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Un concurso antiacoso reúne a miles de alumnos andaluces para fomentar la tolerancia LGTBIQ+

Los profesores confirman cómo la polarización se cuela en las aulas y es más potente en edades más avanzadas: “Hace falta formación e información”

IES Cantely
Eva Saiz

“¡Vamos a ver cómo queda el podio…!” La animadora tiene que esforzarse para que la voz que sale del micrófono se imponga sobre los gritos de entusiasmo que lanzan centenares de estudiantes de entre 12 y 16 años. No se trata de una competición deportiva. Es el concurso Team Antibullying que desde hace cuatro años organiza la Fundación Triángulo dentro del festival internacional Andalesgai. Se trata de un certamen de cine Queer y un evento clave para la visibilización y defensa de los derechos LGTBIQ+ a través del mundo audiovisual y la cultura. Con esta competición pretende interiorizar la tolerancia en una edad cada vez más permeable al odio a través de las redes sociales y donde más inermes se encuentran los menores pertenecientes al colectivo para reafirmar su identidad ante las muestras de incomprensión de sus compañeros en los colegios. “El premio sirvió para que los alumnos se vanagloriaran y sacaran pecho”, cuenta Mar Carpio, secretaria del IES Siglo XXI, ganador de la última edición.

“La Fundación Triángulo lleva mucho tiempo trabajando en las aulas con charlas, pero vimos que era necesario un plus de profundización conceptual, para que los chavales y chavalas fueran interiorizando los conceptos y pensamos que sacarlos de sus centros, llevarlos al cine e interaccionar con otros colegios podía ser una buena idea”, explica Raúl González, presidente de la fundación en Andalucía. En esta última edición, que se celebró a mediados del pasado mes de marzo, participaron más de 1.000 alumnos.

Ainara Trigo tiene 16 años y estudia 4º de la ESO en el IES Cantely en Dos Hermanas. Ella formaba parte del grupo de estudiantes que ganó el concurso en 2024. Este año no pudieron defenderlo porque las bases impiden repetir a los vencedores. Aunque cuando llegaron con el premio, un animado unicornio multicolor de croché, el resto de compañeros lo celebraron, Ainara sabe que queda mucho por hacer. Ella misma sufre el recelo de quien la considera diferente. “No se meten directamente conmigo por pertenecer al colectivo, pero me miran mal. Yo no respondo, porque si les ignoro se aburren y me dejan en paz”, explica.

González indica que hay pocas estadísticas sobre acoso en las aulas hacia el colectivo LGTBIQ+. “En nuestras encuestas suelen repetirse ciertos porcentajes, como que el 30% nos siguen diciendo que se sienten discriminadas por razón de su orientación sexual o identidad de género y un 10% siempre nos habla de que en el tránsito del colegio han sido agredidas físicamente”, indica.

Ainara, no obstante, sí tiene un espacio en el centro en el que poder compartir el malestar por lo anómalo de sentirse señalada. Desde hace año y medio existe el club Cantelly LGTBIQ+ donde se abordan todos los temas relacionados con esa temática. “Montamos el club porque habíamos constatado la polarización que con estos asuntos se genera en el aula, para poder abordarlos, y también para que los alumnos pudieran tener un refugio, un espacio físico y emocional donde poder compartir sus inquietudes”, indica Raquel Silva Léon, la coordinadora de Igualdad de este centro.

En estos meses ha conseguido contar con alrededor de 20 alumnos, la mayoría del colectivo, pero también estudiantes que se suman porque son amigos y quieren interesarse y se consideran “aliados del colectivo”. Silva advierte del crecimiento de la intolerancia en los últimos años. “Los discursos de odio están en todas partes. Antes, cuando hacíamos talleres podía haber un grupo pequeño que protestaba y que tenía posiciones ideológicas poco estructuradas, pero ahora con las redes sociales, tienen muchos referentes con argumentos mucho más elaborados”, advierte.

Retroceso social

Montse Romero, jefa de estudios, y Mar Carpio, secretaria del IES Siglo XXI de Sevilla, cuyos alumnos ganaron el campeonato Team Antibullying sobre tolerancia hacia el colectivo LGTBIQ+
foto de : Maya Balanyà

Un diagnóstico que también comparte Carpio. “Estamos viendo un retroceso en todos los niveles, homofobia, machismo, racismo, y con los alumnos de edades más bajas es más sencillo combatirlo, porque te pueden hacer un comentario desafortunado, pero los paras, les explicas y llegan a comprender, razonar e incluso pedir perdón, pero con los más mayores, que acceden por las redes sociales a youtubers, influencers que van en contra de todo, y que se empapan de esos discursos que no contrastan, allí es más difícil sembrar la semilla”, advierte. Sabe bien de lo habla porque trabaja en un centro pequeño, con mucho absentismo y una mayoría de alumnos de etnia gitana e inmigrantes marroquíes y senegaleses. “El problema no es la raza o la etnia, es la cultura”, apunta C. M., que también es gitana.

En estos cuatro años que lleva en el IES Siglo XXI, Carpio reconoce que ha “habido una evolución” en la percepción de sus alumnos hacia el colectivo. “Es lenta, que no significa que sea grande”, precisa, pero, al menos, los estudiantes no piden salir de clase cuando tienen una charla sobre diversidad, como pasaba antes y destaca que en centro hay una alumna gitana transexual. “Cuando sacamos estos ejemplos a relucir, lo van comprendiendo, del rechazo total de hace cuatro años a ahora ha habido una evolución”, recalca.

“Falta mucha formación y mucha información”, abunda Ainara. Algo que comparte C. M. “A muchos cuando se les explica que no pasa nada por ser diferentes, que quienes se están equivocando son ellos con sus prejuicios, lo entienden”, dice. “Esto debería darse como una asignatura a lo largo de todo el curso, no en un espacio concreto o en charlas o concursos en los que participamos una vez al año”, indica Ainara. Y no solo para que cambiara la forma en la que la miran sus compañeros en el centro, sino fuera, porque, señala, esa sensación de ser percibida de manera distinta por ser considerada diferente es generalizada, fuera de la clase y, por supuesto, en el mundo virtual. Hasta el punto de que ella no comparte nada del colectivo en redes para evitar no solo mensajes de odio hacia ella, sino hacia el resto de personas a las que pudiera aludir.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.
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