La guerra con Trump da aire a Sánchez a la espera de Cerdán
La Moncloa trabaja en rebajar la tensión, pero desde el punto de vista de política interna el presidente cree que sale reforzado

Pedro Sánchez, José Manuel Albares y el resto del equipo ya estaban en el avión oficial listos para despegar de La Haya a Bruselas cuando Donald Trump contestó a dos periodistas españolas, de ACN y La Vanguardia, y reventó una cumbre que había sido más tranquila de lo esperado.
Dentro del plenario, el presidente de EE UU, sin citar a España, solo había dicho: “No todos los socios se han comprometido con el 5%, no logro entender por qué”. Sánchez evitó el choque cuando tenía delante a su gran némesis internacional, y Trump también. La propia Giorgia Meloni, que tiene mucha presión en Italia por no rebelarse contra el 5% del PIB de gasto en Defensa, que los propios italianos asumen en privado que nunca se cumplirá, se burló de Sánchez y dijo que todo el mundo había firmado el 5% y la reunión había sido muy tranquila.
Pero entonces Trump, que siempre es mucho más duro cuando hay cámaras delante, se lanzó contra el presidente español. “Son los únicos que no quieren pagar más del 2%. Es terrible. Les haremos pagar el doble”. Sánchez ya estaba en el avión dispuesto a despegar y no estaba viendo a Trump. Enseguida, los colaboradores le trasladaron al presidente la situación. Allí estaban Albares, su gran consejero sobre política internacional, y su jefe de Gabinete, Diego Rubio, que negoció con el equipo de Mark Rutte, secretario general de la OTAN, para lograr la excepción española mediante una carta oficial. El presidente entonces ordenó que ningún ministro saliera al choque, que no alimentaran una espiral que con Trump al otro lado podía ser incontrolable.
-Hay que estar tranquilos. No añadamos más leña al fuego. No vamos a buscar el choque. Nosotros hacemos las cosas mediante la diplomacia y las reglas, sentenció el presidente.
Ahí mismo, en el avión, se decidió que Carlos Cuerpo, ministro de Economía, saldría a intentar rebajar. “La relación entre la UE y EE UU es la relación comercial más importante del mundo. Es un tesoro que queremos mantener”, dijo poco después, mostrando que el Gobierno español no iba a entrar al trapo del estadounidense.

Desde el punto de vista diplomático, Sánchez intenta por todos los medios que la tensión con Trump no llegue a más. Si el líder de EE UU se olvida del tema, como suele suceder con algunas de sus bravuconadas, mucho mejor. Si no, el Gobierno tiene preparados varios escenarios para ayudar a los sectores afectados ante cualquier represalia comercial. En el Ejecutivo entienden que sería pequeña porque Italia, muy cercana ahora a Trump, tiene casi los mismos productos que España y es muy difícil castigar solo a los españoles porque es la UE la que negocia.
La Moncloa trabaja pues para rebajar la tensión. Pero desde el punto de vista político, la guerra declarada por Trump solo tiene ventajas para Sánchez. El presidente, explican los suyos, no está buscando ser el anti-Trump, sino que se ha plantado, en una decisión madurada en los últimos meses, porque hay en juego 300.000 millones de euros que España no puede permitirse gasta en Defensa. “Es muchísimo dinero el que hay en juego. El 5% del PIB es una locura y lo sabe todo el mundo. Al menos una decena de los que firmaron no lo van a cumplir nunca. Esperamos que no haya represalias pero en cualquier caso vale la pena porque aceptar eso, si te lo tomas en serio, es quebrar al país por algo que además nos dicen nuestros militares que no es necesario para cumplir los compromisos con la OTAN. Tenemos 2.500 soldados sobre el terreno. No se nos puede discutir el compromiso”, resumen fuentes del Ejecutivo.
Pero el efecto directo de esa decisión es chocar con Trump, y en Europa rápidamente Sánchez se ha convertido en el referente de la oposición al líder de EE UU. Tanto en Italia como en Bélgica, la oposición está pidiendo a sus gobiernos que hagan como Sánchez y se planten. De hecho, en privado, algunos responsables del Gobierno italiano llevan meses diciéndoles a sus colegas españoles que no se planten, que hay otra solución mejor, a la italiana. “¿Pero por qué no decís que sí y luego no cumplís, como vamos a hacer nosotros? Si todo el mundo sabe que no va a cumplir nadie menos los que están más cerca de Rusia. Nosotros no podemos llegar ni al 3%, no podríamos asumir los recortes necesarios”, les vienen a decir los italianos a los españoles.
Italia está más endeudada que España, y tiene aún menos margen para llegar al 5%. Meloni decidió, sin embargo, acercarse a Trump y aceptar sus exigencias, pero Sánchez optó por plantarse y asumir el riesgo. Eso le ha provocado muchas críticas internas en España, y una evidente sensación de soledad en la cumbre de la OTAN, que se vio incluso en las imágenes, en el lenguaje gestual.

