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Auge y caída de los negocios de la pareja de hosteleros que se suicidó en El Port de la Selva (Girona)

El nuevo gestor de los diez restaurantes cerrados en la Costa Brava estudia su viabilidad con “una situación compleja”

Un cartel en un establecimiento del Port de la Selva (Girona) que informa que está cerrado.
Marta Rodríguez

Tras más de dos décadas veraneando y viviendo en el Port de la Selva (Girona), y cuando ya estaban en edad de jubilación, José Andrés Bel, un reputado economista y su mujer, Adela Esteban, emprendieron una última aventura empresarial. En muy poco tiempo, a partir de 2018, empezaron a gestionar una decena de bares, restaurantes y chiringuitos. Lo hicieron sin apenas experiencia en el sector y mediante operaciones económicas con las que solventaron la situación de muchos propietarios de negocios que se querían jubilar. Además, con aperturas muy prolongadas de los establecimientos, dinamizaron los inviernos de este municipio de la Costa Brava que antes colgaba el cartel de “cerrado” tras la temporada turística.

El doble suicidio de José Andrés y Adela el pasado verano lo cambió todo y dejó un reguero de dolor en la población, tanto por lo trágico de las muertes como por la delicada situación en la que quedan un centenar de empleados, que han visto cerrar los negocios de forma precipitada. Los efectos en el pueblo se multiplican: propietarios de pisos que han perdido a sus inquilinos y una veintena de inversores que han visto esfumarse la oportunidad de recuperar el dinero que metieron en los restaurantes. La cantidad real que pueden haber perdido difícilmente saldrá a la luz.

José Andrés Bel, “Pepito” y Adela Esteban Galindo, eran originarios de Santa Eulalia del Campo (Teruel). La familia de él se trasladó a Barcelona. Él nació allí, estudió bachillerato en los salesianos de Sarrià y en 1979 se licenció en Ciencias Económicas por la Universitat de Barcelona. Se casaron, se quedaron a vivir en la capital catalana y tuvieron una hija.

José Andrés estuvo más de 13 años en el Grupo M.R. Amat SA, del que fue director general entre 1985 y 1994, cuando pasó a ser el director general operativo de Stradivarius, estuvo una década en la que ayudó a la creación de la empresa y posteriormente a su venta al Grupo Inditex. Entre 2004 y 2011 asumió la dirección general de la empresa de bolsos y complementos Misako y los tres años siguientes pasó a dirigir la conocida empresa de calzado de Banyoles (Girona) Castañer. Desde 2016 y hasta la actualidad era consultor de empresas e inversiones. Ella, según sus conocidos, no trabajó nunca fuera de casa.

Este experto en gestión de empresas, reestructuración, y expansión de proyectos empresariales y su mujer llegaron con unos cuarenta años al Port de la Selva a veranear. Se enamoraron de la localidad, en pleno parque natural del Cap de Creus, en la Costa Brava, un entorno verde con calas de agua cristalina. Los primeros años alquilaban un piso e iban los fines de semana, pero pronto compraron una casa no demasiado grande y la reformaron a su gusto. Al principio pasaban fines de semana y festivos, hasta que empezaron a establecer amistad tanto con vecinos como con veraneantes de Barcelona que desayunaban los sábados y los domingos en el Café España (Ahora Ca la María) y fijaron su residencia en la población. “Estaban totalmente integrados en el pueblo, tenían mucha vida social”, destaca uno de sus amigos.

Según sus amistades, eran una “pareja peculiar”. El era “místico, hablaba suave, pausado”. Ella todo lo contrario. La definen como “mujer de carácter fuerte que te decía siempre lo que pensaba, si te gustaba bien y, si no, también”. “Vamos, que en una misma cena te podía mandar varias veces al carajo”, detallan. También hay quien defiende que “eran muy buenas personas, muy correctos”, convencidos de que “no querían hacer daño a nadie”. Esto cuadra con una frase que su entorno atribuye a José Andrés la noche antes de intentar quitarse la vida: “Me sabría muy mal que la gente del pueblo se riera de mi fracaso”. Un buen amigo de la pareja asegura que él era un hombre “con mucho ego”, pero también le considera incapaz de hacer daño a nadie y siempre convencido de que los negocios prosperarían. “Se equivocó de dimensión”, lamenta.

Todo cambió cuando Pepito se jubiló, en 2018. El primer paso que dio fue alquilar el restaurante Ca l’Herminda y la Brisa (antes la Llevantina) cuyo dueño, amigo suyo, se jubilaba. Después llegó el turno al Cafè de la Marina, Ca la Maria (antes Café España) y así hasta llegar a la decena de locales. Los altos alquileres que pagaba, normalmente el doble de lo que pedía el mercado, fueron muy bien recibidos por los propietarios de los negocios que arrendaba. Para concursar por los chiringuitos de las playas, ganaron a sus competidores ofreciendo 35.000 o 40.000 euros donde los demás ponían 12.000. Pero la apuesta mayor del matrimonio fue el restaurante Brascó.

En 2020 compraron el Brascó, cerca del Port de la Selva, en la carretera de la Selva de Mar, en la pequeña localidad de Selva de Mar, de unos 220 habitantes. Esta fue la única adquisición que hizo la pareja, y convirtieron el restaurante, que ya contaba con piscina, en un complejo muy concurrido que estaba abierto todo el año con pista de tenis, de pádel, de futbito y con un gimnasio. La cuota era de unos módicos 25 euros al mes. “Se podía ir a sus terrazas todo el año, en invierno ofrecía ostras a un euro”, recuerda una vecina. Sin embargo, según algunas fuentes, este es el negocio que causó más agravios económicos, porque contó con inversores locales.

La caída en la calidad del servicio que se ofrecía en los locales y los rumores de que la pareja estaba pidiendo sumas muy importantes de dinero a posibles inversores, encendieron todas las alarmas en el pueblo meses atrás.

Tras el suicidio de la pareja, de 71 y 68 años, el nuevo administrador único de la sociedad de restaurantes, con el 51%, es TQ MR Family II, que hasta el momento era el socio inversor. En un comunicado remitido a este periódico asegura que están analizando “detalladamente” la situación y viabilidad de la compañía. Se han comprometido a actuar con la máxima responsabilidad y rigor empresarial para dar la mejor solución posible y mantienen que “trabajan con rapidez y diligencia para minimizar cualquier perjuicio y para que todas las personas afectadas puedan recuperar la normalidad lo antes posible”. No obstante, advierte de que “presenta una situación compleja por costes y endeudamiento”. Según el comunicado, los trabajadores de los nueve locales de la sociedad Corvaill del Port SL están al corriente de pago.

A pesar de que algunos amigos le advirtieron y que era mucha la gente que creía que estos negocios no podían acabar bien, nadie se esperaba este fatal desenlace. El segundo teniente de alcalde y edil de seguridad, Roger Pinart, pide que no se especule con las trágicas muertes de la pareja. Oficialmente, en este momento los Mossos d’Esquadra no tienen ninguna investigación abierta.

Las personas con pensamientos suicidas y sus allegados pueden buscar ayuda llamando al 024, una línea de atención del Ministerio de Sanidad.

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Sobre la firma

Marta Rodríguez
Corresponsal en Girona especializada en sucesos, judicial y medio ambiente. Es colaboradora de la Agencia EFE y GironaFM y lo ha sido de RNE y Catalunya Ràdio. Fue premiada como corresponsal de Catalunya Ràdio por Radio Associació y recibió el premio Carles Rahola de prensa local por un dosier coral sobre la situación de la justicia en Girona.
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