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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vivienda y la ficción centrista

PSC y Junts, PSOE y PP tienen que ser capaces de encontrarse en momentos puntuales de interés general para evitar que la desesperación determinados sectores sociales la capitalice la extrema derecha

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la 40ª Reunión Anual
del Cercle d’Economia, acompañado por el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu; el president de la Generalitat, Salvador Illa; y el presidente del Cercle, Jaume Guardiola.
Josep Ramoneda

¿Será el presidente Illa la última voz de la socialdemocracia? Su paso por la reunión anual del Cercle d’Economia en Barcelona fue acogido por los asistentes con una perceptible frialdad. En la inauguración, el presidente Pedro Sánchez descolocó al personal anunciando una consulta a la opinión pública a propósito de la OPA del BBVA sobre el Banco de Sabadell. Un gesto que acaparó la atención por inesperado, dejando en segundo plano los temas de posible discrepancia, y que expresaba la disconformidad con este asalto bancario sabiendo perfectamente que era la posición mayoritaria de los que estaban en la sala. Con el valor añadido de la presencia del presidente del banco agresor, además, por supuesto, de la cúpula del banco agredido.

El presidente Illa, en cambio, interpeló a los asistentes con la cuestión de la vivienda como prioridad y apelando a asumir responsabilidades. Y los asistentes no se abstuvieron de expresar su incomodidad. Illa fue con la realidad por delante. Y no quiso rehuir las urgencias del presente. Recupero las tonalidades de la vieja socialdemocracia que en Europa va perdiendo perfil día a día. Y encaró la cuestión central de las desigualdades crecientes que abre vías alarmantes de desgaste de la democracia y de aliento para las derechas radicalizadas. “Intervenir el mercado de la vivienda es crucial para combatir las desigualdades”, dijo.

Tener un lugar para vivir tendría que ser un derecho fundamental. Y el presidente Illa lo entiende así en un momento de mutación del sistema económico (del industrial al financiero y digital) en que cada vez es más difícil distinguir las políticas económicas de unos y otros. Illa, rompiendo los sobreentendidos del momento, apeló a una regulación del mercado y se hizo manifiesto que no estaba en sintonía con la mayoría de los presentes en la sala. Y planteó la necesidad de intervenir en la vivienda, de invertir en ella con promociones públicas, de regular inversiones, precios y alquileres, en fin de crear las condiciones para favorecer el acceso de la ciudadanía a una casa para vivir.

“Cuando los mercados definen lo que tiene valor se crea un vacío que llenan la religión y el nacionalismo”, decía precisamente Michael Sandel en una entrevista en La Vanguardia. Y es lo que apuntaba Illa: cuando las desigualdades crecen y la marginación aumenta, parte de la ciudadanía se apunta al que más grita, al que no afronta el problema sino que busca culpables a los que señalar . Y los inmigrantes son les primeros de la lista. Así crecen los partidos de extrema derecha que prometen la redención a golpe de proclama patriótica, restringiendo libertades y discriminando a los más débiles. Dejando vía libre al todo está permitido de los que tienen más: el trumpismo como modelo. Y Vox, como amenaza local, arrastrando al PP.

Al mismo tiempo construir la ficción centrista sobre la base de las grandes partidos abriría amenazas inquietantes a ambos lados. PSC y Junts, PSOE y PP tienen que ser capaces de encontrarse en momentos puntuales de interés general. Pero no para proteger la barra libre que reclaman ciertos sectores económicos, sino precisamente para evitar que la desesperación de determinados sectores sociales la capitalice la extrema derecha. Parece ser la apuesta del canciller Merz en Alemania, una experiencia que merece atención. El centrismo como lugar o ideología es una ficción. El ejemplo francés es elocuente: el centrismo del presidente Macron le ha llevada a la irrelevancia y ha puesto a la extrema derecha a punto de alcanzar el poder. Decía Amartya Senn que “priorizar la lucha contra la injusticia flagrante es más útil que el siempre difícil acuerdo sobre el bien”. Y en este momento la cuestión de la vivienda está en el grado de urgencia.

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