Una nube de humo en la liberación de una secuestrada
Interior perfecciona los operativos de búsqueda de personas desaparecidas con nuevas tecnologías de geolocalización


Una mujer acude inquieta a la comisaría de Policía Nacional porque lleva dos días sin saber de su hija de 20 años. Hablaron el domingo a las 21.00 y la joven le contó cómo le había ido el fin de semana y que después se iba a dar una vuelta con un amigo. Ya no volvió a tener noticias. La madre cuenta que la llamó el lunes, pero le saltaba el contestador. Era muy raro, porque ambas suelen hablar todos los días. La madre estaba preocupada. Su hija había cambiado de amigos en los últimos meses y se estaba comportando de forma extraña. Además, por si le servía a la Policía, les contó que la joven tiene episodios de epilepsia, por lo que se había instalado la aplicación Alertcops, que permite avisar a alguien de su familia en caso de urgencia.
Este caso, basado uno real, aunque con algunos cambios, ha servido este lunes de punto de partida para un simulacro organizado por el Centro Nacional de Personas Desaparecidas (CNDES), dependiente del Ministerio del Interior, en el que han participado 250 personas, y con el que han querido perfeccionar los operativos de búsqueda de diferentes cuerpos policiales cuando se produce una desaparición, además de mostrar todos los recursos disponibles ante estas situaciones, como tecnologías de geolocalización o incluso un perro biónico que permite a los agentes acercarse a lugares en situaciones críticas, como secuestros o atracos con rehenes y grabar lo que está ocurriendo.

“Como decía un profesor de la Escuela de Ávila (de Policía Nacional): ‘tiempo que pasa, verdad que huye”, arengaba este lunes el comisario Eduardo Gutiérrez, jefe de área estratégica de Policía Nacional, micrófono en mano, a los asistentes, al comienzo del ejercicio. Le acompañaba la comisaria principal de Policía Judicial de la Policía Local de Madrid, Marta Fernández, ya que el caso práctico transcurre en una ciudad y querían mostrar la coordinación entre ambos cuerpos. Les escuchan 80 agentes de Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Foral de Navarra, Ertzaintza, Mossos d’Esquadra, Policía General Canaria y Policía Municipal de Madrid que, entre sus labores, trabajan con casos de personas desaparecidas.
El ejercicio se celebra en las instalaciones del viejo cuartel Teniente Muñoz Castellanos, en Madrid, y sus asistentes siguen el hilo de la historia de la joven secuestrada mientras caminan entre edificios vacíos, rastrojos, suelos con cristales o dejan atrás restos de cables quemados. Observan cómo los guías caninos examinan las construcciones deshabitadas en busca de una pista que lleve a la víctima. En 2024 se investigó la desaparición de 16.147 personas, un 6% más que el año anterior. El 95,5% de los casos quedaron resueltos y menos del 1,4% de las desapariciones denunciadas terminó en fallecimiento.
El operativo de búsqueda, que tiene en cuenta el geoposicionamiento que el programa Alertcops les da de la víctima, les indica que la joven está en el interior de un edificio y recurren a los drones “Ya no concebimos estas investigaciones sin estos equipos. Son más discretos que un helicóptero”, explican. En la zona hay dos personas vestidas de negro. “Tienen pinta de malos”, añaden los narradores.
El ensayo muestra momentos del operativo que no suelen aparecer en los medios, salvo en casos como este, como la llegada, agazapados y silenciosos, de cuatro agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO), unidad de élite de la Policía Nacional especializada en operaciones de alto riesgo, o la explosión de una bomba de humo detonada para poder sacar a la víctima con seguridad. En un abrir y cerrar de ojos no se ve nada, y los agentes extraen a la joven y a uno de los detenidos en medio de la confusión. “Esto suele impresionar mucho”, reconocen los propios organizadores.
Entre esas escenas también están los trabajos de los agentes Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas de la Policía (GOIT), especializados abrir viviendas, vehículos o en buscar personas, y que en este caso, cargados con una radial, una maza y una excarceladora, han sacado a la víctima, que pedía auxilio. Los agentes de Policía Científica, tanto de la Policía Nacional como de la Policía Local, con sus monos blancos, patucos, guantes y gorros, examinan el lugar donde tenían recluida a la víctima. Los agentes cargan con una “cámara 360″, que parece una especie de trípode, y les permite registrar el estado en el que se encuentran los lugares. “El resultado es un vídeo, como el que ser puede ver en el portal de Idealista de la estancia y que luego se aporta en el juicio”, explica después uno de los responsables de Policía Científica.
Un mayor desorientado
El segundo caso práctico, ya a media mañana, abordaba la desaparición de Emilio S. F., un hombre 75 años con deterioro cognitivo que no había regresado a su casa después de pasear con su perra, una labradora marrón llamada Tina. Su hija, Andrea S. S., denunció su falta en el puesto de Guardia Civil de Arroyomolinos (Madrid), tres horas después de que el hombre saliera pasear, alertada porque no había dado señales. Representa al perfil medio de las desapariciones de mayores de 65 años, según un trabajo que analiza los casos ocurridos en España desde 2010 a 2023. Las comunidades con mayor incidencia son Cataluña (23,1%), Madrid (16,6%) y Comunidad Valenciana (10,8%). “La realidad siempre supera la ficción”, asegura Mercedes, de la oficina de la Oficina de Información de la Comandancia de Madrid, y encargada de presentar el caso. “Las primeras horas siempre son fundamentales”, añade.
Esta intervención, en la que también colaboran con la Policía Local de Madrid, se desarrolla en el medio rural. Los alumnos tienen que imaginar que se encuentran en una zona abrupta a la que debe acceder el helicóptero de la Guardia Civil con los agentes del Servicio de Montaña. Entre el zumbido de las palas del helicóptero y el viento que se levanta, del que tratan de cubrirse, asisten al descenso, colgados de un cable, de un guía con un perro de búsqueda y rastreo, que tarda apenas unos segundos en ladrar en señal de que ha detectado al hombre desaparecido. “Este tipo de rescates son muy habituales en la zona de Gredos”, relata Mercedes, la portavoz de la Guardia Civil. “Trabajan con la climatología en su contra. Normalmente, los compañeros de montaña caminan kilómetros con los heridos. Ahora van más ligeros”, añade.
La actuación provoca aplausos de los asistentes, que graban la intervención, al tiempo que intercambian anécdotas y se muestran fotografías sobre casos similares en los que han intervenido o relatan el miedo que sufrieron en algunos momentos en los que sentían que su actuación no iba a acabar bien.

