Secuestros y Extorsiones S. A., delincuentes a sueldo para ajustar cuentas
El tráfico de drogas y las estafas por criptomonedas están detrás de la mayoría de los casos investigados por la Policía Nacional


Una familia que teme por la vida de su ser querido, una llamada y mucho estrés. Los casos de secuestro suelen comenzar con altísimas dosis de ansiedad. Sin embargo, para resolverlos con éxito, los expertos policiales requieren espíritu sereno y pensamiento frío. “Desde el primer momento, el tiempo va en tu contra. Todo el mundo quiere ayudar y saber, y hay que mantener la calma y el control”, relata la inspectora Ana, responsable de uno de los grupos de la Policía Nacional especializado en estos casos. Un exceso de precipitación puede acabar con el secuestrado muerto, o que haya un accidente y quede herido. Y la familia, subraya la inspectora, lo pasa muy mal.
El “teléfono 24 horas” de la sección de secuestros y extorsiones de este cuerpo policial, que se turna un grupo cada semana, suena cada vez que se abre un caso nuevo. Al entrar en la oficina de este grupo de investigadores, en el complejo policial de Canillas, en Madrid, llama la atención su “muro de la fama”, como lo define el agente Borja, el más veterano. Bajo diferentes carteles con el nombre de cada operación —Oportuna, Soccer, Covi— han dispuesto unas 20 fotografías que pueden resumir los mejores y peores momentos de sus últimos casos: la emoción por haber liberado a un secuestrado de 70 años que pasó 23 días detenido en la Costa del Sol, la tortura que sufrió otra víctima a la que vaciaron cargadores de balas junto al oído para dejarle sordo, o detalles de otras investigaciones por extorsión.
Su oficina, que piden que no se fotografíe, forma parte de la Comisaría General de Policía Judicial, por lo que investigan casos tanto a nivel nacional como internacional y también apoyan a las unidades de otras provincias con sus operaciones.
Las dependencias son estrechas y tiene unos ocho puestos de trabajo. La inspectora Ana está sentada en su mesa, al fondo a la derecha. Desde allí habla con dos de sus agentes que le hacen consultas mientras trabajan en sus ordenadores. Intercambian información de teléfonos, gestiones relacionadas con vehículos y personas investigadas.
Detrás de los secuestros suele haber ajustes de cuentas relacionados con deudas por tráfico de drogas y estafas con criptomonedas, explican. Los rescates hoy en día se reclaman siempre en criptomonedas, y los lugares en los que se desarrollan, especialmente Málaga o Barcelona, se suelen repetir. Los agentes vienen notando un incremento de casos en los últimos años. Las cifras oficiales muestran altibajos. En 2023, el Ministerio del Interior contabilizó 122 casos, pero en 2024 bajaron a 104.
Nunca saben lo que va a pasar con un secuestro. Pueden tirar de sensaciones u olfato policial, pero el resultado siempre está lleno de incertidumbre. Pueden durar “días u horas”, y resolverse con la liberación del rehén, pero también les ha tocado ver muertes. En 2024 tuvieron dos fallecidos.
Uno de esos desenlaces felices, ocurrió en 2024 con la Operación Oportuna, en el que consiguieron liberar a un exitoso inversor de criptomonedas de 70 años, al que apodaban El Mago, y que había sido secuestrado con la intención de recuperar 500.000 euros de una inversión que salió mal. En este caso, ni la persona que encargó el secuestro ni el secuestrado tenían nada que ver con España. “Se produjo en Málaga, porque a los secuestradores les venía bien”, detallan. “Convencieron a la víctima para viajar a Málaga”, cuentan. Nada más llegar, lo recogieron y se lo llevaron en un coche alquilado.
La investigación, realizada en colaboración con agentes de la Policía Judicial de Alcorcón (Madrid) y Málaga, comenzó con una denuncia de un sobrino en el municipio madrileño. Contó a los agentes que había comenzado a recibir audios en los que daba la sensación de que lo estaban ahogando con agua y que le reclamaban 500.000 euros para volver a verlo con vida.
“Aquí tenemos la figura del bueno/malo”, describe el agente Borja. “Es el que se sitúa del lado de la víctima o de los familiares, pero que en realidad está recopilando información para los secuestradores”, explica. En este caso, era un hombre que también aseguró que las mismas personas habían secuestrado a su hijo y que iba a colaborar para pagar la recompensa.

A pesar del espionaje del “bueno/malo”, lograron tener un buen desenlace. El punto culmen fue la liberación del cautivo, un día en el que los secuestradores habían quedado con un familiar para hacer un intercambio: ellos cobraban el rescate y les entregaban al rehén. La cita fue en un McDonald’s de Fuengirola que terminó tomado por agentes de policía. Dos de los secuestradores terminaron detenidos y la víctima sobrevivió.
“Fue una gran alegría, muy emotivo el momento en el que llamó a los familiares para decirles que estaba todo bien”, recuerda Borja. Pero la historia no terminó aquí. Les quedaba un tercer secuestrador por arrestar. La víctima pasó por el hospital, para que le examinara un médico, y después fue trasladado a la comisaría, donde tenía que declarar. “Nos gusta tomar declaración cuanto antes para que su testimonio esté lo menos contaminado posible”, argumenta la inspectora.
Localizador en el zapato
Entonces, en la sede policial, El Mago comenzó a recibir mensajes de ese tercer implicado. En sus textos parecía que sabía en los lugares que había estado. Había algo que no les cuadraba. Tras cachearle, descubrieron que le habían escondido un localizador entre las prendas de ropa. “Es una forma de actuar que ya hemos visto en más de una ocasión”, añaden. El Mago tenía un localizador en el zapato.
“Las tecnologías no ayudan tanto como se piensa, porque los investigados también las usan”, concluyen. Los secuestradores se comunican por plataformas encriptadas o números virtuales que simulan que están llamando desde otro país, de forma que no se sabe muy bien de dónde viene la llamada. También usan esos dispositivos de rastreo.
Un gran porcentaje de los casos que entran por en ese teléfono 24 horas terminan siendo secuestros simulados. Sin embargo, la forma de abordarlos es la misma, especifica la inspectora Ana.

¿Y cómo se sabe si están ante uno falso? “Sobre todo por las medidas de seguridad”. Han tenido casos en los que pedían que el dinero del rescate se ingresara en Bizum o en una cuenta corriente, algo que no es nada común. “Lo primero que hacemos es examinar el contexto de la persona secuestrada. Si tiene problemas de drogas o juego”, cuenta la responsable policial. Recuerdan que un marido fingió un secuestro para que su esposa pagara el rescate o un vídeo con el supuesto secuestrado haciendo las voces de los secuestradores “como si fuera un ventrílocuo”.
En estas simulaciones, el radio de acción se amplía y les han llegado desde puntos muy diferentes como Madrid, Murcia, Cádiz o Barcelona. Uno de ellos fue de una chica que llamó a una amiga por teléfono y durante la llamada le contó que tres personas se estaban acercando a ella y cortó la comunicación de golpe. “Me pareció que estaba contando la película de La Venganza de Liam Neeson”, dice el agente Borja. Encontraron a la supuesta secuestrada durmiendo en un hotel y se le imputó una simulación de delito.
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