Pero también ha generado aplausos en sectores importantes de los progresistas europeos y en España tiene mucho apoyo entre los votantes del PSOE y entre los grupos que le apoyan, pero incluso en algunos sectores más templados, que no ven bien subir al 5% el gasto en Defensa. De hecho el PP no acaba de definir su posición y dice que no está ni con Sánchez ni con Trump, porque sabe que parte de su electorado también rechaza las exigencias del estadounidense.
De nuevo, la agenda internacional, y especialmente la guerra con Trump, vuelve al rescate de Sánchez en sus momentos más bajos. Este lunes, un día crítico para el PSOE porque va a declarar ante el Supremo su último secretario de organización, Santos Cerdán, Sánchez estará casi a la misma hora ofreciendo una rueda de prensa en Sevilla con António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en el marco de la cumbre de la ONU sobre ayuda al desarrollo.
El contraste no podía ser más evidente. En Madrid, Cerdán, según los cálculos que se manejan en el PSOE, negará todo y defenderá su inocencia pero será la viva imagen del agujero de credibilidad que tiene que intentar cubrir Sánchez, mientras en Sevilla el presidente será el anfitrión de una cumbre internacional centrada en lo contrario de lo que defiende Trump y lo que se aprobó en la OTAN: multilateralismo, apoyo a los países en vías de desarrollo, cooperación, ayuda para intentar que esas naciones crezcan y sus jóvenes no tengan que emigrar a Europa o a EE UU.
Mientras la oposición centra toda su artillería en el caso Cerdán y los ecos del escándalo con detalles escabrosos sobre la vida de José Luis Ábalos, Sánchez y los suyos no están quietos ni un momento y multiplican sus movimientos para tratar de superar un duro mes de julio.
La clave, como siempre, pasa por los dos puntos críticos de cualquier Gobierno que sufre una crisis tan grave como la que ha desatado el escándalo Cerdán. Primero, el partido, tratar de controlarlo para evitar tensiones internas. Sánchez no para de hablar con todo tipo de dirigentes clave. Algunos de ellos admiten en privado que la crisis es muy grave, pero también insisten en que Sánchez es el único que puede controlarla y resolverla y que, pese a todo, sigue siendo el mejor candidato posible. En algunos sectores, fuera de estos dirigentes territoriales, se plantea la posibilidad de que Sánchez anunciara que no va a ser candidato y dejara paso a otro, sin salir del Gobierno ni convocar anticipadas de momento. Pero varios de los barones consultados lo descartan completamente y algunos dan un argumento importante en la memoria reciente del partido. En 2011, con una situación económica dramática y su imagen muy hundida, José Luis Rodríguez Zapatero anunció que no se presentaría a las elecciones, se quedó de presidente unos meses y el candidato fue Alfredo Pérez Rubalcaba.
El resultado fue desastroso, y Rubalcaba, un político muy respetado en todo el país y querido internamente, quedó achicharrado. Después se desató una guerra interna, que dividió a la mitad al partido entre los partidarios de Rubalcaba y los de Carme Chacón. Ganó el primero, por 22 votos, pero después perdió las europeas y acabó retirándose para abrir paso a unas primarias muy tensas que ganó Pedro Sánchez a Eduardo Madina. Ese recuerdo traumático pesa mucho ahora en el PSOE, señalan varios consultados. Lo mejor, explican, es que Sánchez, que sigue teniendo mucho tirón en el mundo progresista aunque ahora está más débil que nunca, siga gobernando y sea el candidato, y se deje la sucesión, si no lograra gobernar, para después.
El otro gran frente en el que están trabajando Sánchez y su equipo son los socios. El plante con Trump, pactado de forma discreta con Sumar, le ha acercado a su socio de coalición, que ahora negocia al límite con Junts para intentar sacar adelante la reducción de jornada, su medida estrella. Con Junts también le acerca la sentencia del Tribunal Constitucional que avala la Ley de Amnistía y que está en el origen de la larga batalla contra el Gobierno del mundo judicial conservador, que este sábado montó una gran manifestación de protesta por la reforma de la justicia. Esta sentencia aproxima el horizonte de regreso de Carles Puigdemont y la posibilidad de que Pedro Sánchez se reúna finalmente con él, una fotografía que sería un nuevo hito del final del procés.

Con ERC también se está negociando de forma discreta pero sin freno para intentar llegar en este mes de julio a un acuerdo sobre el nuevo modelo de financiación catalán, el asunto central para los republicanos, que lo pactaron como contrapartida a la investidura de Salvador Illa y que no apoyarán unos presupuestos en Cataluña o en España sin antes cerrar este delicado asunto. De momento se ha pactado una cita clave Gobierno-Generalitat para el 14 de julio para discutir la fórmula, pero el acuerdo no es sencillo por el recelo que genera en todas las demás autonomías.
El equipo de Sánchez, con Félix Bolaños y María Jesús Montero al frente de las negociaciones, una vez caído Cerdán, que era el que hablaba con Junts, el PNV y Bildu, está pues trabajando a destajo para mantener unida la mayoría y preparar el doble pleno del 9 de julio, que será sin duda muy duro para el Ejecutivo, pero podría acabar con una imagen de una mayoría frágil pero recosida con un paquete de medidas intenso pactado con todos. Y antes llegarán los cambios en el PSOE.
La supervivencia del Ejecutivo se juega en julio, y nadie tiene certezas porque puede haber muchas sorpresas en este mes, pero Sánchez está dejando muy claro que se va a mover hasta el último minuto para intentar asegurarla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
