Sijena y el MNAC
Es primordial evitar que las pinturas se dañen y sería óptimo que el proceso de traslado se lleve a cabo recuperando la unidad de acción en ámbitos de cooperación


Tras más de diez años de pleitos, el Tribunal Supremo ha sentenciado que el Museu Nacional d´Art de Catalunya (MNAC) y la Generalitat de Catalunya habrán de devolver las pinturas murales de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena que el MNAC custodia desde hace más de medio siglo. El Museu ha hecho las cosas bien. Como ha recordado su competente director, Pepe Serra, la prioridad del MNAC ha sido conservarlas y protegerlas. El Tribunal, por su parte, resuelve que el Museo no las ha hecho suyas, pues nunca las ha poseído título de dueño, sino que las pinturas fueron arrancadas en 1936 y trasladadas a Barcelona.
El Real Monasterio de Santa María de Sijena, Monegros, Huesca, fue fundado en 1188. Desde entonces, las vicisitudes del monasterio rozan el infinito, pero la peor fue su incendio deliberado, en 1936, en plena Guerra Civil, por partidarios enloquecidos del orden constituido.
El rescate de en torno a la mitad de las pinturas murales que se habían librado del fuego fue mérito de Josep Gudiol (1904-1985), arquitecto, historiador del arte y comisionado por la Generalitat de Catalunya para el salvamento del patrimonio artístico, con el apoyo del conseller de cultura Ventura Gassol (1893-1980), otro hombre bueno, quien le proveyó de fondos para recuperar las pinturas. En octubre de 1936, Gudiol viajó a Sijena con dos especialistas de la técnica de separación de pinturas murales denominada “strappo”, hizo arrancar las pinturas que restaban y las trasladó a la Casa Amatller en el barcelonés Paseo de Gracia. Restauradas, acabaron en el MNAC. Fue un rescate, nunca un robo.
Toca devolver las pinturas. Pero esta historia puede acabar de mejor o de peor manera. Es primordial evitar que las pinturas se dañen, así lo han pedido el MNAC y el President de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa. Y sería óptimo que el proceso de traslado se lleve a cabo en recuperación de lo mejor de la antigua Corona de Aragón, la unidad de acción en ámbitos de cooperación deseable sin control central.
Así, los gobiernos aragonés y catalán han suscrito convenios para colaborar en la atención de urgencias y emergencias sanitarias en las zonas limítrofes, utilizando los sistemas de emergencia de cada comunidad; o, parecidamente, en la promoción turística de los Pirineos y en la gestión de los recursos naturales.
Mas para las pinturas de referencia, el tiempo del pacto se acabó hace once años y las partes interesadas no lo han sido de una negociación sino de precisamente de un pleito: de momento, las autoridades aragonesas han exigido contundentemente el cumplimiento de las determinaciones de la sentencia en veinte días hábiles, y sin más alternativas que la adopción de las medidas de seguridad relacionadas con la buena conservación de su estado. Ahora la cooperación leal de los técnicos y profesionales de ambas partes puede plantar la semilla de más y mejores acuerdos. No podemos perder otros once años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.