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España y Reino Unido planean derrumbar la verja con Gibraltar el próximo enero

Madrid y Londres esperan que Bruselas tenga listo el texto definitivo del acuerdo en octubre y que esté ratificado en diciembre

Frontera de acceso al peñón de Gibraltar, el pasado mes de agosto
Claudi Pérez

El último muro de la Europa continental ―y el penúltimo de la UE: queda el de Chipre, vestigio de la Guerra Fría— caerá a principios del próximo año. Bruselas, Madrid y Londres confían en tener listo el texto jurídico definitivo del acuerdo entre la UE y Reino Unido en octubre, para que posteriormente se ratifique y entre en vigor alrededor de la Navidad. Eso permitiría derribar la Verja a principios de 2026, según las fuentes consultadas. Bruselas da por buena esa estimación de tiempos, pero no descarta alguna demora extra. El ministro principal de Gibraltar, el laborista Fabian Picardo, elude entrar en plazos estrictos, aunque las fuentes consultadas en el Peñón coinciden en que el objetivo es compartido. “Todos estamos trabajando para lograr el calendario más rápido posible para el acuerdo sobre el texto del tratado, su ratificación y su aplicación”, explica Picardo a este diario.

A la espera de la redacción definitiva, el texto jurídico que reflejará el acuerdo político alcanzado en junio está muy adelantado. Ese pacto llegó tras una larga y tortuosa negociación a cuatro bandas –Londres, Madrid, Bruselas y Gibraltar— que permitió salvar los escollos más espinosos, la fiscalidad indirecta y los controles Schengen, que remiten a la libre circulación de personas, mercancías y servicios. Bruselas confirma que el texto en inglés está prácticamente listo y que en efecto podría estar cerrado en octubre, pero las fuentes consultadas en la Comisión Europea apuntan que esos plazos pueden acabar siendo algo optimistas: “Hay que traducir el texto a 23 idiomas y habrá que aprobarlo en el Parlamento Europeo, y para ello España tiene que hacer un esfuerzo diplomático porque algún fleco jurídico puede presentar complicaciones con los eurodiputados de algunos países”. El acuerdo de la UE con Andorra y San Marino ha tardado un año en ver la luz, recuerdan las mismas fuentes.

Gibraltar era, junto con el nudo gordiano de Irlanda del Norte, el último agujero del Brexit, con el Peñón en un limbo jurídico desde que se aprobó la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La Roca era un agujero en Schengen. La negociación, además, se ha visto salpicada por declaraciones airadas tanto en el Reino Unido como en España por el simbolismo de ese enclave, de apenas siete kilómetros cuadrados al pie del Estrecho. En marzo de 2017, España consiguió incluir una frase con mucho picante en los borradores relacionados con el Brexit: “Después de que el Reino Unido abandone la UE, ningún acuerdo se aplicará al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y el Reino Unido”. Eso armó un considerable revuelo en Londres, incluidas referencias nostálgicas –y belicosas— a las Malvinas por parte de los conservadores británicos para proteger a los gibraltareños. Tras una ardua e interminable negociación, España, el Reino Unido y la Comisión Europea alcanzaron el pasado 11 de junio un “acuerdo político sobre los aspectos fundamentales” de las futuras relaciones de Gibraltar con la Unión Europea tras el Brexit. Y también en ese momento se elevó el ruido: “España ha renunciado para siempre a la soberanía sobre Gibraltar, es una rendición total, una renuncia para siempre”, dijo el exministro de Exteriores conservador, José Manuel García Margallo. “No estaba, no podía estar sobre la mesa la soberanía y este es el mejor acuerdo posible”, cierran tajantes fuentes del brazo ejecutivo de la UE, que tiene previstas varias reuniones con eurodiputados durante las próximas semanas para facilitar esa votación en la Eurocámara.

Ese pacto político, pendiente del texto definitivo –en octubre— y de su ratificación –en torno a la Navidad, siempre según los plazos estimados—, establece un doble control de pasajeros en el puerto y aeropuerto a cargo de las policías española y gibraltareña y elimina todos los controles sobre personas y mercancías en la frontera. La policía española se encargará de los controles completos en el aeropuerto, extremo que despertaba recelos en las filas británicas: El modelo son los controles franceses en la estación londinense de St. Pancras, desde donde salen los trenes de alta velocidad que cruzan el canal de la Mancha.

El acuerdo consagra igualmente una futura unión aduanera entre la UE y Gibraltar, fija una estrecha colaboración entre las respectivas autoridades y elimina los controles de mercancías. Y establece los principios de imposición indirecta (un tributo similar al IVA) que se aplicarán en Gibraltar, incluyendo el tabaco, para evitar distorsiones y contribuir a la prosperidad del Campo de Gibraltar, muy dependiente de la economía del Peñón. Este era uno de los puntos más conflictivos: en Gibraltar no se aplica el IVA y el impuesto de sociedades solo grava con un 10% (frente al tipo teórico del 35% español) los beneficios obtenidos en la colonia por las casi 13.000 sociedades activas registradas, que no tributan por sus beneficios en el exterior. Gibraltar sigue en la lista gris de paraísos fiscales de la UE, aunque Bruselas se ha movido para que acabe saliendo de esa lista.

Más allá de la relación entre Gibraltar y España, la demolición de la Verja que separa la Roca de La Línea de la Concepción es lo más simbólico del pacto, a juicio de Bruselas, junto con la necesidad de recoser Schengen y acabar con ese boquete. España cedió la soberanía de ese enclave en 1713. En los referéndums de 1967 y en 2002, los gibraltareños rechazaron la soberanía española o alguna fórmula de cosoberanía por amplísima mayoría, por encima del 95%. En 1969 se cerró la Verja, por la que cruzan a diario miles de trabajadores, aunque se reabrió en los años ochenta. Ese muro caerá en las primeras semanas de 2026. Y con él lo más probable es que eso revolucione la geografía económica y empresarial de la zona, según las fuentes consultadas. Y que mejoren las relaciones con Reino Unido, un socio clave para España por las inversiones mutuas y la enorme colonia de británicos en España. E incluso que allane el camino también en las relaciones UE-Londres, que se convierte en un socio fundamental tras la llegada de Trump y las guerras en Ucrania y Gaza, según fuentes de Exteriores. El presidente Pedro Sánchez inaugurará en Londres el curso político con una visita al laborista Keir Starmer.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.
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