Illa cierra en Pekín la primera etapa de su tour chino: Iniesta, tazas de váter y corbata roja
La Generalitat esquiva simbolismos en las reuniones oficiales y el ‘president’ prosigue su viaje por Hefei, Wuhu y Shanghái


Salvador Illa cerró el lunes con una calçotada su estancia en Pekín, primera etapa de la gira que realiza por China. Este martes vuela hasta la ciudad Hefei, desde donde viajará a Wuhu, paso previo a aterrizar en Shanghái. En total, más de una semana reconociendo el esqueleto del gigante asiático.
En la capital china, el presidente catalán tuvo entrevistas con cargos políticos del Partido Comunista chino, y se reunió con empresarios asiáticos y españoles. Illa ha puesto empeño en exhibir su voluntad de reforzar vínculos entre Cataluña y China y ha señalado que conviene explorar oportunidades de negocio recíprocas. “Hay empresas catalanas que están haciendo muy buen trabajo aquí, han sabido introducirse bien y entender la idiosincrasia del país”, refirió Illa, antes de reunirse con el director general de Damm. En el bar del hotel de Pekín donde se ha alojado el presidente catalán se sirve cerveza Estrella.
Uno de los cargos de alto rango que integra la delegación catalana se quejaba este lunes de la hartura que, tras unos días, pueden causar los menús orientales, pese a que en el plato haya aparecido langosta. Si hacía falta sanar añoranzas, la última cena en Pekín fue un festín: Calçots, canelones y crema catalana. La ofició el chef Eduard Xatruch, uno de los tres magos que gobiernan los fogones del Disfrutar de Barcelona, elegido en 2024 mejor restaurante del mundo.
Durante la primera parte de su viaje Illa también ha visitado una tienda exposición de la empresa catalana Roca, acompañado de Guillem Pagès, director de Roca China. De los 1.900 millones de euros que factura la compañía, casi un 10% se genera en China. La firma exhibe un vistoso escaparate en el centro de Pekín, con grifos dorados y tazas de váter con formas de orfebrería. Contraste, en un país donde, más por tradición que por escasez de bolsillo, abundan las placas turcas, el agujero en el suelo que exige afinar la puntería, y donde en un hutong, los barrios humildes con casuchas apretujadas y sin retrete, aparece una vecina con pijama andando apresurada a media mañana buscando alivio en los servicios públicos.
Al trote ha empezado sus días chinos el president, inflexible en la costumbre de salir a correr durante una hora al amanecer, pese a la fatiga que provoca la altísima humedad del verano chino. Ni a la carrera pudieron llegar Illa y sus acompañantes a visitar la Gran Muralla porque, la mañana elegida, una intensa tormenta desaconsejó la excursión. Sí pudo visitar el president la Ciudad Prohibida, el entramado de templos que durante más de 500 años dio cobijo a los emperadores chinos. Iba acompañado de un mando local, lo que sirvió para ahorrarle las colas que se forman para cruzar la entrada y donde es obligatorio mostrar el pasaporte.
Las esperas no son extrañas en una ciudad que supera los 21 millones de habitantes y donde con un par de edificios de una esquina se podrían cubrir las 50.000 viviendas que ha prometido Illa.
Gente y demoras. Toca sufrirlas, ya sea atrapado en un colapso dentro de un taxi (tarifas muy baratas) o, según explica la prensa local, haciendo hasta tres horas de cola para comer cangrejo de río en un restaurante de moda.
También una buena paciencia se necesita para visitar la plaza de Tiananmén. Más de un millón de personas acuden diariamente, algunos incluso pasan la noche guardando turno, para pisar la plaza y ver el Mausoleo de Mao Zedong, donde yace el cuerpo embalsamado del líder comunista, fundador de la República Popular China. En un hotel, con vistas a esa plaza, mantuvieron una reunión Illa y uno de los miembros del Comité Central del Partido Comunista chino. En las fotos de los actos oficiales se han evitado los símbolos. Sin rastro de la bandera catalana ni de la china, pero en uno de esos encuentros, como detalle de protocolo, el president vistió corbata roja.
El color grana, mezclado con el azul, también tiñó la reunión de Illa con el vicepresidente de la Asamblea Popular Nacional de China. Weihua Wu le comentó al president su debilidad por el fútbol exquisito del exmediocampista del Barça Andrés Iniesta. Illa es aficionado del Espanyol.
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