El PP fracasa en el objetivo del adelanto electoral y no reduce la dependencia de Vox
Génova no esperaba un crecimiento tan fuerte de la extrema derecha en la noche de la victoria amarga de Guardiola

No solo no logró la mayoría absoluta, el objetivo que confesaban en privado en el entorno de María Guardiola, donde lo creyeron posible. El PP ha fracasado en el propósito principal de su adelanto electoral en Extremadura: el de reducir su dependencia de Vox. La presidenta extremeña había convocado con la intención de mejorar sus condiciones para gobernar, porque el partido de Santiago Abascal le impidió aprobar los Presupuestos. Pero el resultado de este domingo no le permite tener las manos más libres. La victoria es amarga para la candidata del PP, que gana las elecciones pero con un crecimiento de solo un escaño (29), lejos de sus expectativas, y se queda a cuatro de la mayoría absoluta, así que volverá a depender de un Vox muy crecido que duplica sus diputados (11). Génova celebra el “batacazo” del PSOE en un feudo histórico de la izquierda, mientras la batalla en la derecha se recrudece.
“Las tripas ganan más de lo esperado”, lamentaba este domingo un dirigente de la cúpula del PP en referencia a Vox, el gran beneficiado de la noche. El PP no vio venir el subidón de los ultras. La dirección nacional preveía solo 48 horas antes que el partido de Santiago Abascal iba a quedarse en el 12% de los votos, y al final escaló hasta el 17%.
Los populares subestimaron la subida de la extrema derecha, que es la que mejor aprovecha la caída del PSOE, en lugar del PP. De los diez escaños que pierden los socialistas, que sufren una caída histórica (hasta los 18 escaños), los de Abascal consiguen seis y el PP solo uno, mientras la candidatura de Podemos araña tres. El problema para el PP, que se felicita de que “la derecha está en el 60% del voto en el feudo por excelencia de la izquierda en España”, es que dentro del bloque de la derecha la batalla se exacerba, con su rival en un crecimiento imparable. Mientras el PP crece cuatro puntos, Vox lo hace en nueve. “Preferimos que el voto vaya a Vox a que lo haga al PSOE”, contraponen fuentes de la dirección del PP, donde insisten en que lo relevante es la derechización del electorado y que tanto el PP como Vox suben, aunque eso suponga tener que unir su destino cada vez más a los de Abascal.
La dirección del PP había definido cuatro objetivos ―declarados― para las elecciones extremeñas: reducir la dependencia de Vox, superar el 40% de los votos, alcanzar los 30 escaños (desde los 28) y amplificar la diferencia con el PSOE. Génova evitó durante toda la campaña situar como meta la mayoría absoluta (en 33 escaños), para rebajar expectativas, pero en el PP extremeño había trabajado para lograrla y había cerrado la campaña declarando en privado que sí era posible conseguirla, según fuentes del entorno de la candidata popular. El ambiente general con el que el partido cerró la campaña era que la absoluta estaba al alcance de los dedos, con la incertidumbre de si los errores de la última semana podían haber dado al traste con esa posibilidad. Al final se quedó lejos.

De la predicción de Génova, que fuentes de la cúpula reiteraron cuando el escrutinio estaba ya casi a la mitad, los populares fallan en dos de sus propósitos: el de llegar a 30 escaños (se quedan en 29) y, sobre todo, en el de que Guardiola esté menos supeditada a Vox.
A la presidenta extremeña le bastará la abstención de los de Abascal para ser investida, porque le faltan cuatro votos para la mayoría absoluta pero suma más que la izquierda, pero todo indica que será una abstención cara. En el PP admiten que, con un Vox disparado en las urnas, los ultras no van a abaratar el precio de su apoyo, como pretendía el PP.
Será difícil que lo hagan, además, después de una campaña que se ha caracterizado por el cuerpo a cuerpo entre Guardiola y Abascal. El líder de Vox llegó a sugerir que el PP tendría que prescindir de Guardiola en caso de necesitar su apoyo, y ella contestó a la embestida llamándole “machista”. Las relaciones entre el PP y Vox en Extremadura son especialmente tensas desde que la presidenta extremeña intentó evitar que entraran en su Gobierno tras las elecciones de 2023. Al final tuvo que ceder, y gobernó con los ultras hasta que estos rompieron todos los Gobiernos con el PP en el verano de 2024.
Fuentes de Génova defienden que sí van a reducir su dependencia de Vox porque pasan de necesitar un voto afirmativo a una abstención, y porque ahora los ultras ya no piden entrar en los Gobiernos del PP. Pero admiten que desconocen el precio, y reconocen que no será gratis. ¿Le preocupa que Vox pida entrar en su Gobierno?, le preguntaron los periodistas a María Guardiola cuando compareció al filo de la medianoche. “No me preocupa nada”, contestó. “No tengo líneas rojas; son verdes, blancas y negras”, replicó con ambigüedad en referencia a los colores de la bandera de Extremadura.
La lectura nacional del PP se centra en la debacle del PSOE, con el argumento de que la derrota socialista en Extremadura “es un mérito exclusivo de Pedro Sánchez”. “Felicidades a María Guardiola por una victoria incontestable. Extremadura ha hablado y ha dicho que no quiere más sanchismo. Se cae el relato y el muro de Pedro Sánchez y el cambio en España está más cerca”, dijo el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un mensaje en la red social X al filo de la medianoche.
Extremadura ha dado el pistoletazo de salida al ciclo electoral que el PP había diseñado para una derrota a pellizcos al PSOE: después llegarán las elecciones en Aragón (8 de febrero), Castilla y León (marzo), y Andalucía (junio). Génova ya mira a Aragón y el presidente Jorge Azcón siguió el escrutinio extremeño desde la sede nacional con Feijóo. “La derrota para el PSOE es grande y después de una paliza para la historia ya trabajamos en la siguiente gran noche para el Partido Popular”, sostienen fuentes de la cúpula. “Tras ganarles hoy, ya trabajamos en ganarles de nuevo el 8 de febrero. Ese día Pedro Sánchez ya no debería ser presidente del Gobierno”.
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