Sánchez y Feijóo frente a frente: buenas palabras, ningún hecho
El líder del PP muestra la nueva estrategia de oposición, jaleado por los que protagonizaron la antigua

Alberto Núñez Feijóo tardó segundos en dejar sentado que él pretende ser otra cosa. El nuevo líder del PP arrancó su primer cara a cara con Pedro Sánchez, este martes en el Senado, con la firme promesa de no insultar -una manera de reconocer que tal vez antes se insultara. La bancada popular aplaudió a rabiar, con el mismo entusiasmo con que, en época reciente, solía ovacionar a los que por lo visto sí insultaban. En su empeño por mostrar que él es otra cosa, Feijóo recordó que hasta hace poco asistía como simple espectador desde la lejanía a este tipo de debates. Y contó que lo que veía, “insultos y crispación”, no le gustaba nada. Sentado al lado del nuevo jefe, batía alegre las palmas uno de los implicados en aquellas escenas, el portavoz popular, Javier Maroto.
El líder del PP está curtido en 16 años de sesiones de control en el Parlamento gallego, aunque en los últimos 13 desempeñase un papel inverso al de este martes: era el examinado, no el examinador como ahora. Tras recibir el saludo de Sánchez y de varios ministros, Feijóo arrancó en modo cordial y un poco titubeante. Bajaba a menudo la vista para consultar sus papeles y su voz sonaba ligeramente trémula.
El opositor ganó seguridad al adentrarse en las ironías sobre las desavenencias en el Gobierno. Y no tardó en pasar al ataque, con su probada habilidad para clavar el estilete sin perder la compostura y sin que salpique la sangre. Habló sobre todo de economía, que en su caso equivale a martillear incansablemente con la propuesta de bajar impuestos. Fue prolijo en datos, una de sus especialidades, como también el retorcerlos (dio una cifra errónea de la prima riesgo). Sin caer en las enormidades verbales de sus antecesores, tampoco dejó de reconvenir a Sánchez por sus pactos con el independentismo. Fue una manera de decirle que, aunque él tiene la mano tendida al Gobierno, va a ser difícil que esa mano llegue a algún sitio.
El formato de la sesión de control del Senado permite un debate más extenso que en las del Congreso. Sánchez y Feijóo consumieron casi ocho minutos entre sus dos intervenciones, cuando en la Cámara baja no hubiesen dispuesto de más de dos y medio. Si el líder del PP había intentado mostrarse como un hombre tranquilo, el presidente no pareció menos. Más que criticar, se dedicó a amonestar a su rival con cierta condescendencia y alguna ironía. Hasta que llegó el estoque: “Ustedes no han hecho más que estorbar”.
En la réplica, Feijóo ya estaba en su salsa. Olvidó los papeles y subió un punto de dureza en el discurso, un alegato centrado en acusar a Sánchez de dar la espalda a la situación de los españoles, “bastante molestos con su triunfalismo”. El presidente también escaló un peldaño y sacó a relucir los acuerdos del PP con Vox. Si algo quedó claro, es que Sánchez y Feijóo aseguran que están muy dispuestos a pactos, al tiempo que no cesan de sembrar dudas sobre la posibilidad de que se alcancen. El presidente pinchó ahí a su rival: “Ya sabemos que una cosa es lo que usted dice y otra lo que hace”.
Cuando Feijóo veía desde Galicia las sesiones de control, probablemente caería en la cuenta de que las preguntas casi siempre quedaban sin contestar. En esto nada ha cambiado: ni Sánchez respondió sobre las bajadas de impuestos, ni Feijóo se dio por interpelado sobre la renovación del Poder Judicial.
Los hechos demostrarán si Feijóo es verdaderamente otra cosa. En cuanto a las palabras, no quedó duda, hasta en el remate de su despedida en gallego: “Máis nada e moitas grazas”.
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