Además de agentes de escala básica, subinspectores y otros que tienen relación con las desapariciones, han acudido a estas jornadas los responsables de policías autonómicas como Mossos, Policía Foral o de la Ertzaintza. “Es interesante para compartir nuevas técnicas, para conocer las capacidades de cada cuerpo”, señala Pablo, agente primero de la Policía Foral de Navarra. “En la Comandancia de Zamora, por ejemplo, han interiorizado como parte del protocolo la necesidad de celeridad en las primeras horas y es una muy buena idea para exportar”, subraya Pablo. Pere Sánchez, jefe de la Unidad Central de Personas Desaparecidas de la División de Investigación Criminal de los Mossos, destaca la visión global de las desapariciones que ofrecen estos ejercicios y el “trabajo intensivo” que tienen detrás.
También les permite entablar relaciones y conocerse.“La gente piensa que [los cuerpos policiales] estamos enfadados entre nosotros. No hay nada que una más que las personas desaparecidas”, sentencia Hugo Carlos Prieto, comisario jefe de las secciones centrales de investigación criminal y policía judicial de la Ertzaintza. “En esto, todos hablamos el mismo lenguaje”, añade.
“Cuando lo pones en primera persona, cambia la perspectiva. Hay que imaginar que ese nudo en el estómago que puede sentir un padre cuando está en el parque con su hijo y le pierde de vista un momento, y que desaparece cuando se da cuenta de que está unos metros más lejos. Los familiares de los desaparecidos lo tienen de forma constante. Cuando se plantea así, ya no se puede ver de otra manera”, termina.








Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
