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La capitalidad de Euskadi: una decisión que iba a ser provisional y ya ha cumplido 45 años

Vitoria celebra el aniversario de la capitalidad de la comunidad autónoma vasca y consigue un aumento del canon que paga el Gobierno de Pradales

Un grupo de ciudadanos espera en Vitoria su turno para visitar el Palacio de Ajuria Enea.

Ana, la guía, pide a la veintena de visitantes que no pisen los jardines del Palacio de Ajuria Enea. “Están muy bonitos”, dice. Apenas se pueden pisar los del resto de la ciudad pero por todo lo contrario: están asalvajados a cuenta de una huelga de jardineros. Pero aquí dentro no ha llegado la huelga y lucen espléndidos estos jardines que han visto casi de todo: al Dalai Lama abrazado a un árbol centenario o al lehendakari Carlos Garaikoetxea salir de aquí a mejor refugio durante el 23F. En estos jardines también un ertzaina disparó hasta ocho veces para ahuyentar al pitbull del lehendakari Urkullu, al sentirse atacado por el perro que salió ileso de la balacera. La anécdota la ha recordado en voz baja un fotógrafo que cubre el paseo por la residencia oficial del lehendakari. La visita tiene su interés mediático porque es la primera vez que la verja del Palacio de Ajuria Enea se abre a recorridos guiados y el motivo es la celebración del 45 aniversario de la aprobación de la ley que designó a Vitoria como capital de Euskadi.

Tras casi medio siglo, Vitoria está asentada como capital del País Vasco, pero en su tiempo fue una decisión que se tildó de provisional. Salvo en los recurrentes piques entre territorios vecinos —dominados sobre todo por reproches futbolísticos pero en los que en alguna ocasión se tira de otras chanzas como la capitalidad—, el debate ha quedado superado. O, al menos, así lo parece. En 2010, el entonces lehendakari Patxi López ya dió por sentada la irreversibilidad de la decisión. Y durante su mandato, Iñigo Urkullu pronunció sin ambages una expresión que algunos intentaban soslayar: “Vitoria-Gasteiz, la capital de Euskadi”. Pero no siempre se tuvo tan claro.

La provisionalidad de la capital de Vitoria era recurrente en las crónicas de los albores de la autonomía vasca y también en el imaginario político del momento. José Vidal Sucunza, exconcejal del PSE, ha recordado en la SER que, a principios de los 80, durante una recepción oficial a los reyes Juan Carlos I y Sofía en el Palacio de Ajuria Enea, surgió el tema de la capitalidad en un corrillo en el que participaba junto a los reyes. “Creo que fue la reina la que empezó a decir que teníamos una ciudad muy bonita y el rey dijo: ‘Y además es la capital de Euskadi’. Entonces el alcalde José Ángel Cuerda le respondió al rey: ‘Majestad, provisionalmente’. A lo que el rey contestó: ‘A mí provisionalmente me metieron en la Zarzuela y ya veremos cuando salgo”. La capitalidad de Euskadi no ha salido, por el momento, de Vitoria.

La decisión de la capitalidad vasca estuvo rodeada de polémica. Fue la primera ley aprobada por el Parlamento vasco —entonces ubicado en Bilbao— el 23 de mayo de 1980, en una votación con un apoyo mayoritario pero con muchos síes críticos y un debate enconado. PNV, PSE y UCD votaron a favor, Euskadiko Ezkerra y el PCE se abstuvieron y Alianza Popular votó en contra. Para la Cámara de Comercio de Bilbao era “una idea descabellada” de la que el País Vasco se terminaría arrepintiendo. Otros, con menos fuerza, proponían San Sebastián o Gernika. Y en el corazón del nacionalismo vasco siempre había residido la idea de que Pamplona fuera la capital de una comunidad formada por Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra. Esa era una de las razones por las que a Vitoria se le dio el estatus de provisionalidad. El anhelo en el PNV era que Navarra se incorporase a la Comunidad Autónoma Vasca con Pamplona como capital. No tuvo que pasar mucho tiempo para constatar que no se iba a hacer realidad. Y Vitoria —“donde hacen la ley, capital artificial de un país singular” que cantaba la banda vitoriana Potato a finales de los 80— apuntaló la capitalidad.

¿Pero cómo surgió esa idea inesperada de hacer de Vitoria la capital de la incipiente Comunidad Autónoma Vasca? El personaje clave en esta historia es Emilio Guevara, entonces miembro del PNV y diputado general de Álava. Cuatro décadas después, Guevara lo ha recordado en una entrevista en la SER. “Lo planteé en una asamblea nacional del PNV y en aquel momento los vizcaínos y los guipuzcoanos se quedaron un poco asombrados, pero no tenían nada preparado ni tampoco la posibilidad en ese momento de hacer una contraoferta razonable”. Guevara había acudido con los deberes hechos y tenía un plan sobre la mesa con edificios dispuestos a acoger a las instituciones comunes: un instituto para el Parlamento vasco, un geriátrico para el Gobierno vasco y un palacio —el de Ajuria Enea— reconvertido en museo para la residencia del lehendakari. “Fue un poco como en las carreras ciclistas, que están dos que pueden ser favoritos, y de repente un globero que va por detrás, se cuela y les come la tostada”. En la decisión pesaron también otros factores políticos para afianzar los equilibrios internos y amarrar el compromiso de Álava con el nuevo proyecto institucional de la Comunidad Autónoma Vasca.

El origen de la capitalidad de Euskadi nació con un eufemismo: la ley del 23 de mayo de 1980 habla de “sede de las instituciones comunes de la Comunidad del País Vasco” y evita la palabra “capital”. Un eufemismo para facilitar el acuerdo y que, 45 años después, sigue escrito en la ley. Para Patxi Lazcoz, alcalde socialista de Vitoria entre 2007 y 2011, habría que cambiarlo: “Después de todos los años que han transcurrido, la mejor demostración de que hemos superado esos debates sería hacer el cambio y llamarla Ley de Capitalidad”. Lazcoz fue el primer alcalde en enarbolar la capitalidad —hubo actos institucionales y campañas ciudadanas— para intentar que creciese “un nuevo sentimiento de orgullo” en la ciudad, pero cree que, ha ido “como el Guadiana” y no se ha conseguido que arraigue con fortaleza en la personalidad de Vitoria.

Tras ese arreón capitalino de Lazcoz, llegó el mandato de Javier Maroto como alcalde —ahora senador del PP por Castilla y León tras varios reveses electorales en Álava— en el que se instauró un canon de capitalidad que el Gobierno vasco paga a Vitoria y que ha ido creciendo hasta los 12,5 millones de euros anuales que acaban de firmar el lehendakari Imanol Pradales (PNV) y la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria (PSE). El canon ha reportado a Vitoria más de 100 millones de euros desde 2012. A la capitalidad también se le atribuyen otros beneficios como el efecto económico por el desembarco diario de empleados públicos llegados de otros puntos de Euskadi a las oficinas centrales del Gobierno vasco, pero para Joseba Juaristi, catedrático jubilado de Geografía Humana en la Universidad del País Vasco y autor del estudio ‘Vitoria-Gasteiz: la transformación de una capital autonómica’, no es para tanto: “También se da el fenómeno inverso, es un intercambio metropolitano, no sé si en lo económico es tan ventajoso”. Algo parecido a lo que ocurre en Ajuria Enea. Una de las participantes de las visitas guiadas ha preguntado si los lehendakaris viven aquí. Lo hacían, le han respondido. Desde hace un tiempo prefieren vivir en sus domicilios particulares. Pese a lo bonitos que están los jardines.

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