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Pueblo sin bar, pueblo cerrado: el 16% de los municipios españoles no tienen un lugar en el que verse y tomar un café

Castilla y León lidera (34%) el ranking de lugares sin taberna, según el informe ‘Contribución del turismo al desarrollo territorial de España’

Pueblos

Allá, en esa España que denominan vaciada, en aquellos municipios fantasmales y desiertos que cruzas con el coche o divisas en lontananza, hay vecinos que están semanas sin verse. No es por antipatía, sino por no tener donde sentarse, mirarse y hablarse. Porque un bar, en el medio rural, deja de ser un mero dispensador de cafés o cañas, para mudar en un espacio de cháchara, debate, risa o llanto. Es el corazón y, cuando se para, el pueblo muere.

Aquí lo crematístico, en la mayoría de los casos, carece de importancia. Lo que se persigue es una rentabilidad social, y lo saben las personas que, detrás de la barra, acompañan el lento paso del tiempo sin que la caja trabaje. Normalmente, echan el cierre antes la tienda de ultramarinos o la panadería, por lo que, si también se pierde el bar, destaca Israel Gómez, sociólogo y miembro de la Asociación Profesional de Sociología de Castilla y León (SOCYL), “solo quedan las ceremonias religiosas y la misa de los domingos”.

Ya sucede en multitud de municipios de Castilla y León, comunidad que es alumna aventajada en albergar pueblos exánimes. Según el informe Contribución del turismo al desarrollo territorial de España, elaborado por Analistas Financieros Internacionales (AFI) y Competur, el 34% de los municipios de esta autonomía no tienen bar (baja al 16% en el conjunto del país); el 43% solo tiene uno (33% en España), y el 23% (51%) dos o más. Entre las cinco provincias españolas con más municipios sin bar, solo hay una que no sea castellanoleonesa: Guadalajara, que se cuela en el segundo puesto.

En la clasificación de las que tienen un solo bar, Salamanca y Zamora están en cabeza, seguidas de Zaragoza, Cáceres y Teruel. Ergo, Castilla y León, Aragón y Extremadura, tres modelos manidos cuando se habla de despoblación.

A pesar de que lo económico debería pesar poco a la hora de tomar medidas contra el problema demográfico, también hay una pata monetaria en todo esto. El informe indica que, en promedio, los municipios que cuentan con un bar recibieron, en 2023, tres veces más turistas nacionales y cuatro veces más turistas internacionales que aquellos que carecían de establecimiento hostelero.

Se alquila un bar por 0,57 euros al día

En Palencia, el 42% de los municipios no tiene bar. El 41% solo uno y el 17% dos o más. En Cervera de Pisuerga (municipio del que dependen 24 localidades, incluida la propia Cervera) tienen de todo. Hay un bar en un local municipal en Resoba, Ventanilla, Ligüérzana, Quintanaluengos o Herreruela de Castillería. En este último, enfatiza el alcalde de Cervera de Pisuerga, Jorge Ibáñez, en conversación con EL PAÍS, “abren todos los días”. “Por la mañana para el blanco y por la tarde para el vino de antes de cenar. Y lo hace de manera totalmente altruista, no gana nada”, añade. En otras localidades, es un establecimiento privado. Es el caso de Arbejal, Ruesga o Perazancas de Ojeda (en este hay 50 habitantes y dos bares, destaca Ibáñez).

Hasta hace muy poco, Santibáñez de Resoba engordaba el grupo de los que tenían un bar, e Ibáñez espera que vuelva a ser así pronto. Allí hay un teleclub, relata: “Lo ha regentado siempre gente del pueblo, pero ya no hay nadie que lo quiera, así que lo hemos sacado a licitación por un precio simbólico de 0,57 euros al día”. El alcalde lo tiene claro: “Si deja de haber bares, desaparece la vida comunitaria. En muchos pueblos, ocupa el rol que pudo tener la iglesia”.

Teleclub de Resoba en la tarde de un martes de mayo. Foto cedida.

