La memoria de las víctimas francesas de los GAL cruza la frontera
Entidades españolas promueven el reconocimiento de los asesinados en Francia por el terrorismo de Estado contra ETA ante la indiferencia de las instituciones galas


Las víctimas de la guerra sucia del Estado contra ETA son las más olvidadas en comparación con las víctimas del terrorismo etarra e incluso las del franquismo. Más olvidadas aún son las víctimas francesas ajenas a ETA que fueron asesinadas en suelo francés entre 1983 y 1987 por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) ―un tercio de sus 27 crímenes―, a quienes las instituciones galas siguen ignorando. De modo que instituciones españolas de víctimas, como la Fundación Fernando Buesa, el Memorial de Víctimas del Terrorismo y Covite, principal asociación vasca de víctimas, han empezado a visibilizarlas con la pretensión de que Francia dignifique su memoria. La reciente exposición en San Sebastián de Gogora, Memorial del Gobierno vasco, centrada en la principal matanza de los GAL, en 1985, en el Hotel Monbar de Bayona ―cuatro etarras de segundo nivel huidos a Francia― ha contribuido a poner el foco en sus 27 asesinatos.
La proliferación de asesinatos por los GAL de ciudadanos franceses ajenos a ETA hizo pensar inicialmente en chapuzas de los mercenarios contratados por una parte del aparato del Estado, como el policía José Amedo, que contaba con el respaldo del ministro del Interior, José Barrionuevo, recuerda el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Jerónimo Ríos, autor junto con Egoitz Gago del libro El terrorismo de Estado ante sus víctimas. Amedo reconocería más adelante que eran crímenes intencionados para intensificar la presión a Francia y que colaborara con España en la lucha antiterrorista. Ríos recuerda que el primer comunicado de los GAL, emitido en diciembre de 1983, ya lo apuntaba: “Manifestamos nuestra idea de atacar los intereses franceses en Europa, ya que su Gobierno es responsable de permitir a los terroristas actuar en su territorio impunemente”.
En consecuencia, un tercio de los 27 asesinados por los GAL fueron ciudadanos franceses ajenos a ETA, pero las instituciones francesas ignoraron a esas víctimas. “Nadie nos ha ayudado y nadie ha querido hablar con nosotros. Nadie nos ha preguntado ni siquiera para saber de nuestro dolor y nuestra historia. En Francia nadie ha querido hablar de los GAL. ETA se consideraba como algo importante, pero cuando quieres hablar de los GAL, hay silencio absoluto”, señalaba a Jerónimo Ríos recientemente Veronique Caplanne, hija de Robert, asesinado por los GAL en Biarritz en octubre de 1986.
¿Por qué el Estado francés ignoró a las víctimas francesas de los GAL? El profesor Ríos lo atribuye a que Francia instauró como doctrina oficial que ETA era un problema español y en esas coordenadas situaba los asesinatos de los GAL, aunque las víctimas fueran ciudadanos franceses ajenos a ETA atacados en suelo francés, y hubiera indicios de que policías franceses colaboraban con la organización terrorista surgida del aparato del Estado español. Incluso las siguieron olvidando cuando Francia intensificó su colaboración con España contra ETA por la presión diplomática y por los efectos de los GAL en la alarmada ciudadanía francesa de los Pirineos Atlánticos, subraya Ríos.
Ríos cuenta el caso de Sylvie Olascuaga, cuyo hermano Christian fue asesinado por los GAL en Biriatou en 1984. “Como había un gran silencio, acudió al alcalde y le negó el apoyo. Insinuó que mi hermano podía tener una doble vida. No interesaba a los partidos políticos franceses. Todo sigue igual en Francia. No ha habido justicia para estas víctimas”, señala Ríos.
Las víctimas etarras o de su entorno asesinadas por los GAL, igual que las francesas, tampoco tuvieron apoyo de las instituciones republicanas, pero tuvieron respaldo en asociaciones del entorno abertzale —hoy es Egiari Zor—, muy exclusivas en su apoyo a las víctimas.
Ante el vacío de las instituciones galas, víctimas francesas de los GAL han conectado con instituciones españolas como la Fundación Fernando Buesa, el Memorial de Víctimas del Terrorismo y Covite. Desde 2023, han organizado en Biarritz (Francia) tres actos de reconocimiento a las víctimas olvidadas con Véronique Caplanne, víctima de los GAL.
Recientemente Caplanne señalaba a Ríos: “En España se reconoce mucho más a las víctimas que aquí. Lo que han hecho conmigo el Memorial de Víctimas o la Fundación Buesa para hablar de nuestra experiencia, en Francia es imposible. La gente que estuvo en los GAL no quiere hablar de ello. En España hubo un proceso judicial con pocas, pero algunas condenas. Aquí en Francia, nada. Siguen en lo mismo, que la policía francesa no participó y todo vino de España”.
Pero España, aunque mejor que Francia, tampoco ha cumplido con los mínimos deseables en materia de justicia, memoria y dignidad, señala Ríos. Recuerda que la mayoría de los 27 asesinatos de los GAL apenas fueron investigados y mucho menos resueltos; la mayoría de las sentencias responsabilizaron a un reducido número de mercenarios.
Sin embargo, mientras en Francia no hubo iniciativa investigadora alguna, en España hubo dos sentencias excepcionales: la del secuestro de Segundo Marey y la de las torturas y asesinatos de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala que condenaron, como es conocido, al ministro José Barrionuevo y al secretario de Estado, Rafael Vera, en un caso, y del gobernador civil de Gipuzkoa, Julen Elgorriaga, y del fallecido general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, en otro. ”Ambas sentencias responsabilizan a altos cargos policiales y políticos con los GAL. Nada similar encontramos respecto a las víctimas francesas y la corresponsabilidad política de autoridades galas involucradas en los GAL”, concluye Ríos. No obstante, Barrionuevo y Vera pasaron muy poco tiempo en prisión, tras ser indultados siendo presidente José María Aznar.
Cuarenta años después de los asesinatos de los GAL, las víctimas aspiran a ser dignificadas con el conocimiento de la verdad, señala Ríos, que se muestra muy crítico con la banalización del terrorismo de Estado que hacen con sus declaraciones justificando los GAL algunos de sus perpetradores —Barrionuevo, Vera y Amedo— y el daño moral que añaden a sus víctimas. Estas quieren que se reconozca que aquellos asesinatos fueron injustos y se cuente la verdad, señala Alberto Alonso, director de Gogora.
Familiares de víctimas francesas de los GAL, como Véronique Caplanne, con el apoyo del Memorial de Víctimas del Terrorismo, la Fundación Buesa y Covite preparan iniciativas para comprometer a Francia en reconocer a sus víctimas olvidadas, un tercio de los asesinados por los GAL. La reciente exposición de Gogora en San Sebastián sobre su principal matanza —los mencionados cuatro asesinados en el hotel Monbar de Bayona— ha servido para denunciar, desde la Consejería socialista vasca de Derechos Humanos, el terrorismo de Estado y poner el foco en los 27 asesinatos de los GAL, incluidos los de etarras residentes en Francia. Alonso señala su “acogida con normalidad”. Pretende abordar en 2026 el reconocimiento de las 35 víctimas abandonadas de la guerra sucia en el final del franquismo y la Transición. Estas, en territorio español.
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