El oportunismo de Junts contra la salud pública
Hay consenso sobre la necesidad de sacar adelante la agencia que intenta aprobar el Gobierno y que los nacionalistas de momento han impedido


Que fácil resulta votar que no a algo para castigar al adversario político, para llamar la atención o simplemente para marcar perfil. Lo estamos viendo con demasiada frecuencia en las cámaras legislativas y sorprende la pasmosa facilidad con la que se prescinde de las consecuencias. Gran parte de los pisos que se ofertan en Barcelona son ya para alquiler de temporada. Junts ha utilizado la llave que tiene en el Congreso para impedir que se regule esta modalidad. En septiembre cambió a última hora el sentido del voto en el Congreso y se alineó con PP y Vox para rechazar la tramitación del proyecto legislativo que debía impedir utilizar estos contratos para eludir el control de precios previsto en la ley de vivienda.
El ejemplo más reciente es el voto contrario de Junts y del PP el pasado 20 de marzo a la proposición de ley de creación de la Agencia de Salud Pública, lo que abortó por enésima vez un proyecto que ya lleva un retraso legal de once años y político de varias décadas. Desde la Ley de Salud Pública de 2011 está pendiente la creación de una agencia estatal que coordine y canalice las directrices de este ámbito ahora dispersas. Hay un consenso total en que es necesaria, porque los agentes patógenos ni entienden de divisiones administrativas, ni se van a parar a ver quién tiene competencias sobre qué. Hemos pasado por una pandemia en la que se echó de menos tener una autoridad independiente y los errores más graves tuvieron que ver con la falta de un organismo que permitiera aunar criterios, por ejemplo, sobre cuándo debía iniciarse o terminar un confinamiento.
Que Vox iba a rechazar el proyecto estaba cantado porque es un partido negacionista y antisistema. Pero que Junts y PP votaran en contra después de haber votado a favor en la Comisión de Sanidad, y lo hicieran por razones meramente instrumentales, es de una frivolidad política pasmosa. La razón fue su disconformidad con una decisión tomada en el Senado… sobre otro asunto que nada tiene que ver.
Junts prescinde de que Cataluña ha sido un faro de la salud pública y por culpa de su gestión en la Generalitat, ha ido languideciendo hasta límites que a los pioneros de esta disciplina les debe doler hasta la médula. Su actual política de confrontación a cualquier precio y de afirmación adolescente pasa por encima de cualquier consideración sobre los efectos de sus decisiones. No solo debería haber votado a favor de la agencia sino reivindicar que, si hay una comunidad con méritos para albergar su sede, esa es Cataluña. Pero por lo que se ve, Junts solo mira para casa en los asuntos que le interesan.
Este proceder es una muestra de irresponsabilidad por parte de unos parlamentarios que, si fueran conscientes de la importancia de su condición, no olvidarían con tanta facilidad que no han sido votados para pensar en ellos o sus partidos únicamente, sino en el bien común. Pero parece que eso es pedir demasiado incluso cuando, como ocurre en este caso, las consecuencias de sus decisiones las pagamos todos, incluidos ellos mismos.
El Gobierno ha vuelto a aprobar este martes el proyecto de ley de creación de la agencia. Volverá al Congreso y deberá votarse de nuevo. ¿Qué hará Junts? Si persiste en la irresponsabilidad, solo cabe desear que la próxima pandemia sea benigna con ellos.
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