Veinte comunidades de vecinos de Tirso de Molina en Madrid piden paralizar la obra por “colapso circulatorio”
Los afectados reclaman al Ayuntamiento que considere el aumento de la contaminación acústica y medioambiental

La reforma de la plaza de Tirso de Molina de Madrid y de su entorno que está llevando a cabo el Ayuntamiento ha puesto en pie de guerra a una veintena de comunidades de vecinos del área afectada, que exige la paralización inmediata de las obras. Los residentes denuncian que lo que se está ejecutando aboca al “colapso circulatorio” en la zona, con el consiguiente aumento de la contaminación acústica y medioambiental que supone.
Cristóbal Santos es la cara visible del descontento vecinal. Presidente de la comunidad de propietarios del número 2 de Conde de Romanones, este ingeniero de caminos jubilado asegura que el Ayuntamiento obra con “ocultación manifiesta” de información y de espaldas a ciudadanos y comercios en su intervención en la plaza y en cuatro calles de los alrededores: Conde de Romanones, Doctor Cortezo, Concepción Jerónima y Colegiata. Tanto Santos como los vecinos que lo acompañan al atender a este periódico, y que prefieren no desvelar sus nombres, califican de desaguisado la actuación municipal y dudan de que el consistorio tenga un plan de movilidad definido, cuya consulta les ha sido negada.
Además, aseguran que las obras que se están realizando en Tirso de Molina no pueden separarse conceptualmente de la reforma de la vecina plaza de Jacinto Benavente, que se iniciará también este año y que, sin embargo, está aún en “fase de supervisión”, por lo que nada se sabe oficialmente de ella.
Sobre ambas reformas, el Área de Obras y Equipamientos aclara: “No son proyectos aislados y se han redactado cada uno teniendo en cuenta al otro”. “Cuando se haya supervisado, aprobado y autorizado el gasto correspondiente a Jacinto Benavente será cuando se pueda acceder al estudio de movilidad que reclaman los vecinos, ya que este engloba los dos proyectos”, agrega. El Ayuntamiento estima que sucederá el próximo verano, pero para entonces la transformación del entorno de Tirso de Molina ya estará lo suficientemente avanzada como para poder modificar algo, según los vecinos, que entienden que ambos proyectos deberían haber sido uno solo y que no se explican cómo se ha comenzado a ejecutar uno sin que el otro esté redactado.
Solo la insistencia vecinal ha hecho posible que se dé a conocer con detalle el proyecto que se está realizando en Tirso de Molina y que se intuyan los planes municipales para Jacinto Benavente. Según dicen los afectados, los problemas de movilidad que les preocupan se originan, principalmente, por la intención que tiene el Ayuntamiento de eliminar la entrada al parking municipal de la plaza de Jacinto Benavente por la calle Atocha, lo que hará que los 2.000 coches diarios que hacen uso de ese servicio deban bajar por Conde de Romanones, continuar por Tirso de Molina y subir por Doctor Cortezo para acceder al aparcamiento. De esta forma, denuncian, se creará un circuito cerrado que, atravesado por varios semáforos, colapsará la manzana entera.
También aseguran que la prevista aparición de una nueva parada de autobús en la parte norte de Conde de Romanones, con inicio y fin de varias líneas, ayudará a crear en la zona el tapón circulatorio que temen, con su traducción en más ruido y más polución. Advierten, además, que el Ayuntamiento pretende que todos los vehículos del parking de Jacinto Benavente salgan por una calle de un solo carril, Concepción Jerónima, puesto que la calle Cruz se va a peatonalizar y la actual salida hacia esa zona quedará inhabilitada.
Junto a los problemas de movilidad, los vecinos auguran que la reforma aumentará la inseguridad y la suciedad. “Son problemas que ya tenemos y que, lejos de solucionar, se fomentan con las actuaciones previstas”, critican. Así, Santos cuestiona el sentido de unas obras que, con un presupuesto de tres millones de euros, “producirán más daño que beneficios”. De la actuación en Tirso de Molina y su entorno estos vecinos solo salvan que supondrá la plantación de nuevos árboles, el soterramiento del sistema de basura, la ampliación de algunas aceras y la desaparición de ciertos muros de la plaza de Tirso De Molina.
Lejos de querer ser solo una plataforma de quejas, estos vecinos han presentado al Ayuntamiento un decálogo de propuestas para mejorar la actuación. De ellas destaca la petición de peatonalizar la calle Doctor Cortezo y, por extraño que pueda parecer, la de hacer desaparecer la mayoría de los bancos que el Área de Obras quiere colocar en la zona, ya que “la presencia de mobiliario urbano puede fomentar la congregación y asentamiento de personas con comportamientos incívicos, que generan situaciones de inseguridad y violencia”. Para mejorar la seguridad, entre sus propuestas incluyen cámaras de vigilancia, el aumento de la presencia policial para poner coto a los robos y el menudeo de estupefacientes.
Reformas “poco ambiciosas y sin plan de actuación social”
Las quejas de estas 20 comunidades de vecinos han llegado a los grupos municipales de PSOE y Más Madrid que, a su vez, se muestran muy críticos con el proyecto de reforma de Tirso de Molina, así como con lo que conocen por el momento de la remodelación de Jacinto Benavente.
Para el concejal socialista Pedro Barrero, “un cambio de fisonomía en las plazas de Madrid sin una apuesta por un cambio en el modelo de ciudad tiene como resultado un gasto inútil”, que es lo que, asegura, está sucediendo con la actuación en Tirso de Molina. ”No hay un plan de movilidad que justifique lo que se está haciendo, sin consulta vecinal ni información pública y sin contar con los grupos de la oposición, que no hemos tenido acceso a los planes de la reforma, pese a haberlos solicitado en repetidas ocasiones”, dice.
Según la concejala de Más Madrid Mar Barberán, “Almeida acomete sin ninguna ambición ni participación vecinal las obras en curso en el eje Tirso de Molina-Jacinto Benavente, que parecen más destinadas a que las empresas contratistas se llenen los bolsillos que a dar respuesta a las necesidades vecinales y que ni mejoran la calidad del espacio público ni responden a las demandas ni expectativas de las personas que residen en el entorno”.
Los vecinos no descartan protestas en la calle en caso de que no se los escuche, ya que aseguran que desde el 25 de marzo el Ayuntamiento ha cortado cualquier tipo de comunicación con ellos por canales distintos a los estrictamente oficiales.
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