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Localizada la “prominente” judería de Atienza bajo un cerro a las afueras de la villa

El equipo multidisciplinar europeo cree que los hebreos abandonaron el asentamiento de Guadalajara durante las guerras castellanas del siglo XIV

Vicente G. Olaya

A finales de 2022, arqueólogos de las universidades de Granada, Murcia y Reading (Reino Unido) decidieron investigar un deshabitado y pelado otero, cerro de la Judería como se lo conoce, a las afueras del municipio de Atienza (Guadalajara). Ahora, han hecho públicos los resultados en el estudio El cerro de la Judería de Atienza: primera aproximación arqueológica, publicado en la revista Arqueología y Territorio Medieval. Los expertos concluyen que bajo las tierras de esta elevación se hallaba una aljama hebrea, rodeada de una muralla defensiva, y que fue abandonada en el siglo XIV. De momento, ya se ha localizado “un edificio que se ubicaba en la parte más elevada del cerro, dentro del posible entramado urbano de la judería: un lugar seguramente prominente y destacado”. Los especialistas concluyen que la judería debía de contar con sinagoga y hospital, dada la importancia que alcanzó en la Edad Media.

Atienza se emplaza en un promontorio rocoso a 1.250 metros de altura desde el que se domina un amplio valle salpicado de vegas de cultivo. Cuenta con un castillo abrazado por dos recintos amurallados, además de otras dos murallas que rodeaban el actual casco urbano, posiblemente erigidas en época emiral (siglos IX y X). En la actualidad, solo se mantienen algunos lienzos restaurados.

Aunque hoy día solo residen poco más de 400 vecinos, en el siglo XIII Atienza era una importante villa. En 1298, disfrutaba de 15 iglesias, cuatro conventos, dos hospitales y una población entre las 6.000 y 8.000 personas. Pero en 1446, el rey castellano Juan II y su valido Álvaro de Luna la incendiaron y destruyeron barrios completos durante la llamada Guerra castellano-aragonesa. Además, las crisis agrarias y ganaderas de 1570 y 1700 redujeron aún más el número de sus habitantes. Pero antes de todo eso, tanto Alfonso VII como Alfonso VIII fomentaron el comercio en ella y la dotaron de privilegios e iglesias románicas. Entre los siglos XII y XIII, la villa adquirió la fisonomía medieval que aún conserva.

Los judíos no fueron ajenos a esta prosperidad y los archivos históricos dan cuenta de “abundante información sobre esta comunidad, la más importante del Obispado de Sigüenza durante los siglos XIII y XIV, por encima de las de otras localidades como Medinaceli o Almazán”.

Se desconoce la cifra de judíos que poblaron la villa, pero sí que desempeñaron numerosos oficios artesanales y que gozaban de instituciones comunitarias, incluyendo sinagoga ―cuyo emplazamiento sigue siendo una incógnita―, hospital, cementerio extramuros, judería y diversas viviendas en distintos sectores de la villa.

Alfonso VII de Castilla (1155-1214) emprendió obras en la villa y posiblemente ordenó la construcción de una muralla en torno a la judería, que formó así un segundo cinturón defensivo que protegía los arrabales orientales de Atienza.

En 2005, el Instituto de Patrimonio Histórico Español decidió realizar sondeos arqueológicos en el otero. Se localizó una estructura con muros de mampostería que “no fueron clasificados cronotipológicamente; y todo el conjunto fue fechado, de forma imprecisa, en época medieval”, dice el estudio.

Pero la nueva investigación de los arqueólogos ―Luca Mattei, José Ángel González Ballesteros, Jorge A. Eiroa, Guillermo García Contreras Ruiz, Marcos García García, Ana Medina Cuesta, Aleks G. Pluskowski― ha dado un resultado diferente. Su informe confirma “la existencia de una judería”. Los resultados obtenidos apuntan a que los restos hallados pertenecen a un edificio, de al menos tres estancias, al que se accedía por una calle y ubicado en la parte más elevada del cerro. Se le puede presuponer cierta relevancia dada las dimensiones iniciales obtenidas (56,3 metros cuadrados), siendo solo una pequeña porción de lo que podría llegar a alcanzar, la complejidad interior que describe y su localización dentro del posible entramado urbano de la judería: un lugar seguramente prominente y destacado”, inciden.

El material cerámico más significativo hallado se enmarca en el momento del abandono de la aljama entre la segunda mitad del siglo XIV o inicios del siglo XV. Se trata de producciones de colores verde y negro procedentes del valle del Henares y de Teruel y propias de este periodo. También se ha hallado un candil múltiple de uso ritual, “un indicador arqueológico que se vincula indudablemente a las comunidades judías”. Por lo tanto, “el momento de abandono del asentamiento”, dicen los expertos en su informe, “no estaría vinculado a las dinámicas generadas por el edicto de 1492, que forzó la conversión o expulsión de la población judía”, sino a uno anterior.

“Con los datos arqueológicos disponibles, incluyendo el primer avance del estudio de fauna que aporta indicadores arqueológicos de gran interés [ausencia total de restos de cerdo y liebre, pero sí de cabras, ovejas y ganso, las que ingerían los hebreos], podemos decir que este cerro habría albergado a la población judía de Atienza en su momento de mayor esplendor, en los siglos XIII y XIV, pero habría sido abandonado en una fecha temprana, posiblemente como resultado de los episodios de violencia contra los judíos de ese momento y el deterioro de sus condiciones socioeconómicas y legales”.

La investigación continuará en 2026, dentro del proyecto europeo Synergy Medgreenrev y las ayudas al patrimonio de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

¿Y qué ocurrió con los hebreos que ocupaban el cerro de la Judería? Según los expertos, los judíos llevaron a cabo “una serie de desplazamientos hacia otros lugares del Obispado de Sigüenza, hacia otros territorios de la Corona de Castilla y, en menor medida, hacia otros espacios urbanos dentro de la propia villa de Atienza, con el consiguiente abandono del asentamiento amurallado”. Este quedó así “periférico respecto al municipio actual” y bajo un cerro donde “históricamente se ha presupuesto que estuvieron los habitantes que profesaron la religión judía”. Con el paso de los siglos, se perdió la memoria de la aljama y esta pasó a ser el “prao”, como se lo conoce en el municipio, donde pacía el ganado de Atienza.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.
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