El caso de Sergio López es similar al de Jorge Ibáñez. Es el alcalde Fonfría (Zamora), municipio del que dependen siete localidades. Fonfría tiene tres bares, Fornillos mantiene dos y Moveros se queda con uno. En el resto, nada. Uno de ellos es Bermillo de Alba, conocido también por padecer otro de los males del medio rural: en 2023 estuvieron mes y medio sin teléfono.

En este lugar, comenta el regidor, ha habido bar el último año y medio, lo han llevado dos personas y siempre se les ha cobrado lo mismo: un euro al mes. López espera que alguien vuelva a abrir la puerta de ese espacio que, como explica, “es el lugar en el que se encuentra la gente. Si no fuera por el bar, puedes pasar semanas enteras en las que no te cruzas con ningún vecino”. Con los datos extraídos por AFI, el 25% de los municipios de Zamora no tiene bar, el 54% solo uno y el 21% dos o más.

Fuentearmegil (Soria), un bar que sí funciona

El 58% de los municipios de Soria no tienen bar, es el líder indiscutible. El 27% dispone de uno y el 15% de dos o más. Manuel Gómez Encabo es el alcalde de Fuentearmegil, del que dependen tres barrios (como los denominan en la Diputación de Soria): Fuencaliente del Burgo (un bar), Santervás del Burgo (son ocho o 10 y lo abren para ellos, comenta el edil) y Zayuelas (un bar).

Después está el propio Fuentearmegil que, el próximo mes de septiembre, se queda sin persona que se encargue, aunque el alcalde no está demasiado preocupado porque, a diferencia de otros, este es un establecimiento que sí es rentable. De hecho, piden un canon de 2.000 euros al año y exigen unos horarios de apertura concretos.

“Este teleclub funciona bien. Es un pueblo muy céntrico, donde está la farmacia, el Ayuntamiento, el taller, viene gente todos los días. Es más, se necesitan al menos dos personas para llevarlo, porque dan almuerzos y comidas. El señor que está ahora sirve 30 o 40 cafés al día”, comenta Gómez, antes de asegurar que ha recibido ya muchísimas llamadas y que hay que pelear porque siga funcionando.

El edil enfatiza que ha estado por muchos pueblos de la provincia de Soria y, como sus homólogos, afirma que “siempre que en un pueblo se cerraba el bar, se acababa el pueblo”. “Eso lo tengo claro”, enfatiza.

El teleclub de Fuentearmegil. Ayuntamiento de Fuentearmegil.

Desde agosto de 2024, Molezuelas de la Carballeda, en Zamora, ha saltado del grupo de los sin bar, al de los que tienen uno. Lo cuenta su alcalde, Alexandre Satue: “Cuando se murió el anterior propietario, en 2020, el pueblo se quedó sin bar de ningún tipo. En 2022, los propios vecinos crearon una asociación para poder reunirse y juntarse. Y, en el verano del año pasado, una pareja volvió a cogerlo”. Cuando se le pregunta a Satue para qué se usa el bar en su pueblo, responde con rapidez: “Aquí la gente es muy de partidas, van todas las tardes. Antes estábamos perdidos, teníamos que irnos a los pueblos de al lado para encontrarnos”.

Porque se trata de eso, de verse las caras. Aunque exacerbado en la España con problemas demográficos, el sociólogo llama la atención sobre este hecho: “Los espacios de socializar se están perdiendo en los pueblos y en las ciudades. Es una deriva más amplia que tiene que ver con una sociedad que se transforma. Con una vida más individualista en la que las relaciones sociales se hacen de manera distinta y los espacios de socialización van perdiendo peso”.

Para él, la cuestión está en que hoy “cuesta” socializar en sitios donde siempre se ha hecho. “Hay una gran diferencia entre una tienda de ultramarinos de antes, donde te esperabas en una silla a esperar tu turno, hablabas con el tendero o con otros clientes, y el supermercado actual, en el que a veces no tienes ni que pasar por caja”.

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