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El imparable imperio del ‘fantasy football’

El juego de estrategia basado en crear equipos de fútbol virtuales a partir de jugadores reales vive un bum espoleado por la IA, la fiebre por los datos y la globalización del balompié

Fantasy football

La mecánica sigue siendo sencilla: cada mánager virtual arma un once real y cada gol, asistencia o portería a cero se convierte en puntos que dictan el balance del lunes. Ese divertimento sostiene hoy a 11,5 millones de usuarios solo en la Fantasy Premier League (el juego oficial de la Liga inglesa) y da de comer a aplicaciones, consultorías de datos y canales de análisis que facturan millones de libras. En España el modelo aterrizó el 29 de agosto de 1994, cuando Alejandro Sopeña anunció que Marca traía a la Liga española el modelo de Fantasy League británica. El 15 de octubre salió la Liga Fantástica. Los jugadores tenían un presupuesto de 2.500 millones de pesetas, esquema 1-4-4-2 fijo y alineaciones enviadas por correo o fax. Se apuntaron 1,5 millones de personas y las oficinas de Correos se convirtieron en pasarela de ilusiones tácticas. Hoy, el mercado global de fantasy sports proyecta un crecimiento desde 24.850 millones de dólares en 2024 hasta 56.380 millones en 2030.

Cinco figuras clave establecieron los precios iniciales de los futbolistas: José María Minguella, Miguel Santos, Alberto Toldrá, Roberto Dale y Zoran Vekic. Sus deliberaciones dieron forma a un fenómeno que el propio diario describiría como “el juego de mayor éxito en la historia de la prensa mundial”. El sistema de puntuación incluía las valoraciones del periodista de Marca (que iban de 0 a 3), goles a favor y en contra, penaltis y expulsiones. Los participantes tenían un límite de jugadores extranjeros por equipo, como en la realidad, y un máximo de dos jugadores por club. A comienzos de siglo la fiebre decayó porque la digitalización llegó a medias.

En 2007 tomó el relevo Comunio, versión española de la plataforma alemana creada por Fabian Loschek. Jesús Gallo, hoy responsable nacional, recuerda: “La Liga Fantástica se quedó un poco obsoleta cuando empezó internet. Entonces surgió Comunio, que era totalmente gratuito. Esa mezcla entre que era gratuito, que era una novedad, y que tú eras el único que podía tener un jugador en tu liga, pues le dio un toque de PC Fútbol [mítico juego de estrategia futbolera para ordenador] que hizo que fuera un bum”.

Entre 2010 y 2013 superó el millón de jugadores y llegó a codearse con las 100 webs más visitadas del país. Gallo empezó como usuario fanático antes de ascender desde moderador del foro hasta convertirse en responsable de la plataforma.

El terremoto definitivo se produjo en 2015: Javier Marín alumbró Biwenger desde Cartagena y la aplicación se viralizó en cuestión de días. Un tiempo después llegó el movimiento que equiparó la estructura española a la inglesa. LaLiga lanzó LaLiga Fantasy, su juego oficial, con licencias completas y premios que reforzaban el vínculo institucional. Hoy es líder indiscutible del sector. Aunque no hay datos oficiales del total de jugadores en la pasada temporada, sí se sabe que hubo 3,3 millones de nuevos usuarios. Así pues, el mercado se reparte de forma singular: Biwenger, asociado al diario As, cuenta con algo más de tres millones de registros. “Somos la aplicación que tiene mayor engagement, el que mejor retiene a sus usuarios”, explica Manu Lanchazo, mánager general de Biwenger. Su éxito se fundamenta en lo que define como principal diferencial: “La robustez tecnológica. Nunca hemos tenido caídas, no hemos tenido jornadas en las que no ha funcionado, cosa que en otros fantasy sí ha pasado en momentos clave como el Madrid-Barça”. La plataforma ha sido reconocida por IAB como la segunda marca con más engagement en España, solo por detrás de Netflix.

España mantiene un vacío legal en el que el fantasy sport no está específicamente regulado, existiendo ambigüedad sobre su tratamiento como juego de habilidad y no de azar. La probable armonización europea y el desarrollo de un marco legal específico determinarán el crecimiento futuro del sector.

En el Reino Unido la fotografía resulta distinta: la Fantasy Premier League abarca la inmensa mayoría del tráfico y la aspiración de muchos jugadores pasa por colarse entre los 100.000 mejores del planeta. Mientras, en España continúa primando la victoria en la miniliga privada, la que montas con tus amigos, compañeros de trabajo… Esta diferencia cultural marca dos formas distintas de entender la competición: el modelo británico fomenta la aspiración global, mientras el español privilegia el vínculo social próximo.

