Un tirador de perdigones anónimo atemoriza a los vecinos del barrio barcelonés de Horta: “En un día recibimos hasta 15 disparos”
Los Mossos todavía no han identificado al sospechoso, quien hirió a un menor de edad residente en la calle de Canigó

La habitual bonanza que se respira en el tranquilo barrio de Horta, en Barcelona, se ha visto alterada por un tirador anónimo que en menos de un mes ha disparado con una escopeta de perdigones, de forma indiscriminada, a los vecinos de un edificio de la zona. La familia más afectada es la de Pilar Rigol, residente de una finca de tres plantas ubicada entre las calles de Canigó y de Lloret de Mar. “Todo empezó el 21 de mayo, cuando en un día recibimos hasta una quincena de disparos”, explica la víctima, cuyo hijo menor de edad resultó herido por uno de los proyectiles.
Ese día, alrededor de las 21.30, el menor se encontraba en el salón de la vivienda jugando a videojuegos cuando notó un fuerte impacto en el hombro izquierdo. Al oír el ruido, la madre, que se encontraba en la cocina, corrió al comedor y vio a su hijo dolorido y tendido en el sofá. “Cuando vimos la herida nos quedamos paralizados, no sabíamos qué había ocurrido. Mi madre llamó a la policía y corrimos al Centro de Atención Primaria del barrio”, explica la hija mayor de Rigol.
En las horas posteriores, el tirador volvió a disparar hasta 15 veces, sin herir a ningún miembro de la familia, pero causó múltiples impactos en las paredes de la vivienda. Los días transcurrían y el agresor volvía a disparar, día sí y día no, según relata la hija de Rigol. “Ya no hacemos vida en el salón. Tenemos las ventanas cerradas y protegidas, y tendemos la ropa con gafas protectoras de soldadura”, cuenta la madre, que dice que hasta ahora ha interpuesto ocho denuncias ante los Mossos d’Esquadra. La policía, sin embargo, no ha dado detalles de si hay más denuncias en el vecindario para no entorpecer la investigación.
La familia Rigol no ha sido el único objetivo del tirador. En el primer piso, otra mujer recibió días más tarde hasta tres disparos que, afortunadamente, impactaron en la ropa tendida, las cortinas y las paredes. La incertidumbre se ha apoderado de los vecinos de la finca, que no entienden la motivación del agresor ni el móvil de los disparos, ya que aseguran que no tienen ningún conflicto personal con ningún vecino de la zona. Por el momento no hay constancia de que haya más afectados que los de la finca de la calle de Canigó.
La ubicación de los impactos en las paredes indican que los disparos provienen de algún punto elevado de los edificios colindantes. De hecho, solo hay un inmueble frente a la finca afectada que supera la altura necesaria como para alcanzar el salón de un tercer piso como el de la familia Rigol, orientado al sur.
El calibre de los perdigones puede ir desde 4,5 milímetros, el más usado, hasta los 6,35. Según los fabricantes de munición, el alcance efectivo es de 75 metros, pero difícilmente se puede acertar a un blanco a más de 40 o 50 metros. Y aunque existen calibres mayores, no se usan tradicionalmente en España.
La policía catalana todavía no ha identificado al sospechoso y mantiene la investigación abierta para dar con el autor. Fuentes policiales han asegurado que mantienen contacto constante con los vecinos y que han intensificado el patrullaje por la zona para tratar de atraparlo in fraganti, ya que no pueden entrar en ninguna vivienda sin una orden judicial. Desde el pasado 12 de junio no ha habido nuevos disparos. Los vecinos sospechan que el autor ha parado debido al revuelo mediático del caso.
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