Bárcenas, el “fastidio” que no cesa para Rajoy
El expresidente responderá como testigo al juez que todo lo que repite ahora el extesorero es falso y no aporta pruebas

Rajoy sigue siendo Rajoy. Con sus rutinas, sus maneras, su pachorra, su trabajo de registrador, más confortable que los 40 años que dedicó casi en exclusiva a la política, y con su grupo reducido de amigos y excolaboradores con los que mantiene el contacto. Esas personas sostienen que Mariano Rajoy, el expresidente del Gobierno y del PP que fue expulsado de La Moncloa tras la sentencia demoledora del caso Gürtel, está estos días “fastidiado”. Pero matizan: “Le fastidia el ambiente tristón que se observa por Madrid, con tantas restricciones para moverse por culpa de la covid, que no le permiten quedar con sus amigos a alguna comida para charlar en esas sobremesas que tanto le agradan”. Sobre el inminente juicio de los papeles de Bárcenas, todos los consultados coinciden: “Habrá ruido, pero quien es inocente no tiene que demostrar su inocencia y Rajoy tiene mucha experiencia”.
El juicio de los papeles de Bárcenas y la reciente confesión del extesorero nacional del PP en la que muestra su disposición a colaborar ahora con la justicia, sobre todo acerca del funcionamiento de una caja b en ese partido, tanto durante la etapa de José María Aznar como del propio Rajoy, ha renovado el interés por conocer la versión de esas acusaciones del exdirigente gallego. Pero Rajoy calla pública y mediáticamente, y no tiene intención de variar esa estrategia en breve. “Está tranquilo y ha tomado la decisión de no entrar a polemizar con este tipo”, añaden en su entorno. Ese tipo es Bárcenas, que en otro tiempo era algo más que un conocido, con el que Rajoy y su esposa llegaron a quedar en esas cenas de fines de semana con otras parejas afines. Aquella relación se truncó cuando EL PAÍS publicó en enero de 2013 los papeles de Bárcenas y más tarde cuando se conocieron los mensajes personales del expresidente al extesorero: “Luis, sé fuerte”. No fue hasta siete meses después, en agosto de 2013 y en el Senado, cuando Rajoy confesó a su manera su error: “Me equivoqué, señorías, lo lamento, pero fue así. Me equivoqué en mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía”.
Desde entonces, ni Rajoy ni el PP han reaccionado de manera definitiva contra la corrupción que campó por sus sedes. Los asesores del expresidente defienden que ya aportó todo lo que tenía que decir en su declaración judicial “sin que nadie le haya podido acusar de nada”. Y la nueva dirección popular mantiene que se pagaron las responsabilidades políticas con su hundimiento en las urnas en varias elecciones y con la renovación total de su cúpula tras las primarias que auparon a Pablo Casado frente al continuismo de Soraya Sáenz de Santamaría.
Casado presume de que en aquel discurso ya se distanció de cualquier connivencia con la corrupción, fuese de quién fuese, aunque también asumió el legado heredado: “No puede aspirar a liderar el partido alguien que no está orgulloso de su pasado. Yo lo estoy de José María Aznar, de Mariano Rajoy y de Manuel Fraga”.
Casado y Rajoy no han roto su relación, aunque cada vez tienen menos ocasión de verse y hablar. Eso sí, desde la dirección actual del partido se insiste en que aquel PP de Bárcenas, Rajoy y Aznar “ya no existe” y hasta se enfatiza que la depuración de cargos es su mejor cortafuegos con aquella etapa. Hablan de “otra generación” del PP. El juicio de los papeles les molesta, especialmente en plena campaña catalana, pero creen que no tienen nada que hacer ni decir al respecto.
Ahora Rajoy acudirá como testigo a la Audiencia Nacional, como ya hizo el 26 de julio de 2017 desde La Moncloa y como presidente sobre el caso Gürtel, que luego sentenció su carrera política. “Lo que dice ahora Bárcenas no es nada nuevo, es lo que ya le contó al juez Pablo Ruz hace nueve años, no hay ni un solo elemento probatorio nuevo, son calumnias sin credibilidad ni sustancia legal alguna”, coinciden dos personas de la máxima confianza del exlíder del PP. Rajoy negó entonces conocer nada sobre la gestión económica del partido, sobre posibles grabaciones en su despacho, rechazó como “absolutamente falsos” los sobresueldos para él y otros miembros de su equipo y mostró su desapego hacia ese tipo de asuntos internos. Llegó a decir: “Yo estaba en el Gobierno”. Cuando le reprocharon sus contestaciones tan ambiguas replicó: “La respuesta tiene que ser gallega, porque no puede ser riojana”.
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