Sam Bonfield, directora del portal de contenidos, estrategia y aplicaciones Fantasy Football Scout, explica esta evolución: “Creo que el punto de inflexión mayor fue cuando la Premier League decidió tener su propio juego oficial. Cualquier cosa que esté completamente patrocinada por la Liga tiene un atractivo masivo porque es oficial”. La globalización se aceleró gracias a figuras icónicas: “Hemos visto un aumento masivo de jugadores en países como Egipto desde que Salah llegó a la Premier League. Cuando un jugador llega y tiene tanto impacto desde tu país, te hace más propenso a participar”.

Mo Salah, el jugador que más puntos ha dado en la historia de Fantasy Premier League, en un amistoso este verano.

Esa idiosincrasia también ha cambiado la forma de consumir fútbol. Con entre cuatro y cinco millones de usuarios activos en territorio nacional, ya se sintoniza cualquier encuentro en el que participe un jugador propio, lo que puede redundar en ver un partido deseando solo que el Villareal mantenga la portería a cero (si tenemos defensas suyos) o que le piten un penalti a favor al Leeds (si en nuestro equipo está su lanzador de penas máximas).

Biwenger retrata a su público como esencialmente masculino, con edad dominante entre los 28 y los 48 años. “El 98% son hombres, y el 80% de los usuarios está entre los 28 y los 48 años. Es un usuario más maduro, más exigente”, detalla Lanchazo. El panorama británico muestra similitudes pero también diferencias generacionales. Bonfield describe el perfil: “Diría que desde los 18 en adelante, la mayoría lo está jugando. Los que lo juegan en serio tienden a ser aquellos donde el cónyuge también lo juega en un grupo de amigos, o el trabajo tiene una liga laboral”. La participación femenina, aunque minoritaria, evoluciona: “Sigue siendo predominantemente masculino, pero hay una población creciente de fans femeninas”.

La discusión entre amigos vertebra la experiencia. Biwenger comercializa su lema “10 años reuniendo amigos” y los principales programas radiofónicos —El larguero (733.000 oyentes) o Carrusel deportivo (1.767.000 oyentes de media)— reservan minutos para consejos de mercado fantasy. Spotify aloja el podcast oficial de LaLiga Fantasy, mientras YouTube y Twitch facturan suscripciones ofreciendo alineaciones óptimas y gráficos de rendimiento.

En el ecosistema anglosajón esa sofisticación se redobló cuando Will Thomas fundó Fantasy Football Hub en 2018: IA predictiva, comunidad de pago y herramientas que se actualizan en vivo. “Vi una oportunidad de reunir conocimiento experto y herramientas inteligentes en un lugar: un verdadero hub para ayudarte a ganar”, explica Thomas. La visión ha evolucionado desde entonces: “Ahora usamos IA para optimizar, ofrecemos configuraciones ajustables para diferentes estilos de juego y entregamos una experiencia más personalizada. Pero la misión central sigue siendo la misma: ayudar a los mánager de fantasy a ganar”. Su plataforma se ha expandido mediante colaboraciones con influencers y creadores.

Thomas pronostica que hacia 2030 la experiencia se definirá por datos en tiempo real, personalización extrema e interfaces inmersivas. Las innovaciones tecnológicas marcarán esta evolución. El mercado de realidad aumentada y virtual en deportes crecerá de 727 millones a 5.900 millones de dólares entre 2024 y 2032, permitiendo visualizaciones tridimensionales de estadísticas y experiencias inmersivas.

La complejidad abre un interrogante sobre la paciencia del usuario medio, aunque Sam Bonfield cree que el aficionado digiere la estadística con soltura. “La audiencia futbolística ahora está mucho más desarrollada. Ya no es solo sentarse y ver la televisión. Ahora se ha vuelto mucho más como el trabajo de un verdadero entrenador: miras datos, eliges jugadores basándote en lo que muestran”, reflexiona.

Sin embargo, el motor del éxito sigue siendo visceral. “Cualquiera lleva un entrenador dentro”, apunta Gallo desde Comunio. “Siempre vemos un partido criticando: ¿por qué ha puesto a este? Estos juegos te permiten ser entrenador toda la temporada. Y si a eso le unes que puedes jugar contra amigos y picarte con ellos, se establece un pique muy sano”. Will Thomas subraya que los números guían, pero la chispa surge en esa elección instintiva que se aparta de la recomendación de la IA. “FPL es un juego de números, pero eso no significa que no sea personal y divertido. A la mayoría nos gusta añadir nuestro toque”, explica.

Del sobre dirigido a Marca en 1994 al overlay que mostrará puntos en directo sobre la Smart TV. Pero el secreto del éxito de este juego permanecerá intacto: devolver al hincha una implicación que el negocio profesional había puesto a dieta. Cada jornada compone un microrrelato de gloria o naufragio y devuelve, aunque sea en un terreno virtual, el mando estratégico a la grada.

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