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El juego de mesa que puede acercarte a tus parientes o acabar en un drama familiar navideño

Desde preguntas como “¿Qué familiar crees que sufrió en silencio en alguna ocasión?" hasta hablar de tus libros favoritos, El Juego de la Familia propone profundizar en las relaciones

Juego de mesa

Tarde de Navidad. Si hay abuelos, estos proponen ir al cine. Los jóvenes sacan una baraja para jugar al póquer. Usted guarda en el bolso una gran sorpresa encerrada en estuche pequeño. Es una caja de Pandora. Tiene tanto de salvadora como de peligrosa. Se llama El Juego de la Familia. Consta de 100 tarjetas y un dado. Por el azar del dado usted y su familia podrían terminar hablando de… ¿Qué familiar crees que sufrió en silencio en alguna ocasión? Podrían tener que responder a ¿qué libro te cambió la vida? O a ¿qué cosas positivas has aprendido de tu familia? O sincerarse sobre ¿cuál es la adicción de una de las personas presentes? ¿Hablar de estos temas convertiría esa tarde en memorable o en la última reunión navideña?

The School of Life (la escuela de la vida) se define como una organización internacional dedicada a enseñar habilidades emocionales para conseguir una vida plena. Su enseñanza —a través de libros, vídeos, juegos o terapia— busca profundizar en nuestras emociones, miedos y sensaciones y se basa en los escritos del filósofo superventas Alain de Botton, dedicados a transformar nuestra manera de trabajar, vivir y amar.

El juego, lanzado en septiembre en castellano por la editorial Cincotintas, tiene tres versiones. La de la familia, que usted se atreverá o no a sacar del bolso; otra caja igualmente pequeña para abrir en pareja llamada Conectar, y una última titulada 100 Preguntas, por si le queda ánimo de seguir abriendo las cajas de los truenos entre amigos. La cajita Conectar está pensada para “parejas que quieren mirarse a los ojos de nuevo”, anuncia la promoción. Y propone reforzar la autoestima: “Una cosa que me has enseñado es…”, tanto como convertirse en El curioso impertinente: “Si no practicaras sexo conmigo, imagino que te gustaría…”. Esta última tarjeta viene acompañada de un consejo: “Intenta controlarte y mantener la curiosidad en lugar de caer en los celos”.

¿No hablamos lo suficiente o hablamos demasiado? ¿Hablamos de lo que realmente importa? ¿Qué necesitamos para hacerlo? ¿Qué ventajas puede tener evitarlo? ¿Cómo averiguarlo sin probarlo? ¿Qué puede ofrecer un juego ideado por una institución que se llama nada menos que La Escuela de la Vida?

Cervantes insertó en el Quijote la historia de dos amigos, Anselmo y Lotario. Y de la bella mujer del primero, Camila. Dispuesto a comprobar la calidad del amor de su esposa, Anselmo le propuso a su íntimo amigo Lotario que tratara de seducirla. Camila lo rechazó. No contento con ese resultado, o embriagado por el juego, Anselmo convenció a su amigo para que intentara conseguirlo una vez más. ¿Confiaba más en la fidelidad de su mujer que en sus propios sentimientos? Lo que pasó forma parte de la historia de la literatura. Y tiene origen en el gozo compartido de la cultura helénica: el disfrute de contarlo es, para algunas personas, tan grande como el de vivirlo. Las consecuencias del conocimiento ¿mejoran o empeoran nuestra vida? De eso va este juego. De la valentía, o de la oportunidad, de ser o no curioso.

Para los amigos, esta escuela, dedicada a fomentar la buena convivencia y el autoconocimiento, ha preparado también 100 preguntas menos peligrosas que las que se tratan en familia. “Si tuvieras que vivir en otro lugar, ¿dónde sería?”. O… tal vez no: “¿Cómo están cambiando tus opiniones políticas?”. “¿Qué hiciste hace tiempo de lo que te avergüences?”. Frente al controvertido: “¿Qué dos personas de tu vida evitarías reunir y por qué? está el clásico: “Si supieras que sólo te queda un año de vida, ¿qué harías?”. Con las preguntas hechas, el valor queda en la respuesta. Su claridad, su naturalidad, un posible silencio, la incomodidad, el enfado, el escapismo o la risa constituyen, en sí, una respuesta. ¿Se van a atrever a responder?

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