, ha visto dos de las rarezas que se mueven estos días por el delta, el correlimos canela y la lavandera cetrina (también se ha señalado avefría coliblanca).
Sargatal felicitó al festival e hizo votos por su continuidad (el problema con la subvención, que no acababa de concretarse, ya se ha arreglado). El ornitólogo explicó con humor su “vuelta a la palestra” tras jubilarse y dedicarse a buscar el corriol pit-roig (chorlito carambolo) y que el presidente Illa lo “desjubilara”. Pasó a explicar cosas que se han hecho bien como el aumento de ánades invernantes, buitres y quebrantahuesos, el regreso de la lechuza a Barcelona o toda la operación con el ibis eremita –“es feo, pero tanto que enternece”- , casi extinguido cuando se popularizó la idea de que un caldo con el ave curaba todas las enfermedades y en la actualidad en franca vía de recuperación, con una población en el Empordà. En cambio, ha bajado la fredeluga, el avefría.

Sargatal deploró las colisiones de las aves –“es indecente que mueran tantas”-, afeó la destrucción de nidos de golondrinas, -“con lo que les cuesta hacerlos, probad a construir uno con 400 buchadas de barro como hacen ellas”- y defendió la humilde pero necesaria existencia de los parásitos en los excrementos de las reses. Luego se empeñó en mostrar unos organigramas de su departamento, mucho menos divertidos. Jordi Sargatal, que sostuvo que es calidad de vida poder oír un ruiseñor desde la cama, abogó finalmente por la “seducción ambiental”, un concepto al que se apuntó también al día siguiente Ricard Casanovas, jefe del Servei de Fauna i Flora de la Generalitat y moderador de un debate el sábado sobre Naturaleza y Periodismo en el que dio una amistosa colleja a quien firma estas líneas por creerse Gerald Durrell. A destacar que Evelyn Segura llevó al acto un orangután (en foto), animal más bien poco presente en el delta.

A todas estas el festival era un hervidero de gente que participaba en salidas a observar pájaros o en talleres, asistía a conferencias, se interesaba en la caseta de Mamaland Safaris por un viaje a Uganda para ver fauna, probaba los fabulosos prismáticos AX visio de Swarovski, los primeros binoculares inteligentes con identificación de aves, que valen, ay, la friolera de 4.690 euros; compraba una camiseta con el ave del año de SEO Birdlife -el treparriscos, del que hay ejemplares en el vecino parque natural de Els Ports (“son como mariposas”, describía con contagioso entusiasmo una chica en la caseta de la organización)-, se impresionaba con la foto de un mono asado o de la araña David Bowie en la conferencia de Gerard Carbonell Fotografiar para conservar, el poder de las historias visuales, o se hacía firmar en la caseta de Oryx un ejemplar de libros como Biometría de un encuentro, de Carlos Lozano, un hit de la feria, o la monumental Guía visual de huellas y rastros de la fauna de España y el resto de Europa, de Fernando Gómez, Paloma Troya (con unos bonitos pendientes de abejarucos) y Elvia G. Troya (alias Elvia la rastreadora, de 11 años, que tiene su propio libro para los de su edad, Cosas que me flipan de los animales).
Entre los descubrimientos que se han podido hacer en el festival, la existencia de un hide (escondite para observar pájaros) anfibio en el que te tienes que meter con neopreno o ¡el birdeo!, de momento el nombre de una red de ecoturismo rural pero que podría dar pie al sugestivo concepto del tardeo aplicado al pajareo, que ya es hallazgo.

Uno de los momentos estelares del DBF ha sido sin duda la charla/ actuación de la cantante folk de Tennessee y estrella birder en las redes de EE UU Bonner Black. En la carpa Ágora, donde te sientas en balas de paja lo que fue muy adecuado para escuchar a esta chica nacida en una granja, Bonner, ataviada como una Jungle Jim con trenzas, interpretó un par de canciones con su guitarra (oírla tararear la estrofa “little bird in a big sky” en el festival fue muy bucólico y más con un horizonte lleno de flamencos. Nos explicó su vida bajo el título de Beyond the birds with B.B. Tras recorrer pormenorizadamente su etapa de bailarina de ballet y música country en Nashville, que da para una serie, la singer-songwriter & avid birder contó cómo se curó de una depresión y ataques de pánico en sus horas bajas al descubrir el pasatiempo de la observación de aves, del que se convirtió rápidamente en una ferviente comunicadora a través de las redes sociales, en las que es un hacha. La mezcla de esa actividad pajaril con la música y los conciertos aumentó la efectividad de su tarea de apostolado emplumado. Mostró uno de los post que le dieron muchos seguidores como fue el de la defensa personal para chicas pajareadoras. Una de sus aves favoritas de las que la lanzaron al ruedo birder fue el halcón de cola roja, la preciosa ave de presa norteamericana. Dejó la Black una estela de bucólica simpatía naif, pero fuentes de la organización subrayaron sobre todo el interés de traer a una invitada como ella, tan activa y popular en redes, que abre el DBF al interesantísimo mercado estadounidense.

Entre los encuentros en la feria, incluyendo muchos amigos, Ciara Escoda, la inolvidable chica de los pájaros, que sigue teniendo un aire prerrafaelita, y Per Alström, el ornitólogo de la universidad de Upsala y una de las estrellas del DBF que llevaba una sensacional camiseta con una decena de especies de mosquiteros (ninguno de los que vemos por aquí), de los que es la autoridad mundial. Alström, tres visitas ya al festival, ha pajareado estos días con Bonner Black. Dice que es muy voluntariosa aunque solo lleva cuatro años de birder y considera muy interesante que está atrayendo al mundo pajarero a mucha gente “normal”. Al respecto reflexionó con humor que ser birder tiene sin duda su punto de rareza, y contó la anécdota del amigo pajarero que le dijo a su mujer: “El único birder normal que conoces soy yo”. Otras fuentes han confirmado el entusiasmo por pajarear de la cantante de Tennessee, su simpatía y su promoción de los encantos de su tierra, incluida esa aportación a la cultura mundial que es el Jack Daniels.
El XI Delta Birding Festival ha acabado con cierta precipitación a causa de los avisos de lluvia que han hecho cancelar la tradicional suelta de aves recuperadas pues no estaba el día ciertamente para volar. Finalmente, pese a las alertas, la cita se ha cerrado sin que cayera más que alguna gota aislada. ¡Y hasta el año que viene pajareros!
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